Desde que la imagen de Chabuca Granda reemplazó a la de un aviador en el billete de diez soles, muchos peruanos aún se mantienen confundidos. En el billete aparece un rostro familiar para los muchos, pero que no logran reconocer del todo. El aviador que aparece es José Abelardo Quiñones, un personaje que, aunque no ha alcanzado la misma fama, marcó la historia con un sacrificio heroico.
Quiñones, nacido en Pimentel, Lambayeque, en 1914, fue un joven destacado por su destreza como piloto y su valentía en tiempos de guerra. Su historia se remonta a la década de los 40, durante la guerra con Ecuador, un conflicto bélico que dejó huella en la aviación peruana y que mostró su destreza en los cielos en una época de gran tensión y conflicto para el Perú.
La verdad detrás del billete
El momento que captura el billete de diez soles no hace referencia al sacrificio heroico de Quiñones en el campo de batalla, sino a su destreza como piloto. En su graduación, hizo una impresionante maniobra aérea: un vuelo invertido a tan solo dos metros del suelo, dejando a los presentes, incluido el presidente Óscar R. Benavides, impresionados por su habilidad.
En esa ocasión, José Abelardo Quiñones demostró no solo su pericia técnica, sino también una gran capacidad para enfrentar riesgos de forma calculada. La maniobra no era un simple truco, sino un ejercicio que representaba la agilidad mental y la habilidad en la aviación de combate, algo esencial en tiempos de guerra.
Durante este vuelo, no solo ejecutó una, sino hasta tres pasadas de cabeza, cada una más cercana al suelo, sin perder el control de la nave.
El hecho de que esta hazaña se haya convertido en una de las imágenes más conocidas de Quiñones, cuando el aviador todavía no estaba en guerra, refleja la importancia que se le dio a la habilidad como piloto.
El billete con la imagen del avión en picada, que muchos interpretan como una referencia a su sacrificio, es en realidad un homenaje a la destreza que mostró durante ese vuelo. Aquel evento fue un hito que consolidó su figura como un héroe aéreo en el Perú de la época, y aunque poco se sabe de este detalle en los textos educativos, su recuerdo vive en la historia visual del país.
El contexto de la guerra
El 23 de julio de 1941, en medio del conflicto con Ecuador, Quiñones y su escuadrón estaban encargados de la misión de reconocimiento. A pesar de las altas probabilidades de éxito, las órdenes cambiaron y pasaron a un ataque aéreo.
En ese contexto, su avión fue alcanzado por disparos antiaéreos, y Quiñones, en un acto de valentía, se dirigió hacia las baterías enemigas con la nave en picada, causando una explosión que despejó el terreno para las tropas peruanas.
Lo que a veces se olvida en esta narrativa es que la superioridad peruana en la guerra fue abrumadora. El ejército peruano estaba mejor preparado y equipado que el de Ecuador, lo que hacía que la derrota ya estuviera asegurada. En este sentido, el sacrificio de Quiñones no cambió el curso de la guerra, pero sí dejó una huella imborrable en la historia.
Aunque el sacrificio de Quiñones es recordado como uno de los momentos más heroicos de la aviación nacional, los detalles de la guerra indican que la situación para Perú era mucho más favorable de lo que se pensaba.
La aviación peruana dominaba los cielos, y las fuerzas de defensa ecuatorianas, aunque bien dispuestas, no pudieron hacer frente a la potente maquinaria militar peruana. La orden de atacar se dio con la certeza de que Perú ya llevaba una ventaja estratégica significativa, lo que hace que el sacrificio de Quiñones, aunque heroico, no haya sido una necesidad inmediata para la victoria.
Quiñones y el valor detrás de su sacrificio
En lugar de abandonar la nave a través de un paracaídas, Quiñones prefirió quedarse a bordo hasta el último momento, lo que no fue un acto de desesperación, sino un claro reflejo de su lealtad al lema de su escuadrón: “Derribado, pero sobre el objetivo”. Aunque su sacrificio no cambió el resultado del conflicto, la memoria de su valentía perduró a lo largo de los años.
Más allá de la guerra, el impacto de Quiñones es profundo. Su nombre está relacionado con la lealtad, la valentía y el espíritu de sacrificio, valores que siguen vivos en la memoria colectiva peruana. A pesar de que muchos todavía creen que el rostro en el billete es el de Jorge Chávez, es el de José Abelardo Quiñones quien, en su humildad y coraje, se mantiene arriba, inmortalizado en la historia.
El billete de diez soles, con la imagen de un avión que parece caer, no solo es un simbolo del sacrificio de Quiñones, sino también un recordatorio de su capacidad para inspirar a futuras generaciones de peruanos.
Aunque los detalles sobre su sacrificio pueden haber sido malinterpretados o incluso distorsionados, lo que realmente perdura es el valor de un hombre que, al final de su vida, eligió no rendirse y quedarse con su nave hasta el final, asegurando que su nombre se grabara en la memoria de todos.