¿Tu cliente tiene un iPhone 14 o un Xiaomi Redmi 3c? A la hora de construir un producto digital, debemos tener en cuenta las características de la tecnología que utilizan nuestros usuarios para asegurar que la experiencia del cliente que diseñamos es compatible con la madurez de la tecnología que los acompaña.
Imagina que estás diseñando una aplicación en cualquier industria. ¿Qué tal si la haces súper pesada, con gráficos 3D y animaciones que parecen sacadas de una película de ciencia ficción? Suena genial, ¿verdad? Pero, ¿y si la mayoría de tus clientes tienen celulares más sencillos, con menos memoria y procesadores menos potentes? Es probable que usar tu app sea una experiencia dolorosa para el cliente.
El ejemplo de las empresas grandes de tecnología es importante dado que son estas mismas en donde la innovación de productos está impulsada por el conocimiento del usuario y sus móviles. Piensa en Google. Ellos se dieron cuenta de que miles de millones de personas en el mundo no tenían acceso a internet de alta velocidad ni a teléfonos de última generación. Entonces, ¿qué hicieron? Hace ya varios años crearon Android Go. Esta versión de Android está diseñada para funcionar de manera fluida en dispositivos con poca memoria y procesadores lentos. Además, Google desarrolló aplicaciones más ligeras que consumen menos datos, para que todos puedan disfrutar de los beneficios de internet.
En India, empresas de e-commerce han lanzado iniciativas distintas para actualizar los dispositivos celulares de los clientes. Por ejemplo, ellos reciben dispositivos usados y los intercambian, en parte, por un celular de mayor gama. Es así como logran contribuir a la penetración de compras online.
¿Qué podemos aprender de estos ejemplos? Que la tecnología debe estar al servicio de las personas, no al revés. Para que la digitalización sea exitosa, debemos diseñar productos y servicios que sean accesibles para todos, sin importar el tipo de celular que tengan. Esto significa crear interfaces sencillas, aplicaciones que carguen rápido y experiencias que sorprendan a nuestros clientes.
Si queremos que nuestros productos digitales tengan éxito, debemos dejar de pensar solo en las grandes empresas y en los usuarios más tecnológicamente avanzados. Es hora de poner la mirada en las personas, en sus necesidades y en los dispositivos que utilizan a diario. Solo así podremos reducir brechas de digitalidad.