En 2024, el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri) reportó una ejecución presupuestal del 93.1 %, alcanzando el mayor nivel registrado en las últimas dos décadas. Este logro, resultado de una gestión enfocada en la infraestructura agrícola, la inclusión financiera y el fortalecimiento de la agricultura familiar, permitió llevar a cabo proyectos clave en diversas regiones del país. Sin embargo, el proceso no estuvo exento de desafíos vinculados a la descentralización administrativa y los efectos del cambio climático.
“Desde el MIDAGRI, hemos cumplido con la ejecución de más de S/ 2,700 millones, realizando inversiones que aportan a la competitividad del agro nacional”, afirmó el titular de la cartera, Ángel Manero, al presentar un balance de los sectores estratégicos priorizados: infraestructura hídrica, sanidad agropecuaria, recursos naturales e innovación tecnológica.
Avances en ejecución y estrategia presupuestaria
El desempeño de 2024 superó los indicadores alcanzados en años previos: 92.3 % en 2023, 88.8 % en 2022 y 81.7 % en 2021 y 2020. Este progreso constante refleja una mejora en la planificación presupuestaria y la capacidad del ministerio para ejecutar proyectos orientados al desarrollo sostenible.
El enfoque descentralizado permitió dirigir recursos a 11 regiones mediante la gestión de 50 proyectos, beneficiando directamente a más de 9.600 familias de pequeños agricultores. Este modelo busca descentralizar la ejecución y promover una mejor distribución de los recursos en el ámbito rural, donde se concentra la mayor necesidad de intervención.
En 2024, la infraestructura hídrica fue uno de los pilares de inversión. Se completaron 14 proyectos de riego, que irrigaron 24.284 hectáreas y beneficiaron a 14.643 productores de ocho departamentos. Además, el ministerio ejecutó 43 proyectos de siembra y cosecha de agua, impactando a 5.167 familias en seis regiones. Estas iniciativas buscan garantizar el acceso sostenible al recurso hídrico, esencial para enfrentar los efectos de fenómenos climáticos extremos como sequías.
En paralelo, el Servicio Nacional de Sanidad Agraria (Senasa) concluyó seis obras de infraestructura orientadas al control sanitario y fitosanitario. Estas mejoras beneficiaron a más de 300 mil usuarios, fortaleciendo la calidad de los productos agrícolas y su competitividad en mercados locales e internacionales.
Financiamiento para impulsar el agro
En el marco de la reactivación económica, el Midagri destinó S/ 217 millones a 133 proyectos, priorizando aquellos con un impacto inmediato en comunidades rurales. Además, los fondos Agroperú y FIFPPA recibieron S/ 300 millones adicionales, permitiendo otorgar 80.748 créditos por un total de S/ 1.147 millones. Estos recursos beneficiaron a 73.992 pequeños productores, promoviendo la modernización agrícola e incentivando el uso de tecnologías más eficientes.
Para proyectos a largo plazo, en 2024 se ejecutaron S/ 144 millones, con una proyección de S/ 201 millones asignados para su continuidad en 2025. Estas inversiones incluyen la irrigación de 6.863 hectáreas, asegurando beneficios sostenibles para las familias productoras.
Retos en un contexto climático adverso
El norte del Perú enfrentó durante 2024 una de las sequías más severas de los últimos años, afectando especialmente a regiones clave para la producción agropecuaria como Piura, Lambayeque y La Libertad. La falta de lluvias prolongada redujo la disponibilidad de agua en reservorios y canales de riego, poniendo en riesgo cultivos básicos como el arroz y el maíz, así como la sostenibilidad de miles de pequeños productores.
En este contexto, los proyectos de siembra y cosecha de agua cobraron especial relevancia, ayudando a mitigar el impacto en comunidades afectadas. Sin embargo, la magnitud de la crisis climática evidenció la necesidad de acelerar la implementación de tecnologías adaptativas y fortalecer la infraestructura existente para garantizar la seguridad hídrica en el largo plazo.
Además, los procesos administrativos y la falta de capacidades técnicas en algunas regiones complicaron la ejecución de proyectos, retrasando inversiones necesarias en infraestructuras resilientes y sistemas de riego tecnificado.
A pesar de los desafíos, las inversiones realizadas en 2024 trajeron beneficios directos a las comunidades rurales. La mejora en la infraestructura hídrica y el acceso al financiamiento contribuyeron a la reducción de la pobreza rural y al fortalecimiento de las organizaciones de productores, esenciales para integrar a pequeños agricultores en las cadenas de valor.