En 2024, el mundo se encontró nuevamente al filo de decisiones cruciales para el futuro de nuestro planeta. Lo que parecía ser un año de consensos y avances se transformó en un campo de tensiones, reveses y destellos de esperanza. Desde las revelaciones que sacudieron la COP29 hasta el ascenso de soluciones basadas en la naturaleza como un eje de transformación, los eventos de este año nos han mostrado una verdad clara: estamos en un punto de inflexión, y nuestras acciones —o inacciones— definirán las próximas décadas.
La sombra sobre la COP29 y el despertar de un nuevo horizonte
La cumbre se vio empañada por la controversia generada tras la filtración de un video donde el director ejecutivo de la conferencia, Elnur Soltanov, promovía acuerdos relacionados con combustibles fósiles, contradiciendo los objetivos de la cumbre. La reacción fue inmediata: indignación de los jóvenes activistas, llamados a la coherencia por parte de los líderes del Sur Global y, en medio de la tormenta, un silencio ensordecedor de la mayoría de potencias económicas.
Este momento nos obligó a preguntarnos, ¿qué es realmente avanzar? ¿Es suficiente discutir metas si no hay un cambio real en la forma en que operamos? Y entonces, en medio de la controversia, algo más profundo comenzó a emerger.
La naturaleza toma el centro del escenario
Mientras Bakú tambaleaba, Cali, con la COP16 de Biodiversidad, se erigió como un faro de esperanza. Allí, las soluciones basadas en la naturaleza no fueron solo un tema más en la agenda; fueron el corazón palpitante de las discusiones. Y, en esa misma línea, los créditos de biodiversidad lograron fortalecer su posición como una evolución a los mercados de carbono.
Además, el Fondo de Cali, un hito de esta COP16, marcó un precedente: los beneficios derivados de los recursos genéticos no solo serán compartidos, sino que tendrán un propósito, una misión de equidad. Es aquí que no hablamos solo de economía, sino de ética.
Brasil, la bioeconomía y la promesa de un 2025 esperanzador
En este contexto, Brasil emerge como un líder indiscutible. No es casualidad que el país, que alberga la mayor parte de la Amazonía, sea también quien impulse uno de los cambios más significativos. Con una agenda enfocada en la bioeconomía, el liderazgo brasileño ya proyecta un futuro donde la biodiversidad no es solo un recurso, sino un derecho, una responsabilidad compartida.
Con la COP30 en el horizonte, a celebrarse en Belém, Brasil, las expectativas son altas. Será el escenario donde se consolidarán estas nuevas narrativas, donde las palabras de Cali resonarán con más fuerza, y donde veremos si el mundo realmente puede caminar hacia un futuro más justo y sostenible.
Los Catalizadores del Futuro: Historias para inspirar el cambio
En medio de estos grandes escenarios de decisiones globales, siempre está la acción local, individual, profundamente humana. Este 2025, desde esta columna, quiero contar las historias de 24 Catalizadores del Futuro. Dos por cada mes, de distintos rincones del mundo, cuyas acciones nos recuerdan que detrás de cada gran cambio existen personas impulsándolo.
Estas historias no solo serán ejemplos de valentía; sino además un llamado. Cada uno de nosotros tiene un rol en esta historia compartida global.
Un año para inspirarnos y actuar
El 2025 no será fácil. Pero, con la inspiración de estos Catalizadores, podemos recordar que no estamos solos en esta lucha. Cada historia que compartimos será una invitación a que más personas se unan, a que todos nos convirtamos en defensores de este planeta que compartimos.
Y así, con la fuerza de sus voces, con el eco de sus pasos, construiremos un año lleno de esperanza. Porque al final, como nos enseñaran estos Catalizadores del Futuro, el verdadero cambio no viene de las cumbres; viene de nosotros, los que caminamos cada día con la certeza de que aún hay tiempo para restaurar.
24 Catalizadores del Futuro. 12 meses. Una sola Tierra. ¿Estás listo para unirte?