Un nuevo episodio de oleajes anómalos amenaza las costas del Perú este sábado 4 de enero, según informó la Municipal distrital de Máncora. Este fenómeno, conocido como “maretazo”, ha impactado severamente a comunidades costeras, alterando actividades turísticas, comerciales y pesqueras.
La Dirección de Hidrografía y Navegación de la Marina de Guerra del Perú señaló que los oleajes moderados a fuertes continuarán afectando el litoral norte hasta el sábado, con posibilidad de extenderse. Según el aviso especial N.º 82, las áreas más afectadas serán las playas abiertas o semiabiertas orientadas hacia el noroeste y oeste.
“El impacto de estos oleajes en la zona costera está previsto hasta el sábado 4 de enero. Sin embargo, es muy probable que persistan oleajes anómalos luego de esa fecha, los cuales serán comunicados oportunamente”, se detalló el comunicado. Asimismo, se informó que la fase lunar de luna nueva podría influir en el incremento del nivel de marea en algunas zonas costeras.
Impacto económico y social
En el distrito de Máncora, región Piura, las autoridades decidieron suspender las actividades recreativas programadas para la temporada de verano 2025. Entre estas actividades se encontraba la popular “pachanga” de apertura de temporada, inicialmente prevista para el 28 de diciembre de 2024 y reprogramada para el 4 de enero de 2025. Sin embargo, el riesgo que representan los oleajes anómalos llevó a aplazar indefinidamente el evento.
El jefe de Turismo de la Municipalidad Distrital de Máncora, César Quispe, indicó que la alerta ha generado una oleada de cancelaciones en el sector turístico. “Más del 90 % de las reservas fueron canceladas, incluso aquellas hechas desde septiembre. Hemos tenido que devolver el dinero a los turistas. Imagínese el impacto económico para quienes dependen del turismo”, afirmó en declaraciones a RPP.
Los comerciantes y operadores turísticos locales enfrentan pérdidas significativas. Actividades icónicas como el nado con tortugas, los paseos en lancha y los eventos deportivos en la playa fueron suspendidos. Según el represenate, el nado con tortugas genera ingresos diarios de hasta 500 soles en temporadas regulares. La suspensión de esta actividad por tres meses representa una pérdida sustancial para el sector y las personas que viven del día a día.
Además, el reciente oleaje inundó calles, restaurantes y viviendas en Máncora. Aunque las labores de limpieza continúan, las pérdidas materiales y la incertidumbre sobre futuros eventos climáticos mantienen en alerta a la comunidad.
Recomendaciones y medidas preventivas
La Dirección de Hidrografía y Navegación instó a las autoridades regionales, locales y a la población a tomar medidas de prevención. Entre las recomendaciones destacan evitar actividades acuáticas, restringir el ingreso al mar y reforzar las estructuras cercanas a la costa.
“El estado del mar será evaluado continuamente para garantizar la seguridad de la población”, afirmó la institución. En tanto, las Capitanías de Puerto han intensificado los controles para minimizar riesgos.
Contexto y precedentes
Desde el 27 de diciembre de 2024, el litoral norte del país experimento oleajes de alta intensidad que han afectado a localidades como Los Órganos, Cabo Blanco y Máncora. En estas zonas, la pesca artesanal y el turismo se encuentran paralizados, agravando la situación económica de las familias locales.
El panorama se complica por la acumulación de eventos adversos. A los daños por el oleaje se suma el reciente derrame de petróleo en Lobitos, que dejó sin recursos a varios pescadores de la zona.
El intenso oleaje anómalo registrado el 27 de diciembre provocó serios daños en el reconocido balneario de Máncora, situado en la provincia de Talara, región Piura. Este fenómeno natural ha impactado gravemente los sectores turístico y pesquero de una de las zonas más concurridas del norte del Perú.
El malecón turístico, uno de los principales atractivos del lugar, quedó completamente destruido, mientras que la emblemática playa de arena se ha convertido en una superficie de piedras debido a la fuerza de las olas. “Donde antes había arena y turistas con carpas, ahora solo quedan piedras”, lamentaron los habitantes, preocupados por las repercusiones de este fenómeno en la economía local.