¿Quién no ha hecho una de estas cosas en la víspera del Año Nuevo? Ropa amarilla, uvas y hasta esconderse debajo de la mesa: los peruanos tienen diversas tradiciones para recibir el año nuevo con abundancia.
Tras el cierre de las celebraciones navideñas, el Centro de Lima y los mercados locales se llenan de color amarillo. Desde objetos decorativos hasta ropa interior, este tono se convierte en el protagonista indiscutible de las festividades de fin de año.
El amarillo, tradicionalmente asociado con la buena suerte y la abundancia, es el corazón de una de las cábalas más populares: vestir una prenda de este color para atraer éxito durante los próximos 365 días.
Sin embargo, no es el único color cargado de simbolismo en estas fechas. Quienes buscan prosperidad económica apuestan por la ropa interior verde, mientras que aquellos que desean un año lleno de amor optan por el rojo.
Los vendedores del Mercado Central y del Emporio Comercial de Gamarra hacen gala de su ingenio y ofrecen ropa con las frases más curiosas y divertidas.
12 uvas
Pero dejando atrás las prendas amarillas, hay otra cábala que es la infaltable en la celebración de año nuevo: comer 12 uvas.
Cada uva simboliza un deseo o un propósito para cumplir en el próximo año. Durante la cena por esta celebración es común encontrar una copa o una bolsa con 12 uvas.
El ritual consiste en comer una uva, por cada campanada que anuncia la media noche, mientras las comes, vas mentalizando tus metas, propósitos y deseos que tienes para el año que viene.
En el Perú, esta tradición llegó a principios del siglo pasado y se ha mantenido vigente hasta la actualidad. En las celebraciones del 31 de diciembre, este sencillo ritual, con una alta carga simbólica, puede ser la clave para atraer la buena suerte y fortuna.
Correr con una maleta
¿Quién no sueña con vivir nuevas experiencias? El inicio del 2025 trae consigo grandes expectativas: retos, cambios familiares, oportunidades laborales y académicas.
Sin embargo, para muchos, el deseo principal está relacionado con los viajes. En ese contexto, es común que, al marcarse la medianoche del 1 de enero, algunas personas salgan corriendo con una maleta en mano.
Esta peculiar tradición simboliza un anhelo: que el nuevo año esté lleno de oportunidades para viajar, ya sea dentro del país o al extranjero. El acto de preparar una maleta y salir a la calle tras las doce campanadas es visto como un gesto simbólico para atraer aventuras y días fuera de casa, reflejando un compromiso personal con ese deseo. La creencia radica en que este ritual, realizado con convicción, puede influir en el cumplimiento de este objetivo.
Así que no te sorprendas si ves a más de una persona corriendo por la calle con su maleta o mochila y no dudes en hacer lo mismo si uno de tus propósitos para el 2025 es viajar.
Esconderse debajo de la mesa
Entre las numerosas cábalas que marcan el Año Nuevo, una de las más curiosas que ha ganado popularidad en los últimos años es meterse debajo de la mesa a media noche.
Según esta tradición, el gesto promete suerte en el amor: para quienes están solteros, augura la llegada de una pareja, y para quienes ya tienen una relación, puede traducirse en compromisos más serios, como una pedida de mano o un matrimonio.
Esta práctica se volvió un fenómeno gracias a TikTok, donde usuarios compartieron videos mostrando cómo se escondían bajo la mesa durante las campanadas y relataban luego cómo sus vidas amorosas habían dado un giro en los meses siguientes. Así, lo que comenzó como una tendencia en redes sociales se ha convertido en un ritual adoptado por muchos con la esperanza de mejorar su suerte en el ámbito sentimental.
Tirar lentejas
En Perú y diversas partes del mundo, las lentejas toman un papel central en las tradiciones de Año Nuevo, simbolizando mucho más que un simple alimento. Este ingrediente se ha transformado en un elemento esencial de rituales que buscan atraer prosperidad económica, buena salud y amor, consolidándose como un ícono de esperanza para el año entrante.
La costumbre de incluir lentejas en la celebración del 31 de diciembre tiene raíces culturales profundas. Su forma redonda y achatada, similar a monedas, las convierte en un símbolo de riqueza y abundancia. Esta creencia ha llevado a muchas familias a utilizarlas en rituales para atraer fortuna y estabilidad financiera.
Uno de los gestos más tradicionales es lanzar un puñado de lentejas al aire justo después de la medianoche, recogerlas y guardarlas en una pequeña bolsa que luego se coloca en la billetera. Este acto simboliza el deseo de bonanza económica para el año que comienza. Más allá de la abundancia, las lentejas también representan la plenitud y la buena suerte, siendo consideradas portadoras de energía positiva para quienes las incorporan en su celebración.
Baños de florecimiento y el ‘Ekeko’
En Perú, las tradiciones de Año Nuevo están cargadas de simbolismo y arraigo cultural, como lo demuestra el Ekeko, una figura que representa prosperidad y abundancia. Este pequeño personaje, vinculado al dios Tunupa de la cultura Tiahuanaco, lleva consigo miniaturas de dinero, electrodomésticos y otros bienes materiales, prometiendo cumplir los deseos de quienes lo cuidan con dedicación.
Para mantener su favor, es necesario hacerlo “fumar” los viernes y actualizar su mercancía periódicamente. Según la tradición, el Ekeko no solo puede otorgar prosperidad, sino también retirarla si no se le presta la atención adecuada. Lo ideal es recibirlo como un regalo y ubicarlo en un lugar especial del hogar, un gesto que muchas familias repiten con fe cada inicio de año.
Por otro lado, el baño de florecimiento es otro ritual popular para recibir el año con energía renovada. Este consiste en limpiar el cuerpo de malas vibras y abrir paso a la abundancia, el amor y la buena salud. Utilizando hierbas como romero y hierbabuena, agua florida y flores amarillas, el proceso busca purificar el aura y atraer los mejores deseos para el año que comienza.
Aunque tradicionalmente realizado por curanderos, también puede hacerse en casa con los insumos adecuados.