El norte del Perú enfrenta uno de sus periodos más críticos de escasez hídrica, afectando tanto a agricultores como al acceso a agua potable para consumo humano. En respuesta a esta problemática, Lambayeque recurrió a sus ancestrales tradiciones para invocar la lluvia. El 21 de diciembre de 2024, coincidiendo con el solsticio de verano, se celebró la tradicional Far Ich Lap Muchik, conocida como la Fiesta del Agua Mochica. Este evento cultural y ambiental revive los antiguos rituales de los mochicas, quienes durante siglos pidieron a sus deidades asegurar el flujo de agua en los ríos y quebradas de la región.
La festividad, que se realiza cada año en el distrito de Pucalá y en el Museo de Sitio Huaca Rajada-Sipán, tiene como objetivo recuperar las tradiciones ancestrales para afrontar una crisis actual que amenaza la seguridad hídrica del norte peruano. Este año, los participantes se centraron en rogar por lluvias que alivien la sequía que afecta tanto a las zonas agrícolas como a las poblaciones locales, cuyas fuentes de agua están cada vez más comprometidas.
La recuperación de los ritos ancestrales
El ritual de la Far Ich Lap Muchik, que comenzó a celebrarse en 2019, conserva su esencia al integrar las antiguas prácticas de los mochicas en un contexto contemporáneo. La ceremonia, además de ser un acto cultural, se considera un símbolo de resistencia y de conexión con la tierra. Los participantes siguen las huellas de sus ancestros, quienes, en tiempos prehispánicos, realizaban rituales de esta índole para invocar la lluvia y asegurar la fertilidad de las tierras.
Como parte de esta tradición, mensajeros recorren el valle del Chancay, desde Pimentel hasta Pucalá, transportando agua de mar, la cual es ofrendada en varios puntos clave, entre ellos el río Chancay y la laguna de Mishaguanga, ubicada a casi 4.000 metros sobre el nivel del mar en el distrito de Miracosta, en Cajamarca. Estos lugares fueron considerados por los mochicas como fuentes vitales de energía y agua, esenciales para la vida y la agricultura.
Las ofrendas no se limitan al agua; también se realizan rituales de oración y agradecimiento a las deidades que, según la cosmovisión mochica, son las encargadas de mantener el equilibrio del ciclo del agua. Este año, además, se hizo una especial mención al Apu Chaparrí, un espíritu protector de los ecosistemas de la región, a quien se le pidió por la preservación de los bosques y las cuencas hidrográficas.
Durante el desarrollo de la jornada, se realizaron diversas actividades que vincularon el culto al agua con la conservación de los ecosistemas. Una de las partes más destacadas fue la carrera de mensajeros Muchik, en la que los participantes, vestidos con trajes típicos, revivieron la tradición de recorrer el valle para entregar los elementos sagrados a los antiguos dioses. Esta actividad, además de ser simbólica, permitió a los asistentes reflexionar sobre la importancia de la conservación de los recursos naturales.
En este contexto, los mensajes de los ancestros, transmitidos a través de las representaciones míticas, recordaron la necesidad de proteger las fuentes de agua y los bosques que permiten el ciclo hídrico. En especial, se destacó la importancia de prevenir tanto la escasez de agua como los desbordes provocados por el Fenómeno El Niño, que puede traer lluvias intensas e inundaciones.
Con el idioma Muchik como vínculo cultural
Uno de los momentos más significativos de la jornada fue el uso del idioma Muchik, hablado por los mochicas en tiempos prehispánicos. Al final de la festividad, se escuchó el grito “¡Moeich Muchik, Chipán Siameiñ!”, que significa “¡Somos Muchik, Aún Vivir!”. Este mensaje no solo expresó el orgullo por la herencia cultural de la región, sino también la esperanza de que las tradiciones de los antepasados sigan vivas y se transmitan a las nuevas generaciones.
El uso del Muchik también se evidenció en las danzas y estampas, que fueron presentadas durante el evento, las cuales sirvieron para mantener vivas las costumbres y simbolismos propios de la cultura mochica. Estos concursos fueron una oportunidad para que los participantes y visitantes se conectaran con la historia y la cosmovisión de un pueblo que, a través de sus rituales, trataba de garantizar la prosperidad de la tierra.
La Far Ich Lap Muchik no es solo una fiesta, sino también una manifestación del esfuerzo por recuperar un legado cultural que sigue siendo vital para las comunidades del norte de Perú. Este evento representa una oportunidad para que la región se reconcilie con su historia y, al mismo tiempo, haga frente a los desafíos ambientales actuales.