Santurantikuy: así es la tradicional feria navideña que se celebra todos los años en el Cusco

La feria navideña más emblemática del ‘Ombligo del mundo‘, ofrece cada diciembre arte popular, sabores festivos y devoción en una tradición viva que encanta a locales y turistas.

Desde el siglo XVI, SanturantikuyDesde el siglo XVI, Santurantikuy
Desde el siglo XVI, Santurantikuy transforma Cusco en un escenario de arte y fe. Miles de artesanos exhiben figuras y símbolos que mantienen viva la herencia cultural andina. (Andina)

En la víspera de Navidad, cuando la Plaza de Armas de Cusco se llena de vida y tradiciones, una figura se convierte en la protagonista indiscutida: el Niño Manuelito.

Este personaje, cuya figura encarna la mezcla de devoción religiosa y las costumbres ancestrales, se convierte en el corazón de la Feria de Santurantikuy, un evento que ha evolucionado desde el siglo XVI, cuando los artesanos comenzaban a vender sus creaciones en la plaza central.

Hoy, el Niño Manuelito, conocido por su representación como un Niño Jesús adornado con ropas tradicionales y una tierna mirada, sigue siendo el símbolo más importante de las celebraciones navideñas en Cusco.

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Una tradición de generaciones

Desde el siglo XVI, SanturantikuyDesde el siglo XVI, Santurantikuy
Desde el siglo XVI, Santurantikuy ha sido un espacio donde la tradición y el arte se entrelazan. La feria continúa reuniendo a familias y artistas que comparten su herencia cultural a través de figuras y esculturas. (Andina)

La historia de Santurantikuy se remonta a épocas coloniales, cuando los españoles impusieron en las tierras cusqueñas la venta de imágenes religiosas como parte del proceso de evangelización.

Cada diciembre, más de mil artesanos se reúnen para mostrar sus habilidades, creando desde figuras de barro hasta sofisticadas esculturas en plata, madera y otros materiales. Este mercado de santos, conocido en quechua como “Santurantikuy” (cómprame un santito), es hoy un evento de referencia no solo en Cusco, sino también en todo el Perú.

Un mercado lleno de colores y olores

El mercado de Santurantikuy vibra con vida y tradición. Esculturas, nacimientos y adornos comparten espacio con el aroma a ponche caliente y chicharrón, invitando a explorar la riqueza cultural del Cusco. (Andina)

La feria no solo es un escaparate de arte, sino también un punto de encuentro para miles de familias cusqueñas. A lo largo de tres días, la Plaza de Armas se convierte en una galería de tradiciones vivas.

Los artesanos, algunos provenientes de pueblos alejados, ofrecen una amplia gama de figuras que reflejan la creatividad y el talento heredado de generaciones pasadas. Cada obra tiene una historia, un legado que atraviesa los siglos y mantiene viva la cultura cusqueña.

Sabores y sonidos de una fiesta popular

Entre villancicos y aromas festivos, Santurantikuy ofrece una experiencia sensorial única. Ponche caliente, dulces y chicharrón acompañan las compras en esta feria que mezcla arte, sabor y tradición andina. (Andina)

Además del arte, la Feria de Santurantikuy también es un festín para los sentidos. Durante la celebración, el aire se llena de los aromas característicos de la Navidad cusqueña.

Por la tarde, el olor del chicharrón y otros manjares cusqueños invade las calles, ofreciendo una experiencia gastronómica que complementa la magia de la feria.

De la tradición a Patrimonio Cultural

Proclamada Patrimonio Cultural, la feria de Santurantikuy celebra siglos de historia y devoción. Su reconocimiento destaca la relevancia del arte popular como expresión viva de la herencia andina. (Andina)

Santurantikuy fue proclamada Patrimonio Cultural de la Nación en 2009, un reconocimiento que subraya su importancia como uno de los eventos más representativos de la tradición católica y andina en el país. La feria no solo es una manifestación de arte popular, sino también una celebración de la identidad cultural cusqueña.

Este evento sigue siendo un espacio de unión y revalorización cultural, donde las familias se reencuentran y la historia se celebra a través del arte y la devoción.

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