En la mañana de este 22 de diciembre, Julio Manuel Puescas Querevalú y su compañero Juan Carlos Puescas Antón se embarcaron en altamar, como de costumbre. Pero esta vez, los pescadores artesanales no zarparon para garantizar el sustento de sus familias, sino para advertir sobre una amenaza que podría acabar con su modo de vida. En la zona entre Lobitos y Cabo Blanco, conocida por los hombres de mar como Restín, una extensa mancha de petróleo cubría el mar desde el horizonte.
El derrame de petróleo del viernes 21 había afectado la playa Las Capullanas, una de las áreas más emblemáticas del distrito piurano de Lobitos. Según la empresa Petroperú, la contaminación, atribuida a la Refinería de Talara, estaba bajo control. Sin embargo, al amanecer del sábado, los Puescas fueron testigos de un panorama desalentador.
Desde las 7 a.m. hasta pasadas las 9, los pescadores transmitieron en vivo por Facebook una serie de impactantes videos que mostraban la magnitud de la contaminación, una situación que, según ellos, Petroperú ha minimizado. Aunque la empresa aseguró haber controlado el derrame de inmediato y suspendido las operaciones como medida preventiva, el daño ya afecta al menos cuatro playas: Las Capullanas, Lanchón, Palizada y La Bola.
Según informes preliminares del Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) y la Municipalidad Distrital de Lobitos, el petróleo ha contaminado aproximadamente 10.000 metros cuadrados del mar en la provincia. Los videos capturados por los pescadores contradicen estas cifras, y revelan que la mancha se estaría extendiendo mucho más allá de lo reportado inicialmente.
“¿Qué más pruebas quiere la OEFA? ¿Qué más pruebas quieren, señores? Miren, la contaminación nos está matando. Vean todo este mar, muchachos, es petróleo. A ver, señores. ¿Qué más quieren?”, exclama Julio Puescas en uno de los videos, mientras sumerge su mano en las olas. Segundos después, al levantarla, su palma aparece completamente ennegrecida por el crudo.
Corrientes cambiantes amenazan la pesca artesanal
Julio Manuel y Juan Carlos forman parte de la Asociación de Pescadores Artesanales de Consumo Humano Directo de Cabo Blanco (ASPACAB), una caleta ubicada a 30 kilómetros de Lobitos y reconocida por su pesca de altura. Esta actividad, que ya ha sufrido por la presencia de la industria petrolera en la zona, enfrenta ahora una amenaza directa. Hugo Ecca, representante de ASPACAB, declaró a Infobae que desde el día del derrame sintió un profundo temor, pues sabía que la mancha avanzaría hacia sus zonas de pesca. A día de hoy, los pescadores de la asociación ya han reportado la llegada de petróleo a su mar.
“Si bien es cierto el derrame ha sido en la Refinería de Talara, y ha ido avanzando hacia Las Capullanas, todo eso ha venido expandiéndose. Como esta es una zona de corrientes cambiantes, ayer y hoy ha estado la corriente hacia el norte y el petróleo ya llegó hasta la zona donde se encuentran los pozos petroleros de Cabo Blanco. Una parte del petróleo en un derrame se vara y la otra se expande mar afuera. Lo que nos está llegando es lo que se expandió hacia el océano”.
Según el representante, la falta de mantenimiento en las tuberías de los pozos petroleros, que llevan más de 50 años en uso, agrava la situación y podría causar nuevos derrames en cualquier momento: “Nosotros, como Asociación de Pescadores, hemos denunciado desde el principio estos constantes derrames, y nosotros fuimos con la finalidad de conversar con las altas autoridades, pero lamentablemente no llegamos a tiempo”.
“Esto no lo terminan de limpiar ni hoy día, ni mañana, ni en un mes”
Ante la amenaza a su subsistencia, Hugo Ecca y más representantes de la ASPACAB viajaron hasta la playa Las Capullanas para confrontar a los representantes de Petroperú y fiscalizar sus labores de limpieza. Según el dirigente, el personal contratado por la empresa petrolera para mitigar los impactos de derrame estaba desprotegido. Esta denuncia es replicada por la ONG medioambiental Oceana Perú, que advirtió sobre los riesgos a los trabajadores, quienes no solo están expuestos al contacto directo con el petróleo, sino también a la inhalación de vapores tóxicos sin las debidas protecciones.
En conversación con Infobae, el dirigente describió que el personal contratado para la limpieza está utilizando trajes blancos aparentemente básicos, que no ofrecen la protección necesaria frente al contacto prolongado con hidrocarburos. “A simple vista se veía que (los trajes) eran sencillos. No eran los adecuados para el personal y para el derrame de petróleo que había sucedido”, señaló.
La complejidad del terreno ha añadido más dificultades a las labores de limpieza. Las playas afectadas, como Las Capullanas, están rodeadas de dunas que dificultan el acceso y el traslado de materiales. Hugo Ecca explicó que debido a las dunas, el método empleado por los equipos para remover el crudo de la arena resultaba arcaico e ineficiente. “Estaban sacando solo la arena de encima y llenándola en sacos. Luego, la gente tenían que subir esos sacos usando cuerdas, jalando las cuerdas hacia arriba. No había manera”, denunció Ecca. “Esto no lo terminan de limpiar ni hoy día, ni mañana, ni en un mes”.
Concluyó: “Hoy en día, los pescadores no tenemos ninguna garantía de que no habrá otro desastre, y al final, la limpieza queda incompleta, mientras el daño ecológico que nos están haciendo, ya está hecho”.