Cuato prácticas que toda empresa debería implementar para que la población vuelva a creer en ella

Estudios recientes revelan la percepción negativa de la sociedad peruana sobre transparencia empresarial, exponiendo riesgos para el panorama económico y político en los próximos años

La pérdida de confianza limita las inversiones extranjeras y afecta el desarrollo económico del Perú. (Imagen Ilustrativa Infobae)

La confianza es el elemento más importante para consolidar la reputación corporativa. Cuando hay confianza, la relación de una empresa con sus grupos de interés se vuelve más sólida y puede proyectarse en el tiempo. Pero cuando no hay, resulta difícil encaminar cualquier proyecto. Y, como sucede en el matrimonio, la confianza se cultiva cada día, con lo cual se puede debilitar o revalidar con el paso del tiempo.

En Perú, lamentablemente vivimos una crisis de confianza. Esta se encuentra muy debilitada en el ámbito de la relación empresa-sociedad. Investigaciones actuales, realizadas por Ipsos y Havas Group, muestran que la mayoría de los peruanos no confía en la transparencia de los negocios.

De acuerdo con Ipsos, únicamente el 12% de los ciudadanos tiene total confianza en las empresas, mientras que un estudio de Havas Group revela que únicamente el 40% de la población piensa que las empresas son claras. Estos números evidencian una falta de entendimiento de parte del sector empresarial sobre las demandas de la población. Una situación que pone al Perú a merced de una serie de peligros de cara al 2025, un año que promete mucho ruido político.

Los trabajadores representan el esfuerzo constante por construir relaciones más sólidas y transparentes con la sociedad. - Crédito Composición Infobae/Andina

Desconfianza: un desafío que trasciende a las empresas

La desconfianza de los ciudadanos hacia las compañías en Perú no es un tema menor ni nuevo. Evidencia la ausencia de integridad y responsabilidad que ha habido a lo largo de los años en muchas organizaciones.

Casos de corrupción como el de Odebrecht o el derrame de petróleo de Repsol, por citar dos ejemplos, han alimentado la percepción de que las empresas en Perú no pueden poner en práctica criterios fundamentales de transparencia, ética y responsabilidad social. Y, por consiguiente, que no es posible un cambio positivo en la sociedad a través del sector privado.

Se trata de un círculo vicioso, en el que la esperanza de la ciudadanía que existió a inicios del siglo se ha transformado en decepción, escepticismo y, en última instancia, rechazo hacia el sector privado y todo lo que este involucra, lo cual, como se ha mencionado, representa un riesgo de cara al 2025 y las elecciones del 2026.

El rol que las compañías deberían cumplir en una sociedad es el de creadoras de más puestos de trabajo. Y, por consiguiente, de generadoras de riqueza, tanto para el negocio como para los millones de peruanos a través de impuestos.

Esta tarea no va a ser posible si es que no se tiene la tan ansiada confianza social. No contar con ella, elevará los gastos operativos de la propia empresa afectada frente a un conflicto e incrementará la incertidumbre, perjudicando nuestra capacidad como país para atraer nuevas inversiones desde el extranjero.

a percepción negativa hacia las empresas en Perú frena la creación de empleo y el desarrollo económico.

Pero no debemos perder la esperanza, sobre todo en estos días de fiestas. El Perú sí tiene solución. Y para hacerle frente a esta problemática, las compañías necesitan implementar acciones específicas que ataquen el problema y, a su vez, fomenten una nueva narrativa fundamentada en la transparencia y la responsabilidad social empresarial.

A continuación, comparto algunas medidas que considero necesarias para generar un cambio de mentalidad en la ciudadanía:

  • Desarrollar programas de sostenibilidad: No es suficiente acatar la normativa vigente, las compañías deben evidenciar su compromiso a través de la generación de oportunidades para las comunidades de su área de influencia. Una forma podría ser a través de la modalidad de obras por impuestos (OxI), por ejemplo.
  • Promover una cultura corporativa ética y transparente: La ética debe ser el eje central de toda estrategia corporativa. Para ello, es necesario que las empresas establezcan normas de comportamiento rigurosas, formen a sus trabajadores en principios éticos y aseguren sistemas de denuncia eficaces para acabar con las malas prácticas dentro de una organización. Esto sumado al desarrollo de políticas transparentes y comprensibles que faciliten a sus stakeholders entender su funcionamiento y la forma en que toman decisiones.
  • Escuchar y conectar con nuestros públicos: Las compañías deben dejar de lado la estrategia unidireccional en sus comunicaciones y promover un diálogo genuino con sus diferentes públicos. Esto implica desarrollar mecanismos de consulta anticipada en proyectos de impacto social y atender de manera activa las preocupaciones de los consumidores.
  • Ser coherente y promocionar los valores de la compañía: Una compañía no puede generar confianza si su objetivo empresarial no se manifiesta en sus elecciones cotidianas. Las entidades deben garantizar que sus prácticas de negocio estén en consonancia con los valores que fomentan públicamente.

Como podemos ver, construir la confianza empresarial no es una labor fácil. Sobre todo si lo que se busca es recuperarla. Por ello, quisiera aprovechar esta tribuna para invitar a todos los empresarios a trabajar por un Perú más equitativo, floreciente y sustentable. Esto, sin duda, no es un objetivo que se consiga de inmediato, pero a través de la implementación de tácticas definidas y acciones que demuestren una preocupación genuina de parte de las empresas por mejorar el país, se puede lograr. No perdamos la fe.