Un derrame de petróleo registrado en el terminal submarino de la Refinería Talara, en Lobitos, Piura, ha provocado una grave emergencia ambiental que afecta a las playas y la biodiversidad marina de esta zona. El incidente ocurrió durante las maniobras de embarque de hidrocarburos al buque Polyaigos el pasado viernes 20 de diciembre, generando alarma entre los residentes y autoridades locales.
El impacto ambiental: playas contaminadas y fauna afectada
El derrame de petróleo en Lobitos, Piura, ha causado daños significativos en las playas icónicas de la zona, como Las Capullanas, Lanchón, La bola y Palizada, conocidas por su riqueza natural y atractivo turístico. Las primeras evaluaciones indican que el hidrocarburo se ha extendido a lo largo de 10 kilómetros de costa, afectando tanto a los ecosistemas marinos como a las especies que dependen de ellos.
Además de las playas, se han registrado daños en fauna marina como aves, peces y crustáceos. Especies en peligro, como la tortuga verde y diversas aves migratorias que utilizan estas playas como puntos de descanso, se encuentran entre las más afectadas por la contaminación. Estas especies enfrentan riesgos graves debido a la ingestión de petróleo y la exposición prolongada al crudo.
Lobitos es una zona reconocida por su biodiversidad y su importancia como destino turístico. Este incidente amenaza no solo el ecosistema, sino también la economía local, que depende en gran medida de la pesca artesanal y el turismo.
Cómo ocurrió el derrame y quién es responsable
El desastre ambiental ocurrió durante las maniobras previas al embarque de hidrocarburos en el buque Polyaigos en el terminal submarino de la Refinería Talara, operada por Petroperú. Según investigaciones preliminares, un fallo técnico en las válvulas de seguridad habría sido el detonante del derrame.
Este no es el primer incidente de este tipo asociado a dicha refinería. En octubre pasado, el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) inició la supervisión ambiental de un presunto derrame de hidrocarburos en el mar de Negritos. En el caso actual, organizaciones ambientales han señalado que los protocolos de emergencia no fueron implementados con la rapidez necesaria, lo que agravó la dispersión del crudo.
Petroperú aseguró que la situación fue controlada de “inmediato” y, como medida preventiva, se suspendieron todas las operaciones para inspeccionar la zona cercana al terminal. Sin embargo, el crudo fue detectado en la mañana del sábado en la playa Las Capullanas, ubicada a 10 kilómetros al norte de la refinería Talara.
Respuesta de las autoridades y acciones en curso
El sábado, el OEFA anunció el inicio de una inspección ambiental en el terminal marítimo de la Refinería de Talara. Esta entidad, vinculada al Ministerio del Ambiente, indicó que la supervisión, en coordinación con la Capitanía de Puerto de Talara, busca “verificar los hechos relacionados con la emergencia ambiental, determinar responsabilidades y evaluar el impacto ocasionado”.
Asimismo, informó que se realizarán evaluaciones de las acciones de respuesta inicial llevadas a cabo por Petroperú, además de recolectar muestras de agua superficial y sedimentos marinos, las cuales serán analizadas en un laboratorio acreditado.
Las labores de limpieza están en marcha, pero se espera que los daños ambientales tarden semanas, o incluso meses, en ser mitigados completamente. Las sanciones a los responsables podrían incluir multas significativas, de acuerdo con las normativas peruanas.
Consecuencias económicas y sociales
La economía de Lobitos, basada en la pesca artesanal y el turismo, enfrenta una crisis debido al impacto del derrame. Las aguas contaminadas y la pérdida de biodiversidad dificultan las actividades pesqueras y desalientan la llegada de turistas, afectando a cientos de familias que dependen directamente de estas actividades.
Los residentes han expresado su preocupación por la lentitud en las acciones de limpieza y han solicitado mayor atención del gobierno central para enfrentar las consecuencias del desastre.
DATO
El último derrame de crudo de magnitud en Perú ocurrió en 2022, en la costa de Ventanilla, cercana a Lima, con la descarga de unos 12.000 barriles de un buque petrolero que abastecía a la refinería de La Pampilla, administrada por la empresa española Repsol. Este incidente generó sanciones a la empresa y un largo proceso de limpieza y reparación dirigido a los pescadores y familias afectadas en esa área.