Cada 18 de diciembre, el Día Internacional del Migrante reconoce las contribuciones de millones de personas que, por diversas razones, dejaron sus países en busca de seguridad o mejores oportunidades. La fecha también invita a reflexionar sobre los desafíos que enfrentan en un mundo marcado por conflictos, desastres climáticos y crisis económicas. Este año, la atención en Perú se centra en los más de 1,5 millones de venezolanos que han migrado al país desde 2015, protagonizando un fenómeno sin precedentes en América Latina.
Hasta diciembre de 2024, se estima que hay 7,9 millones de migrantes y refugiados venezolanos en el mundo, de los cuales 6,8 millones residen en América Latina y el Caribe. Perú alberga la segunda mayor población de migrantes y refugiados venezolanos a nivel global, con más de 1,6 millones de personas que aportan significativamente al desarrollo cultural y económico del país.
De acuerdo con Gloria Zambrano, Coordinadora Nacional de Migración Laboral y Movilidad Humana de la para los países andinos, en declaraciones a Infobae Perú, esta ola migratoria se ha desarrollado en diferentes etapas. “A raíz de la crisis económica en Venezuela, hemos tenido varias oleadas de migrantes. La más significativa ocurrió entre 2017 y 2018, compuesta por personas con altos niveles educativos. En años posteriores, como 2020 y 2021, llegaron migrantes con niveles educativos más bajos”, explicó.
Según la experta, los venezolanos que residen en Perú representan una población joven y en edad económicamente activa. La mayoría tiene entre 18 y 30 años, lo que ha incidido positivamente en la dinámica demográfica peruana. “La incorporación de esta población a la fuerza laboral ayuda a contrarrestar el envejecimiento de la población local y fortalece la sostenibilidad de los sistemas de pensiones y servicios públicos”, señaló.
Integración laboral de los migrantes en el país
Pese al potencial de la población migrante para contribuir al desarrollo económico, su integración en el mercado laboral peruano enfrenta múltiples obstáculos. Según datos del INEI, el 98% de los venezolanos en edad de trabajar están ocupados, pero cerca del 81% lo hacen en la informalidad, lo que los expone a condiciones laborales precarias.
“La informalidad los coloca en situaciones vulnerables: bajos salarios, falta de contratos y ausencia de derechos laborales. Esto afecta especialmente a las mujeres migrantes, quienes, además de enfrentar una brecha salarial más amplia en comparación con las peruanas, carecen de redes de apoyo para el cuidado del hogar”, mencionó Zambrano.
Los sectores de comercio y servicios concentra a gran parte de la población migrante debido a la flexibilidad que ofrecen estos rubros. Sin embargo, esta situación perpetúa la informalidad. “Muchas mujeres migrantes optan por trabajos independientes porque les permiten combinar sus actividades laborales con el cuidado de sus familias. Pero esta independencia también responde al temor de enfrentar acoso o discriminación en ambientes laborales formales”, agregó.
En cuanto a los profesionales venezolanos, la situación presenta un contraste. A pesar de que el 32% ha culminado estudios superiores, solo el 8% logró validar sus títulos en Perú. Las barreras incluyen altos costos de homologación, requisitos difíciles de cumplir y la falta de equivalencias entre algunas carreras técnicas o universitarias.
Consumo, emprendimiento y recaudación fiscal en el país
Los migrantes y refugiados venezolanos que se encuentran en Perú van a contribuir con aproximadamente 530 millones de dólares EE.UU. en 2024, de acuerdo con un reciente estudio realizado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Este impacto económico sustancial pone de relieve el rol crucial que los migrantes y refugiados tienen en cuanto a impulsar el desarrollo económico en toda América Latina y el Caribe.
La Coordinadora Nacional de Migración Laboral y Movilidad Humana de la OIT para los países andinos destacó el efecto positivo de este consumo: “Cada alimento o servicio adquirido genera ingresos para diferentes actores de la economía, desde pequeños comerciantes hasta grandes cadenas de producción”. Además, los migrantes han impulsado el emprendimiento, con más de 3 mil negocios establecidos por venezolanos hacia 2020.
Estudios del Banco Central de Reserva y el Instituto de Estudios Peruanos corroboran estas contribuciones. El gasto de los venezolanos representa el 0,33% del crecimiento del PBI, mientras que su aporte neto al fisco equivale al 0,04%. A pesar de estos beneficios, también existen desafíos. El acceso a servicios públicos, como salud y educación, supone una presión adicional para el Estado peruano, que ha tenido que ampliar su cobertura para incluir a la población migrante.
Además, la especialista aseguró que según la última encuesta especializada realizada por el INEI en 2022, el ingreso promedio mensual de un ciudadano venezolano que trabaja en Perú es de 1200 soles, cifra considerablemente inferior a los 1650 soles que percibe, en promedio, la población nacional. “Más aún cuando hablamos de mujeres”, advirtió, al destacar que el ingreso promedio de las mujeres migrantes venezolanas es de aproximadamente 1000 soles, por debajo tanto de la Remuneración Mínima Vital como del promedio de ingresos de las mujeres peruanas, que alcanza los 1420 soles.
También alertó sobre las condiciones de vulnerabilidad que atraviesan los hogares migrantes en el país. “Hay algunos estudios que están demostrando que esta vulnerabilidad se evidencia en sus tasas de pobreza”, explicó. Según las estimaciones, alrededor del 46% de la población migrante vive por debajo de la línea de pobreza, lo que refleja las precarias condiciones económicas que enfrentan estos hogares en Perú.
Criminalidad y estereotipos
La percepción pública sobre los migrantes no siempre coincide con los datos. En cuanto a criminalidad, la experta destacó que las tasas de delitos denunciados entre la población venezolana son menores que entre los nacionales. “Para 2022, la tasa de denuncias entre venezolanos fue de 0,15%, mientras que en peruanos alcanzó el 1,5%. Es importante no estigmatizar a toda una comunidad por casos aislados”, afirmó.
Un análisis similar se refleja en la población penitenciaria. Según cifras de la Policía Nacional del Perú, la proporción de venezolanos condenados es inferior a la de peruanos. No obstante, los casos de criminalidad vinculados a migrantes suelen ocupar titulares, contribuyendo a la xenofobia y dificultando la integración de los migrantes en la sociedad.
Para enero de 2024, ya había 3245 internos venezolanos, constituyendo el 71 % de los 4590 presos extranjeros en el Perú; es decir, casi un 5 % de los 95 mil internos recluidos en cárceles peruanas (INPE, 2024)
Retos pendientes y perspectivas
Aunque el panorama económico y demográfico parece indicar que la población migrante ha aportado más de lo que ha recibido, aún queda mucho por hacer para garantizar su integración plena. La informalidad sigue siendo el principal obstáculo, afectando no solo a los migrantes, sino también a la economía peruana en general.
En el caso de los profesionales, Gloria Zambrano insistió en la necesidad de políticas públicas que faciliten la homologación de títulos y el acceso a empleos formales en áreas donde Perú enfrenta déficits de talento, como salud, educación y tecnología.
Por otro lado, mientras algunos jóvenes peruanos emigran en busca de oportunidades en el extranjero, la llegada de migrantes representa una oportunidad para equilibrar las dinámicas poblacionales y laborales del país. Sin embargo, como subrayó Zambrano, “es necesario analizar el perfil de quienes llegan y quienes se van para diseñar políticas efectivas que beneficien a todos”.
El fenómeno migratorio en Perú no solo plantea desafíos en términos de empleo y servicios públicos, sino que también ofrece oportunidades para reconfigurar el panorama económico y social del país. Los migrantes venezolanos, en su mayoría jóvenes y con gran potencial productivo, han demostrado ser un componente clave en este complejo entramado.