En las tierras áridas de la costa peruana, donde las lluvias son escasas y el sol brilla casi todo el año, la idea de cultivar arándanos parecía una utopía. Sin embargo, un pequeño grupo de visionarios apostó por transformar ese desierto en un próspero campo agrícola, y lo logró. A través de innovación, perseverancia y una visión audaz, Perú ha conseguido lo impensable: convertirse en el líder mundial de la producción de arándanos.
Esta revolución agrícola no solo ha cambiado el rostro de la agricultura peruana, sino que ha abierto nuevas puertas para la economía del país, al mismo tiempo que ha traído consigo desafíos sociales y medioambientales que aún requieren atención. En este proceso, la clave del éxito estuvo en la capacidad de adaptar la ciencia a las condiciones extremas de la naturaleza, lo que creó un modelo que sigue sorprendiendo al mundo.
¿Cómo surgió la idea de cultivar arándanos en un desierto peruano?
La historia de cómo Perú pasó de ser un país sin tradición en el cultivo de arándanos a convertirse en el líder global de esta fruta comienza con un sueño y una pequeña inversión. En 2006, un joven agricultor peruano llamado Carlos Gereda tuvo la visión de cultivar arándanos en la costa de La Libertad, una región desértica conocida por sus condiciones extremas. Aunque en ese momento no había precedentes, Gereda identificó el potencial de la zona, gracias a los megaproyectos de irrigación que ya existían en la región y las condiciones climáticas que podrían ser adaptadas para este cultivo.
Nacido en una familia de agricultores, Gereda comenzó a interesarse por los arándanos y, en 2006, emprendió viajes a Chile para aprender sobre el cultivo de esta fruta. Durante uno de sus viajes, trajo consigo 14 variedades de arándanos con la esperanza de que pudieran adaptarse al clima árido de Perú. Sin embargo, la mayoría de sus intentos iniciales no dio resultados. Fue después de dos años de pruebas que descubrió la variedad Biloxi, que resistía mejor las altas temperaturas y se adaptaba perfectamente al terreno y clima de la costa peruana. Con esta variedad en mano, Gereda invirtió 290 dólares para crear una empresa que, poco después, se convertiría en pionera en la producción de arándanos en el país. Como destacó el reportaje de National Geographic, este logro marcó un hito en la agricultura peruana, poniendo al arándano en el mapa como uno de los cultivos más rentables de la región.
“La gente me llamaba loco”, recordó Gereda. Lo que parecía una locura, hoy se ha convertido en un caso de éxito que ha transformado no solo su vida, sino también la economía peruana, llevándola a la cima del mercado mundial del arándano.
Los desafíos que enfrentaron
El cultivo de arándanos en un desierto no era solo una cuestión de encontrar la variedad adecuada; también implicaba enfrentarse a obstáculos significativos. Uno de los mayores desafíos para los primeros cultivadores fue superar la creencia de que los arándanos necesitaban un número determinado de horas de frío para prosperar, una condición que no se encontraba en las regiones costeras del Perú. El clima de la costa peruana, que es cálido y árido, parecía incompatible con las necesidades de la planta. Sin embargo, a través de la experimentación y la mejora genética, los cultivadores peruanos lograron crear una variedad adaptada a este clima caluroso.
Además, la infraestructura también fue una clave de desafío. La falta de experiencia en el cultivo de arándanos y la ausencia de una cadena de suministro estable para la fruta requirió inversiones en tecnología avanzada, especialmente en sistemas de riego por goteo. La desventaja de la falta de lluvias se convirtió en una oportunidad al emplear tecnologías que optimizaban el uso del agua, permitiendo que el cultivo de arándanos floreciera en un terreno aparentemente inhóspito.
Según Álvaro Espinoza, ingeniero agrícola que fue uno de los primeros en involucrarse en el proyecto, los primeros esfuerzos fueron difíciles. Al principio, las cosechas no fueron tan prometedoras, pero la perseverancia y la constante investigación de nuevas técnicas de cultivo permitieron que el sector se consolidara. La capacidad de adaptación y la voluntad de invertir en la ciencia para superar estos obstáculos iniciales se convirtió en una pieza clave para el éxito de la industria peruana de arándanos.
¿Cómo logró que Perú se convirtiera en el líder global del arándano?
La transformación de Perú en el mayor exportador mundial de arándanos no ocurrió de la noche a la mañana, pero la clave estuvo en la constante innovación y la identificación de nuevas oportunidades. Desde que las primeras hectáreas fueron sembradas en la costa peruana en 2012, el país no solo ha experimentado un aumento significativo en la producción, sino que también ha logrado posicionarse como el líder mundial en este mercado. Según datos citados en la revista Gobierno Regional Piura, el país pasó de cultivar arándanos en unas pocas hectáreas a más de 20,000 hectáreas, superando a competidores cercanos como Chile y España.
Una de las claves del éxito de Perú ha sido la capacidad de ofrecer arándanos fuera de la temporada alta de otros países productores. Mientras que Chile y Estados Unidos tienen períodos de cosecha más limitados, las condiciones en la costa peruana permiten una cosecha continua durante todo el año. Este suministro constante ha convertido a Perú en el principal proveedor de arándanos frescos en mercados clave como Estados Unidos, que es el mayor importador, y China, que ha visto un crecimiento en la demanda de esta fruta.
Además, las variedades de arándanos tropicalizados, como la Biloxi, que no requieren las bajas temperaturas tradicionales, han sido una ventaja competitiva significativa. Hoy en día, empresas como Inka’s Berries, fundada por Gereda, han desarrollado nuevas variedades de arándanos “jumbo”, de gran tamaño, que no solo se adaptan al clima, sino que también responden a las expectativas del mercado.
Desafíos sociales y el futuro de la industria
El éxito del arándano en Perú es una lección de cómo la innovación puede transformar un entorno inhóspito en un motor económico. Sin embargo, también deja claro que la agricultura está constantemente amenazada por los cambios climáticos. En 2023, el fenómeno de El Niño trajo consigo una ola de calor que redujo la producción un 25%, lo que resaltó la fragilidad del sector. Esta experiencia ha impulsado esfuerzos para desarrollar variedades de arándanos más resistentes, capaces de prosperar en temperaturas aún más altas.
A pesar de los logros económicos, el informe de National Geographic señaló que el éxito no se refleja en las condiciones laborales de los recolectores. Julisa González, trabajadora de Camposol, mencionó que su salario apenas cubre el costo de tres paquetes de arándanos en Nueva York. Este planteamiento pone en evidencia la necesidad de un enfoque más equitativo que beneficie a todos los actores de la cadena productiva, desde los empresarios hasta los trabajadores. Es imperativo que la industria también aborde los desafíos sociales y laborales que aún persisten.