En la historia del folklore peruano, pocas voces se han destacado tanto como la de La Pastorita Huaracina. Su canto, lleno de emoción y fuerza, traspasó las fronteras del país y resonó en distintos rincones del mundo. Fue en la década de 1980 cuando la cantante andina se convirtió en un fenómeno internacional, llevando la música autóctona del Perú a lugares tan distantes y cerrados como Corea del Norte.
Durante ese período, participó en eventos significativos como el Festival de la Amistad de Corea del Norte, un evento que celebraba la figura de Kim Il-sung, el líder supremo del país.
La Pastorita Huaracina fue la única artista peruana que logró acceder a ese país, una hazaña que pocos artistas pudieron alcanzar en ese entonces. Gracias a su carisma, su voz única y su incansable trabajo, pudo conectar con audiencias de diferentes culturas y países, mostrando al mundo la riqueza del folklore andino.
De la vida rural a la fama
María Dictenia Alvarado Trujillo nació el 19 de diciembre de 1930 en el distrito de Malvas, en la provincia de Huarmey, Áncash. Desde pequeña, su vida estuvo marcada por la sencillez y el trabajo en el campo, pastoreando rebaños en la zona de Rahuey Pampa.
Sin embargo, su amor por la música era tan grande que desde joven se dedicó al canto, y fue este amor lo que la impulsó a transformarse en una de las figuras más importantes del folklore peruano.
A los 12 años, empezó a demostrar su talento, primero como bailarina de danzas tradicionales andinas y luego como cantante. Su debut como cantante se produjo el 19 de diciembre de 1942. A pesar de las limitaciones que presentaba su origen humilde, La Pastorita Huaracina supo superar obstáculos y forjarse una carrera artística que la llevó a los escenarios más importantes del país y del mundo.
Con su voz suave, pero llena de fuerza, interpretó los huaynos más representativos de su tierra, temas como “Así canta Áncash”, “Quisiera quererte”, “Malvacina” y “Callejón de Huaylas”. A lo largo de su carrera, La Pastorita se ganó el reconocimiento de los más destacados compositores ancashinos, quienes vieron en ella la interpretación perfecta para sus obras.
Música y política
La carrera de La Pastorita Huaracina estuvo marcada no solo por su talento, sino también por su profundo compromiso social y político. Durante más de 30 años, fue conductora del programa radial “Canta el Perú Profundo”, transmitido por diferentes emisoras como Radio Agricultura, Radio Nacional y Radio Santa Rosa. Este programa no solo se dedicaba a difundir música andina, sino que también se convirtió en un espacio para que La Pastorita expresara sus posturas políticas y sociales.
A lo largo de su vida, fue una férrea defensora de los derechos de los pueblos andinos y de la lengua quechua. Abogó por la igualdad y la justicia social, criticando la explotación minera que, según ella, empobrecía a las comunidades rurales del país.
Su postura política fue clara: se opuso al régimen de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos, y siempre se mostró comprometida con las causas populares. Fue por este activismo que su figura trascendió la música, convirtiéndose en un símbolo de resistencia para muchos sectores de la sociedad peruana.
La Pastorita también destacó por su rechazo a los intereses políticos y económicos que intentaron cooptarla a lo largo de su carrera. Recibió ofertas de dinero por parte de empresarios y políticos, pero siempre las rechazó, fiel a su visión de ser una voz libre para su pueblo. Su integridad fue uno de los pilares fundamentales de su legado.
Reconocimiento internacional
La fama de La Pastorita Huaracina no se limitó al ámbito nacional. A lo largo de su carrera, la cantante andina tuvo la oportunidad de llevar su música a diversos países de Europa, Asia y América, dejando una huella imborrable en cada escenario que pisaba. Su arte cruzó fronteras y fue reconocida internacionalmente como una de las embajadoras más importantes de la música andina.
En Corea del Norte, donde fue recibida como una auténtica estrella, la cantante dejó una profunda impresión. Durante sus visitas al país asiático, sus actuaciones fueron un evento de gran trascendencia, especialmente porque la cultura popular de Corea del Norte es muy distinta a la peruana.
Sin embargo, su mensaje de justicia, libertad y esperanza resonó fuertemente en las audiencias norcoreanas, quienes la admiraban no solo como cantante, sino como una representante de los pueblos oprimidos.
Premiada por todos lados
A lo largo de los años, La Pastorita Huaracina recibió diversos premios y distinciones, reconociendo su contribución a la música y cultura peruanas. Fue declarada Patrimonio Cultural Viviente de la Nación y condecorada con la Orden del Sol, el máximo honor otorgado por el Estado peruano. Su legado también se reflejó en el reconocimiento internacional, siendo nombrada Reina y Señora del Canto Andino.
Además, en 2001, el Congreso de la República del Perú le otorgó el título de Comendadora de la Nación en reconocimiento a su brillante carrera.
Años después, el Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables le rindió un homenaje póstumo por su contribución a la cultura peruana, destacando especialmente su lucha por la igualdad de género y por los derechos de las mujeres.
Su partida, el 24 de mayo de 2001, dejó un vacío irreparable en la música andina. Sin embargo, su legado sigue vivo en las melodías que interpretó y en el cariño que aún le profesan los peruanos. El nombre de La Pastorita Huaracina continúa siendo sinónimo de lucha, música y amor por su tierra.