Cada vez que en esta parte del mundo hay algo que resaltar, es muy probable que el Perú tenga algo que ver. Y la recién estrenada serie producida por Netflix, “Cien años de soledad”, no es la excepción, pues a pesar de ser una obra ambientada en tierras colombianas, nuestro país puso su grano de arena para que sea el éxito que es al incorporar un toque singular al mágico universo de Macondo gracias a la participación de textiles peruanos.
La responsable de este detalle es Catherine Rodríguez, diseñadora de vestuario de la serie, quien encontró en los algodones y sedas del emporio comercial de Gamarra una calidad insuperable para algunas piezas clave del vestuario.
La reconstrucción visual
Capturar la esencia de una obra literaria considerada un clásico universal no es tarea sencilla. Catherine Rodríguez, reconocida por su trabajo en producciones como “Pájaros de verano”, asumió este desafío al vestir a los personajes de “Cien años de soledad”.
Su objetivo principal fue plasmar la evolución histórica y social de Macondo a través de la ropa, en un recorrido que abarca décadas de cambios en el contexto político y cultural.
“Cada traje debía reflejar la esencia del personaje, su contexto y su relación con el entorno”, afirmó Rodríguez para la revista Cosas. Para lograrlo, la diseñadora recurrió a técnicas tradicionales y trabajó con artesanos colombianos. Sin embargo, también encontró en Gamarra, el corazón textil de Lima, materiales que le permitieron enriquecer su visión creativa.
Gamarra, el aliado inesperado
Conocida por su diversidad y calidad, Gamarra es uno de los centros textiles más grandes de América Latina. En esta ocasión, su contribución traspasó fronteras al formar parte de una producción internacional.
A pesar de que la mayoría de las telas utilizadas son colombianas, algunas piezas de algodón fueron adquiridas en Gamarra. “Estas fibras tienen una textura y calidad excepcionales que complementaron perfectamente la estética que buscábamos”, explicó Rodríguez a la revista.
Entre estas prendas se encuentran algunos detalles del vestuario de Úrsula Iguarán, cuya paleta de colores y diseños reflejan su papel como matriarca de los Buendía.
El simbolismo oculto en cada detalle
La narrativa de “Cien años de soledad” está profundamente entrelazada con sus personajes, y el vestuario no es la excepción. En esta adaptación, cada traje se convierte en un elemento narrativo que complementa el desarrollo de la historia.
Un ejemplo destacado es un broche en forma de árbol que lleva Úrsula Iguarán en una de las escenas más emblemáticas. Este accesorio simboliza las raíces familiares y su rol como el punto de unión de varias generaciones. De acuerdo con la diseñadora, el broche representa de manera visual la fortaleza de Úrsula. “Cada detalle tiene un significado que trasciende lo estético”, acotó.
Además, los colores juegan un papel esencial en la narrativa visual. Los tonos fríos que predominan en el vestuario de Aureliano Buendía reflejan su carácter distante, mientras que los verdes y marrones asociados con Úrsula evocan su conexión con la naturaleza y el hogar familiar.
Un Macondo hecho realidad
La filmación de “Cien años de soledad” tuvo lugar en diversas locaciones colombianas, incluyendo La Guajira y Magdalena. Para recrear a Macondo, se construyó una aldea con más de 90 edificaciones, logrando una ambientación que captura la esencia del universo creado por García Márquez.
En este contexto, el vestuario adquiere un protagonismo adicional al integrarse de manera orgánica a los escenarios.
El equipo liderado por Rodríguez trabajó con más de 50 colaboradores, incluyendo artesanos y diseñadores, quienes aportaron su experiencia en técnicas como la filigrana, el tejido y la orfebrería. La combinación de materiales colombianos y peruanos reflejó una riqueza cultural que enriqueció cada detalle de la producción.