En la Provincia Constitucional del Callao, el Cementerio Baquíjano se ha convertido como un lugar de memoria, arte y legado histórico. Este camposanto, inaugurado el 12 de diciembre de 1862, no solo guarda los restos de miles de chalacos, sino también aquellos de figuras emblemáticas del Perú, marcando un vínculo entre los vivos y los muertos a través de las generaciones.
A lo largo de sus pasillos, se encuentran mausoleos de gran valor arquitectónico, muchos de ellos adornados con esculturas de renombre importadas desde Italia.
Su historia comienza a finales del siglo XIX, cuando el crecimiento demográfico de la región y la epidemia de fiebre amarilla provocaron la necesidad urgente de un nuevo espacio funerario.
Por una epidemia
En 1858, el Callao y Lima fueron azotados por la fiebre amarilla, una epidemia mortal que cobró la vida de miles de personas, especialmente de niños.
La respuesta de las autoridades chalacas, bajo la dirección de Gregorio Hurtado, fue clara: era necesario construir un cementerio moderno que sustituyera los antiguos enterramientos en huacas cercanas, lugares insalubres y propensos a la propagación de enfermedades.
En 1859, comenzó la construcción del Cementerio Baquíjano en una parcela de terreno que pertenecía a Ignacia Ramírez de Orellano, ubicada en las afueras de la ciudad.
La ceremonia de colocación de la primera piedra fue un acto solemne en octubre de 1859, que dio paso a un proyecto arquitectónico de gran envergadura. Tres años después, el 1 de enero de 1862, el cementerio fue oficialmente inaugurado con la presencia del presidente Ramón Castilla. A lo largo de su primer año, más de 12 mil personas fueron enterradas allí, muchas de ellas víctimas de la fiebre amarilla.
Mausoleos y esculturas: un patrimonio invaluable
El Cementerio Baquíjano no es solo un lugar de descanso eterno, sino también un espacio que alberga monumentos funerarios de enorme valor histórico y artístico.
Los mausoleos del camposanto, algunos de ellos elaborados en mármol y decorados con esculturas de artistas italianos, reflejan las distintas épocas y estilos arquitectónicos que pasaron por el Perú durante el siglo XIX.
Entre las figuras enterradas en el cementerio se encuentran próceres de la Independencia, artistas destacados y personajes ilustres del Callao.
Uno de los monumentos más emblemáticos es el mausoleo del coronel Manuel Cipriano Dulanto, quien participó en la batalla de Ayacucho y fue un destacado alcalde y senador del Callao.
Dulanto, quien también fue gran benefactor de la ciudad, es recordado como una de las figuras clave en la historia de la provincia. En el cementerio también descansan los restos de héroes nacionales de la Guerra del Pacífico, así como la famosa Sarita Colonia, cuya tumba es un lugar de peregrinaje para muchos chalacos.
El defensor del pueblo
El Cementerio Baquíjano debe su nombre a José Baquíjano y Carrillo, una figura clave en la historia del Perú. Abogado y defensor de los derechos de los criollos y los indígenas, Baquíjano se destacó por sus posturas políticas durante la época colonial.
En 1790, fundó la Sociedad Académica Amantes del País, y en su discurso “Homenaje al Virrey de Jáuregui” criticó duramente las reformas coloniales que oprimían a los pueblos originarios y a los criollos. Por sus ideales, fue desterrado de los cargos administrativos, pero su legado perdura como defensor de la justicia social.
Baquíjano también fue un generoso mecenas de la educación y la cultura, ayudando a jóvenes talentosos que carecían de recursos. Su figura es un símbolo de la lucha por la igualdad y el bienestar social en un país marcado por las desigualdades del periodo colonial.
Un lugar de peregrinaje y homenajes
A lo largo de los años, el Cementerio Baquíjano se ha convertido en un importante punto de encuentro para aquellos que desean rendir homenaje a sus seres queridos y a figuras históricas.
La Cruz Mayor, situada en el centro del cementerio, es un lugar de recogimiento donde las personas colocan flores y rezan durante las festividades del Día de los Muertos, especialmente el 1 de noviembre. Este acto, cargado de tradición, refleja el respeto y la devoción de los chalacos hacia sus ancestros.
Además, el mausoleo de Sarita Colonia, la célebre “santa popular” del Callao, se ha convertido en un lugar de peregrinaje. Miles de devotos visitan su tumba cada año para rendirle homenaje, dejando flores, velas y placas. La figura de Colonia, un ícono de la cultura popular peruana, sigue viva en el corazón de muchos peruanos, especialmente en los chalacos, quienes consideran su tumba como un símbolo de esperanza y fe.
Así, el Cementerio Baquíjano no solo guarda los restos de miles de chalacos, sino también la historia viva de una región y un país. A través de sus monumentos y tumbas, nos conecta con figuras que marcaron el rumbo del Perú y que, aún en la muerte, siguen siendo un legado invaluable para las generaciones futuras.