El Tren de Aragua, una organización criminal originaria de Venezuela, ha logrado expandir su influencia por América Latina, adaptándose a las condiciones locales de cada país donde opera. Según un estudio reciente del investigador José Luis Pérez Guadalupe, del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico, esta red delictiva ha sabido “metamorfosearse” en función de su relación con el Estado, la comunidad y los competidores locales.
En Perú, la inseguridad ciudadana ha alcanzado niveles alarmantes, con prácticas delictivas como el cobro de cupos, secuestros y asesinatos, afectando gravemente a la población. Aprovechando ello, el Tren de Aragua ha consolidado su modelo criminal a través de una estructura que no depende exclusivamente de sus líderes, lo que le ha permitido extenderse por varios países de la región.
Este modelo se caracteriza por la concentración del poder, el dominio territorial y la diversificación criminal, y se ha fortalecido mediante un proceso conocido como “calle-cárcel-calle”. Este proceso implica la cristalización de la organización en cárceles como Tocorón y el dominio de barrios como San Vicente en Venezuela, antes de expandirse a otros territorios.
La expansión del Tren de Aragua ha sido facilitada por varios factores. En primer lugar, la migración venezolana ha incluido a miembros de esta organización, quienes han replicado sus prácticas delictivas en los países de acogida. Además, la falta de estructuras criminales locales similares en países como Perú, Chile y Bolivia ha permitido la entrada de este modelo delictivo. El perfil de los miembros del Tren de Aragua, quienes no tienen nada que perder, también ha contribuido a su expansión.
El estudio de Pérez Guadalupe también destaca el impacto intracarcelario de esta organización. En las cárceles peruanas, el aumento de migrantes venezolanos ha generado conflictos inéditos, con bandas binacionales que potencian sus actividades criminales en las calles. Mientras que en las calles se observan más asociaciones delictivas, en las cárceles las diferencias y conflictos entre estas bandas se han intensificado.
Más de un centenar de miembros de la banda del Tren de Aragua
El fenómeno del Tren de Aragua ha llevado a que bandas locales adopten su esquema, incluso sin tener vínculos directos con la organización venezolana original. En algunos países, los medios de comunicación utilizan el término “Tren de Aragua” para referirse a cualquier grupo delictivo que opere bajo estos parámetros, lo que refleja la influencia y el temor que genera este modelo criminal en la región.
Hasta junio del presente año, las operaciones policiales en Perú han capturado a 520 miembros de la banda criminal Tren de Aragua, según informó el jefe de Estado Mayor de la Policía, Óscar Arriola, a través de la emisora estatal Radio Nacional. Esta organización, originaria de las cárceles de Venezuela, ha expandido sus actividades delictivas a varios países de América Latina, incluyendo Colombia, Bolivia y Chile.
El Tren de Aragua es conocido por su implicación en delitos graves como la trata de personas, narcotráfico, extorsión, secuestros y homicidios. Arriola destacó que entre los detenidos se encuentran cabecillas de la organización, lo que representa un golpe significativo a su estructura operativa. Además, mencionó que las autoridades peruanas han estado en contacto con sus homólogos de Ecuador y Chile para compartir estrategias basadas en inteligencia operativa.
En el marco de una operación policial denominada ‘Amanecer Seguro’, realizada el jueves, se detuvo a 395 personas con requisitorias judiciales y a otras 690 presuntamente implicadas en diversos delitos. Durante esta operación, se incautaron 48 armas de fuego y se recuperaron 56 vehículos y 480 celulares robados.
El impacto del Tren de Aragua no se limita a América Latina. Las autoridades fronterizas de Estados Unidos han reportado la presencia de miembros de esta banda en su territorio, lo que subraya la naturaleza transnacional de sus actividades delictivas.
Arriola también señaló que, a pesar de estos desafíos, Perú mantiene una de las tasas más bajas de criminalidad y homicidios en comparación con sus países vecinos. Este logro se atribuye en parte a las operaciones policiales efectivas y a la cooperación internacional en la lucha contra el crimen organizado.