Desde hace más de dos décadas, cada 10 de diciembre el mundo se detiene un instante para reflexionar sobre los derechos de quienes no tienen voz.
Aunque el Día Internacional de los Derechos Humanos marca esta fecha en el calendario global, desde 1997 diversas organizaciones han ampliado su alcance para incluir a los animales.
Una conmemoración que no solo honra a las criaturas que comparten el planeta, sino que también cuestiona el trato que les damos como sociedad, sobre todo en la peruana.
Desde cuándo se celebra
El Día Internacional de los Derechos de los Animales no es solo una fecha simbólica, sino que también se asocia con un compromiso más profundo: la Declaración Universal de los Derechos de los Animales.
Este documento, proclamado en 1978 por la Liga Internacional de los Derechos de los Animales, establece un marco normativo para la protección de los animales, aunque todavía no ha sido adoptado de manera global.
Los derechos fundamentales que promueve la declaración se centran en cuatro aspectos clave: la vida, la libertad, la protección frente al sufrimiento y el rechazo de su consideración como propiedad.
En muchos lugares, los animales continúan siendo tratados como simples recursos destinados a satisfacer las necesidades humanas, una realidad impulsada por una sociedad que, en gran medida, ha adoptado un modelo consumista.
No es un objeto
El concepto de los animales como “propiedad” sigue prevaleciendo en numerosas culturas, lo que dificulta la implementación de un respeto integral por su bienestar.
Frente a esta situación, surgen alternativas más éticas para satisfacer las demandas humanas sin recurrir al abuso de los animales, ya sea en la alimentación, la vestimenta, el entretenimiento o el cuidado.
Este cambio de mentalidad es clave para avanzar en la consecución de una sociedad más justa y respetuosa con todas las especies.
El poder del consumidor
Si bien las grandes corporaciones tienen una responsabilidad considerable en el maltrato hacia los animales dentro de sus procesos productivos, el poder final recae en el consumidor.
El mercado está dictado por la demanda, y si esta disminuye, los productos derivados del sufrimiento animal también lo harán.
Es crucial que cada individuo se haga responsable de sus decisiones de consumo, reconociendo el impacto que estas tienen sobre el bienestar de los animales.
Para contribuir al bienestar animal, existen diversas acciones que los consumidores pueden adoptar. Una de las más destacadas es reducir el consumo de carne, una práctica que sigue siendo una de las principales fuentes de sufrimiento para los animales.
Además, evitar los productos provenientes de granjas donde los animales están sometidos a condiciones de hacinamiento y abuso es otra forma directa de rechazar el maltrato animal.
Igualmente, elegir productos cosméticos y de maquillaje que no hayan sido probados en animales, así como abstenerse de participar en espectáculos que impliquen crueldad, son pasos que pueden contribuir significativamente al bienestar animal.
Además, la adopción responsable de mascotas y la lucha contra el abandono son prácticas que también reflejan un compromiso ético hacia los animales, evitando su explotación y sufrimiento.
En la agenda global
En los últimos tiempos la ONU ha dado un paso importante al incluir el bienestar animal dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030. El objetivo número 15 establece el compromiso de proteger a las especies amenazadas, erradicar la caza furtiva y frenar el tráfico de especies protegidas.
Este gesto institucional refleja el creciente reconocimiento de que la salud del planeta está indisolublemente vinculada a la protección de los seres vivos que lo habitan, incluidos los animales.
A medida que la sociedad avanza, se espera que la sensibilidad hacia los derechos de los animales también evolucione, impulsando cambios significativos en las políticas públicas, las prácticas empresariales y las decisiones cotidianas de cada persona.
La conmemoración de fechas como el Día Internacional de los Derechos de los Animales ofrece una oportunidad invaluable para reflexionar sobre la importancia de la vida de todas las especies y para renovar el compromiso colectivo de asegurar un futuro en el que todos los seres vivientes sean tratados con el respeto que merecen.