El Día Internacional de las Personas con Discapacidad, celebrado cada 3 de diciembre, nos plantea un desafío constante: construir una sociedad verdaderamente inclusiva. Según el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil (Reniec), el 10% de la población peruana vive con alguna discapacidad, y cerca de 200,000 ciudadanos han registrado esta condición en su DNI. Estas cifras exigen una acción inmediata para derribar las barreras estructurales y culturales que frenan su pleno desarrollo.
En el Perú, contamos con un marco legal que promueve la inclusión laboral, como la Ley General de la Persona con Discapacidad (Ley N.º 29973), la cual establece cuotas de contratación para personas con discapacidad en los sectores público y privado. Sin embargo, la brecha entre la normativa y su implementación efectiva sigue siendo un desafío. Muchas empresas apenas cumplen con los mínimos requeridos, dejando de lado la oportunidad de construir entornos laborales que no solo sean accesibles, sino que también potencien el talento y la diversidad.
Un informe de la Superintendencia Nacional de Fiscalización Laboral (Sunafil) revela que 1.165 empresas aumentaron la proporción de trabajadores con discapacidad en el mismo año, pero aún sigue siendo un camino por recorrer. En ese sentido, diversas empresas han establecido metas globales en su Plan de Sostenibilidad que incentivan la inclusión laboral de personas con discapacidad en todos los países, particularmente en Perú, donde la meta es de 1,5% de la planilla.
Es cierto, la verdadera inclusión laboral trasciende el cumplimiento de cifras, requiere un cambio estructural y cultural dentro de las organizaciones, pero las metas nos impulsan a no desatender una tarea tan importante. Eso sí, para lograrlas hace falta algo más que generar puestos de trabajo, se trata de diseñar espacios accesibles, fomentar la empatía y reconocer que diversos somos únicos. Esto implica no solo adecuar la infraestructura, sino también los procesos y las actitudes. La inclusión no es un acto de caridad: es un derecho humano y una ventaja competitiva para las empresas que la adoptan.
Este cambio no es sencillo ni inmediato. Supone un compromiso genuino por parte de las organizaciones para erradicar prejuicios, implementar políticas de accesibilidad y sensibilizar a sus equipos. Es positivo apostar por iniciativas que van desde la adecuación de infraestructura hasta la promoción de talleres y capacitaciones sobre inclusión. Estas acciones son clave para cerrar las brechas existentes y construir un entorno más inclusivo.
En el marco del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, es momento de pasar de la reflexión a la acción. Promover la inclusión laboral en el entorno empresarial no solo beneficia a las personas con discapacidad, sino que enriquece a las organizaciones y a la sociedad en su conjunto. Debemos continuar trabajando para cuidar lo que les importa a las personas, convencidos de que un futuro más inclusivo es mucho más seguro para todos.