En las últimas décadas, Perú ha sido escenario de numerosos casos de corrupción y abuso de poder, con una constante preocupante: la facilidad con la que políticos, funcionarios y empresarios eluden la justicia. Los prófugos de alto perfil han convertido esta problemática en un fenómeno recurrente que afecta la credibilidad de las instituciones del país.
El caso de Vladimir Cerrón, líder del partido Perú Libre y sentenciado por corrupción en el caso “Aeródromo Wanka”, es emblemático. Prófugo desde 2023, Cerrón ha evitado la cárcel gracias a vacíos legales y la inacción de las autoridades, mientras sigue activo políticamente desde la clandestinidad. Otro ejemplo reciente es el de Nicanor Boluarte, hermano de la presidenta Dina Boluarte, investigado por supuesto tráfico de influencias, cohecho y por pertenecer a una organización criminal. Actualmente prófugo, enfrenta una orden de prisión preventiva por 36 meses, aunque algunos denuncian que el poder político podría estar retrasando su captura. A estos personajes se suma ahora la suspendida fiscal Elizabeth Peralta, quien se encuentra no habida tras recibir 18 meses de prisión ante preventiva ante las acusaciones de tráfico de influencias y sobornos.
¿Cómo es posible que personas acusadas de delitos graves logren escapar de la justicia? Este problema, ampliamente analizado por expertos y organismos internacionales, tiene raíces profundas en un sistema debilitado por corrupción, burocracia ineficiente y vulnerabilidades en el control fronterizo. Según estas fuentes, cinco factores clave explican por qué este fenómeno se perpetúa en el país.
1. Corrupción institucionalizada
El sistema judicial peruano enfrenta serios problemas de corrupción. Redes como “Los Cuellos Blancos del Puerto” demostraron cómo jueces y fiscales negociaban fallos judiciales. Estos actos no solo erosionan la confianza en las instituciones, sino que permiten que los acusados escapen de procesos legales. Por ejemplo, se ha señalado que algunos funcionarios facilitaron la fuga de personajes de alto perfil como César Hinostroza.
2. Deficiencias en el control fronterizo
Perú cuenta con fronteras extensas y porosas, lo que facilita la salida de prófugos. Esto quedó demostrado con casos como el de Alejandro Toledo, quien huyó a Estados Unidos, o Juan Silva, que habría utilizado estas debilidades para escapar tras la orden de captura en su contra. La falta de tecnología y de personal capacitado agrava este problema.
3. Lentitud de los procesos judiciales
La burocracia y la falta de recursos en el sistema judicial permiten que los acusados ganen tiempo para huir o buscar protección política. Este factor se evidenció en el caso de Martín Belaunde Lossio, quien escapó antes de que su orden de prisión preventiva pudiera ejecutarse. Según Transparencia Internacional, esta lentitud es una de las razones por las que los índices de percepción de justicia en Perú son bajos.
4. Interferencia política
La independencia del Poder Judicial está comprometida en muchos casos. La presión política, especialmente en casos de alto perfil, debilita las investigaciones y permite a los acusados evitar la cárcel. Esto afecta la imparcialidad en la emisión de órdenes de captura y extradición. El expresidente Pedro Castillo denunció supuestas “persecuciones políticas” mientras varios de sus aliados, como Fray Vásquez y Juan Silva, permanecían prófugos. Aunque estas afirmaciones han sido cuestionadas, revelan el uso político de la justicia en casos emblemáticos.
5. Cultura de impunidad
La percepción de que los poderosos siempre eluden la justicia ha creado una cultura de impunidad en el país. Según el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional, Perú se encuentra entre los países con mayor percepción de corrupción en América Latina. Esto desanima a los ciudadanos a denunciar irregularidades y fortalece las redes de protección política.
Casos adicionales: Juan Silva y César Hinostroza
El fenómeno de los prófugos no se limita a Cerrón o Boluarte. Casos como los de Juan Silva, exministro de Transportes vinculado a la red criminal del expresidente Pedro Castillo, y César Hinostroza, exjuez supremo acusado de liderar los “Cuellos Blancos del Puerto”, demuestran que la evasión de la justicia en Perú afecta a múltiples niveles del poder.