El pasado fin de semana, la diseñadora Anís Samanez y el editor senior de Vogue Latinoamérica, José Forteza, fueron duramente criticados tras sus polémicas declaraciones en un conversatorio sobre apropiación cultural. En los extractos difundidos, Samanez relató un incidente con una comunidad Shipibo-Konibo, mientras que Forteza afirmó que estas comunidades “seguirían muriéndose de hambre” si no fuera por diseñadores como ella, comentarios que desataron indignación en redes sociales.
Cinco días después de las críticas, Forteza emitió un comunicado ofreciendo disculpas por sus palabras, calificándolas como “mal formuladas”. “Nunca tuve la intención de irrespetar a nadie”, señaló. Además, reafirmó su compromiso con la protección y visibilización de las comunidades artesanas: “Este incidente me lleva a reflexionar, ser más cuidadoso y aprender más en el futuro”.
Por su parte, Anís Samanez también se pronunció tras la polémica, reconociendo su error al referirse con ligereza al arte kené y al patrimonio cultural peruano. “Fue un error de mi parte y lo lamento profundamente. Asumo con humildad la gran lección que me deja esta experiencia: la importancia de actuar y expresarme con mayor reflexión y sensibilidad”, expresó en un comunicado difundido en sus redes sociales.
Durante el conversatorio, Samanez relató cómo la comunidad Shipibo-Konibo rechazó su propuesta de intercambio cultural. “Me querían cobrar 5 mil dólares (…) Yo también soy peruana, que yo haya nacido en la costa no significa que sea menos peruana que ellos. Somos exactamente iguales”, comentó, palabras que fueron consideradas despectivas y ajenas al contexto de los derechos de las comunidades originarias.
Las declaraciones generaron una ola de críticas, acusando a ambos de minimizar la riqueza cultural y el valor del arte de los pueblos originarios. En respuesta, activistas y artistas señalaron que los conocimientos ancestrales no deben ser tratados como un recurso gratuito, sino respetados como parte esencial de la identidad cultural de estas comunidades.
El incidente ha puesto sobre la mesa el debate en torno a la apropiación cultural y la relación entre diseñadores y comunidades artesanas. Tanto Forteza como Samanez aseguraron estar dispuestos a aprender de esta experiencia y contribuir al respeto y preservación del patrimonio cultural peruano, comprometiéndose a actuar con mayor sensibilidad y cuidado en el futuro.
Líder de la comunidad Shipibo-Konibo en Lima no acepta disculpas
Tras enfrentar una ola de críticas y defenderse inicialmente alegando que sus palabras fueron malinterpretadas, Anís Samanez se disculpó mediante un comunicado con la comunidad afectada. Sin embargo, su intento no fue bien recibido por Olinda Silvano, destacada artista y líder de la comunidad Shipibo-Konibo en Lima, quien rechazó tajantemente las disculpas ofrecidas.
En una entrevista para el programa ‘América Hoy’, Olinda Silvano enfatizó que el arte y la cultura de su pueblo son un patrimonio invaluable que merece respeto y una retribución justa. Con evidente molestia, declaró: “No aceptamos las disculpas porque nos minimiza, como si fuéramos pequeños, y no lo somos. Somos profesionales ancestrales. Esto es un patrimonio. Si quiere trabajar con nosotros, que pague a las comunidades, porque de esto vivimos”.
Para Silvano, las palabras de Samanez reflejan un profundo desconocimiento y desdén hacia el esfuerzo y el valor de la tradición artística del pueblo Shipibo-Konibo. Considera que las disculpas no abordan el verdadero problema, que es la falta de reconocimiento y respeto hacia su cultura.
“Nuestro trabajo no se hace en un día o un mes; puede tomar hasta un año y medio, dependiendo del tamaño del bordado. Nuestras manos sufren, nos pinchamos, la vista y la cadera se resienten. Este arte es nuestra fuente de ingreso”, explicó, subrayando la dedicación y sacrificio que implica cada pieza creada.
Para la comunidad, las declaraciones de Samanez han abierto una herida más en la lucha constante por reivindicar y proteger el legado cultural de los pueblos originarios. Silvano hizo un llamado a respetar el arte ancestral y a valorar el esfuerzo detrás de cada obra, exigiendo un cambio de actitud hacia las comunidades artesanas.