En noviembre de este año, Donald Trump volvió a ser elegido presidente de Estados Unidos, cuatro años después de que sus mismos compatriotas le negaran un segundo mandato consecutivo. Esta victoria solo sigue la tendencia, de políticos y partidos comúnmente asociados con la derecha radical contemporánea, que también han cosechado frutos recientes en otros países, como Austria y Rumanía.
El internacionalista y profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), Farid Kahhat, menciona en su libro ‘Contra la amenaza fantasma’ (Planeta, 2024), que esta ideología puede tener componentes compartidos, como el nativismo racial, el autoritarismo y el populismo, pero aun así, esto no significa que sean aliados naturales.
Esto se vio reflejado en las últimas elecciones al Parlamento Europeo de este año, cuando políticos que suelen estar asociados, se separaron. De esta forma, Hermanos de Italia, el partido de la primera ministra de ese país, Giorgia Meloni, se unió al Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos, mientras que las agrupaciones del presidente de Hungría, Viktor Orbán (Fidesz); de la francesa Marine Le Pen (Agrupación Nacional); y del español Santiago Abascal (Vox); formaron el grupo Patriotas por Europa.
En cuanto a América Latina, Kahhat explicó a Infobae Perú que si bien estos partidos se denominen así mismos como liberales o libertarios, en realidad suelen comportarse como conservadores, incluso cuando llegan al poder.
En Perú, en particular, existe la expectativa sobre qué sucederá en las próximas elecciones generales del 2026, cuando más de 30 candidatos compitan por llegar al sillón presidencial y por ocupar la mayor cantidad de asientos en el nuevo Parlamento bicameral.
El panorama para las próximas elecciones
Para Farid Kahhat, sería positivo que en los próximos comicios de Perú haya una gran coalición de grupos políticos, desde la derecha liberal, hasta la izquierda moderada, que defiendan valores como la democracia. Sin embargo, cree que eso no ocurrirá.
“En lo personal, si alguien está en favor de la defensa de la democracia representativa y los derechos humanos, esa persona me es más afín que alguien que dice ser de izquierda, pero autoritaria, y que defienda a Venezuela. Y lo mismo desde la derecha”, manifiesta. En ese sentido, precisa, “ni Perú Libre, ni Renovación Popular, ni Fuerza Popular están de ese lado”.
El internacionalista explica que si bien en el Perú se intentó politizar la migración, con Ricardo Belmont y Rafael López Aliaga, por ejemplo, por el momento la estrategia no ha funcionado.
“En el caso de Colombia tuvimos un acto de madurez de las distintas fuerzas políticas que suscribieron un acuerdo para no politizar la migración”, recuerda.
Por otra parte, menciona que la derecha radical latinoamericana sí puede alimentar sus discursos con el aumento de la delincuencia, debido a que ofrecen medidas rápidas, aunque en la práctica no solucionen el problema.
El Perú no escaparía de esta situación, lamenta. “Me temo que aquí los discursos radicales, van a tener acogida”, reflexiona.
Según el escritor, esto se debe a tres razones: el gran descontento por el status quo, teniendo en cuenta que tanto el Gobierno como el Congreso tienen aproximadamente 3% de aprobación; la inseguridad ciudadana, ya que cuando las personas se sienten frustradas son más influenciables a discursos que apelan a sus emociones; y por la gran cantidad de partidos políticos que hará que los candidatos compitan por quién tiene el discurso más radical para diferenciarse de otros.
El caso de Nayib Bukele
Si bien el último capítulo del libro ‘Contra la amenaza fantasma’ trata sobre la presidencia de Nayib Bukele en El Salvador, el autor aclara que el joven político “rehúye” a las definiciones que tratan de encasillarlo en la izquierda o la derecha.
“No intentaré dirimir el debate sobre la verdadera posición ideológica de Nayib Bukele. Ni siquiera asumiré que tiene una”, dice en el texto.
No obstante, menciona que este apartado trata sobre él porque elementos de su administración suelen entrar en los discursos de la derecha radical latinoamericana, como aplicar la ‘mano dura’ para acabar con la delincuencia.
En diálogo con este medio, Kahhat aclara que propuestas como aplicar la pena de muerte no reducirían necesariamente el crimen, ya que el verdadero problema es que los delincuentes no son capturados, y mucho menos condenados.
Entonces, lo que en realidad hizo el presidente del país centroamericano, dice el internacionalista, no es necesariamente endurecer las penas, sino aumentar drásticamente la probabilidad de que te detengan y que se aplique una pena privativa de la libertad, aunque eso también signifique atrapar a personas inocentes.
Menciona, además, que este aumento se explica en que no siempre hay un debido proceso, por lo que la condena está virtualmente garantizada. “Eso no es mano dura en el sentido de más penas y en El Salvador no hay pena de muerte, habría que añadir”, aclara.
¿Se viene el ‘Bukele peruano’?
El autor afirma que en las próximas elecciones generales del 2026 probablemente habrá intentos de asociar la figura de algún candidato con la de Bukele, pero aun así dice tener dudas de que eso sea suficiente para ganar votos.
“La economía no está yendo bien con Bukele. Se decía cuando haya seguridad va a haber más inversión, y por ende más crecimiento y empleo. Bueno, eso no está ocurriendo, pero eso casi no se habla”, as.
El mandatario salvadoreño incluso ha expresado que su modelo de gestión es exportable, aunque Kahhat sostiene lo contrario.
“Metió presos a cerca de 2% de la población adulta del país. Eso en el Perú es más de medio millón de personas. ¿Dónde metes medio millón de presos? El Salvador tiene 25.000 kilómetros cuadrados, Perú tiene 1.250.000 kilómetros cuadrados. El Salvador no tiene selva tropical comparable a nuestra Amazonía. También está el hecho de que en El Salvador el problema fundamental era la extorsión. Acá tenemos dos tipos de crímenes que son más graves y más difícil de combatir, como el narcotráfico y la minería ilegal, porque producen rentas exorbitantes”, explica.
En ese sentido, añade que en el tráfico ilícito de drogas las ganancias pueden llegar a ser 70 veces lo que se invirtió. “Nuestros problemas son más serios”, señala.
Bukele y Fujimori
Algunos políticos, como la congresista Rosangela Barbarán, han tratado de vincular el Gobierno de Alberto Fujimori con el de Nayib Bukele. La relación es que durante la administración del primero, se logró capturar al cabecilla del grupo terrorista Sendero Luminoso, mientras que en la gestión del segundo, se ha detenido a una gran cantidad de miembros de las Maras Salvatrucha.
Sin embargo, Kahhat recuerda que es el fujimorismo el que suele tener interés de asociarse con el presidente de El Salvador, pero no al revés.
“Ahora Bukele está en la fase que también tuvo Fujimori a inicios de su gobierno, sobre todo tras el golpe del 5 de abril. Ambos tuvieron logros iniciales, pero sabemos cómo terminó Fujimori. Todavía no sabemos cómo terminará Bukele”, menciona.
La gestión pública desde la derecha
El internacionalista califica a la alcaldía de Lima como un “reto imposible”, debido a que se tiene que gobernar a más 10 millones de personas, con un presupuesto que no es suficiente. “El Metro de Lima no lo pudo hacer, no había forma con los recursos con los que cuenta”, precisó.
Sin embargo, más allá de este problema, sostiene que la capacidad de gestión del actual burgomaestre de la capital, Rafael López Aliaga, a quien también asocia con el concepto de derecha radical, es “cuestionable”.
También recuerda que existe una noción de que un buen empresario, puede llegar a ser un buen mandatario, aunque en la práctica no siempre sucede así.
“PPK sí tenía experiencia de gobierno, pero igual no fue un buen presidente y sabemos cómo terminó. A Macri, en la Argentina, tampoco le fue bien. Piñera (tuvo) que enfrentar las revueltas del 2019. Acá en el proceso de reconstrucción tras el terremoto también se nombró empresarios a cargo y tampoco funcionó”, rememora.
La explicación detrás de estos ejemplos es que, como dice el entrevistado, ambos ámbitos, tanto el estatal, como el particular, funcionan de forma muy distinta.
“En el sector privado la lógica fundamental es: tú tienes derecho a hacer todo aquello que no prohíbe explícitamente la ley. En el sector público tú tienes que hacer todo exactamente como está prescrito por la norma”, manifiesta.
Muchas veces los empresarios que saltan a la palestra política son de derecha; no obstante, Kahhat dice que al frente de la acera política también existen problemas, ya que políticos de izquierda, por lo menos los que pertenecen a Perú Libre, también han demostrado que su capacidad de gestión es “virtualmente nula”.
“Quien se jacta de tener capacidad de gestión pública es la derecha, que ha gobernado la mayor parte del tiempo, y ahora vemos con el caso la actual presidenta, de que pueden ser tan ineptos como la izquierda”, concluye.