El 3 de diciembre de 1854, un acto trascendental cambió el destino de miles de personas en el Perú. Ese día, el presidente provisional Ramón Castilla, en medio de la guerra civil que enfrentaba al gobierno central contra las fuerzas de José Rufino Echenique, promulgó la abolición de la esclavitud.
Esta medida, que puso fin a la servidumbre de los afrodescendientes en el país, fue una victoria no solo para los esclavizados, sino también para el avance de la república peruana, que comenzaba a forjarse en un contexto de lucha interna y externa.
¿Quién fue Ramón Castilla?
Ramón Castilla, nacido en 1797 en el Virreinato del Perú, fue un personaje fundamental en la historia del país. A lo largo de su carrera, que incluyó destacadas participaciones tanto en la guerra por la independencia como en la política republicana, se consolidó como un líder que buscaba modernizar el Perú, enfrentando fuerzas conservadoras y liberales.
Su legado incluye la creación de la primera Constitución liberal del país y la abolición del tributo indígena, que marcaron un antes y un después en la historia republicana.
Aunque la independencia de Perú ya había declarado la libertad de vientres, una medida que prohibía la esclavitud de los nacidos después de su promulgación, no fue sino hasta 1854 que la esclavitud fue oficialmente erradicada. La realidad era que muchos afrodescendientes seguían viviendo bajo condiciones de servidumbre, y Castilla, aprovechando el impulso de la Revolución Liberal, puso fin a esta injusticia.
En el contexto de la insurrección contra Echenique, la medida no solo fue un acto simbólico de justicia social, sino también un movimiento estratégico que logró captar el apoyo de una parte de la población negra, sumándola a las filas del ejército de Castilla, lo que jugó un papel crucial en la victoria en la batalla de La Palma.
Lo cambió todo
Al proclamar la libertad de los esclavos, Ramón Castilla no solo brindó un alivio inmediato a los cautivos, sino que también alteró el orden social y económico establecido, generando resistencia en los sectores más conservadores.
La reacción no se hizo esperar. Los antiguos amos, afectados por la medida, presentaron sus quejas ante el gobierno, lo que obligó a Castilla a adoptar una política que buscaba equilibrar los intereses.
Así, los antiguos esclavos, ahora libres, fueron reincorporados a las haciendas, pero con el estatus de jornaleros remunerados. A la par, se ofreció indemnización a los antiguos propietarios, una medida que intentaba mitigar el impacto económico del decreto.
El impacto de la abolición fue significativo en diversos frentes. Primero, la medida obligó a replantear las estructuras laborales de las grandes haciendas, que durante años habían dependido de la mano de obra esclava.
Además, la presencia de los exesclavos en el ejército de Castilla contribuyó decisivamente a su victoria sobre las fuerzas de Echenique. Esta victoria fue clave para consolidar el poder de Castilla, quien asumió nuevamente la presidencia en 1855 y continuó con una serie de reformas que buscaban modernizar el país.
Más cambios
En su segundo mandato, Castilla promovió varias iniciativas que transformaron el Perú. Su gobierno fue testigo de importantes avances tecnológicos, como la construcción del ferrocarril, la llegada del telégrafo y el alumbrado a gas.
Además, impulsó la colonización de la Amazonía y expandió la infraestructura del país, buscando integrar las regiones más alejadas al centro político y económico. La estabilidad política que logró al final de su primer gobierno y durante su segundo mandato permitió que el país tuviera un respiro tras años de luchas internas.
Sin embargo, la Revolución Liberal de 1854 no solo fue una guerra contra Echenique. Fue también un levantamiento contra un sistema que perpetuaba las viejas estructuras coloniales. Al mismo tiempo que derrocaba a Echenique, Castilla marcó el fin del dominio de la oligarquía conservadora, que había mantenido el poder durante la época republicana temprana.
Al abolir la esclavitud y el tributo indígena, Castilla no solo cambió la composición social, sino que también cambió la percepción del Estado hacia los más desfavorecidos.
La primera Constitución liberal
En este contexto de cambios, Castilla convocó a una Asamblea Constituyente que redactó la primera Constitución liberal del Perú en 1856. Este hecho marcó el principio de un nuevo orden político en el país, caracterizado por el sufragio universal y la promoción de los derechos civiles.
La implementación de estas reformas, sin embargo, no fue sencilla. Las tensiones entre conservadores y liberales continuaron, y la guerra civil siguió siendo una constante amenaza para la estabilidad del país.
En este escenario de constantes luchas internas, Castilla fue el principal impulsor de la modernización del Estado peruano. Bajo su liderazgo, se sentaron las bases para un gobierno más organizado, eficiente y abierto a las influencias extranjeras.
A pesar de las adversidades y la oposición, la figura de Castilla sigue siendo fundamental para entender los primeros pasos de la república peruana, pues fue uno de los grandes arquitectos de la estabilidad y el desarrollo que definieron al país en la segunda mitad del siglo XIX.
Castilla no solo fue un militar y político destacado; fue también un visionario que entendió que para el Perú prosperar, debía abandonar las viejas estructuras coloniales y apostar por un sistema republicano, basado en la ley, la justicia y el respeto por los derechos de los ciudadanos.