Una innovadora estrategia que estudia al oso andino, más conocido como el oso de anteojos, se está realizando en el Santuario Histórico de Machu Picchu, en Cusco. Este proyecto, impulsado por el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp) y la organización Conservación del Oso de Anteojos (SBC), utiliza tecnología avanzada de monitoreo satelital para seguir a cuatro osos y así aprender más sobre sus hábitos y su interacción con el entorno.
El estudio, que comenzó en mayo de 2024, se enfoca en rastrear los desplazamientos de los osos, identificar sus áreas de alimentación y entender sus patrones reproductivos. Según Roberto Quispe, especialista en monitoreo biológico del santuario, esta tecnología proporciona datos clave sobre las dinámicas de los osos de anteojos y sus vínculos con las comunidades cercanas.
Para rastrear a los osos, es necesario que sean adultos. Primero, los animales son sedados de manera controlada, tras lo cual se les coloca un collar numerado con un dispositivo GPS. Este collar permite un monitoreo continuo de sus desplazamientos. La tecnología utilizada en este proceso fue introducida en Perú por la bióloga canadiense Robyn Appleton, fundadora de la organización Conservación del Oso de Anteojos (SBC). Appleton ha empleado esta misma técnica en estudios previos sobre los movimientos de osos negros y grizzlies en los Estados Unidos.
Primeros hallazgos
Los primeros datos obtenidos por los collares satelitales en las zonas de Wiñayhuayna y Mandor muestran que los machos tienden a recorrer distancias más grandes, mientras que algunas hembras y machos jóvenes se aproximan a centros poblados y zonas de cultivo en busca de comida, lo que podría generar conflictos con los humanos.
Estos hallazgos no solo enriquecen el conocimiento científico sobre el oso de anteojos, sino que también ayudan a crear estrategias para evitar choques entre la fauna y las personas. Los resultados de este monitoreo podrían servir de modelo para otras áreas protegidas, ya que el oso andino está presente en al menos 30 zonas del país.
Un plan nacional
El proyecto forma parte del Plan Nacional de Conservación del Oso Andino, diseñado para combatir amenazas como la deforestación y la caza ilegal. Desde 2014, el santuario ha implementado tecnologías como cámaras trampa y ahora el monitoreo satelital, lo que refuerza los esfuerzos para proteger a esta especie única. El proyecto también cuenta con el apoyo del Zoológico de San Diego de Estados Unidos y la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco.
La iniciativa fue aplicada también en Lambayeque, en el refugio de Vida Silvestre Laquipampa, de Ferreñafe, donde seis osos adultos fueron rastreados desde el inicio de este año. Este esfuerzo de conservación no solo destaca la importancia de preservar al oso de anteojos, sino que también ayuda a crear una convivencia más armoniosa entre la fauna y las comunidades cercanas.
Los únicos osos nativos de Sudamérica
El oso de anteojos, también llamado oso andino (Tremarctos ornatus), la única especie de oso nativa de América del Sur, habita la cordillera de los Andes y el bosque seco ecuatorial, abarcando regiones de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, el oeste de Bolivia y el noroeste de Argentina. Aunque se considera un omnívoro, su dieta está compuesta en su mayoría por vegetales, con solo un 5% de su alimentación proveniente de carne. Su sentido del olfato es altamente desarrollado, lo que les permite detectar desde el suelo los árboles cargados de fruta, una habilidad vital para su supervivencia.
Entre 2022 y 2024, los expertos han registrado 49 osos andinos independientes en el Santuario Histórico de Machu Picchu. Estos animales, mayores de un año y que ya no dependen de sus madres, subrayan la importancia de proteger su hábitat para garantizar la supervivencia de la especie. El monitoreo satelital ayuda a identificar no solo los lugares que frecuentan los osos, sino también los corredores biológicos que conectan diferentes áreas del santuario, esenciales para la conservación genética de la población.