Elmer Cuba, economista y socio de Macroconsult, destacó durante su presentación en el CADE 2024, la preocupante situación de la segregación socioeconómica en los colegios de Perú, señalando que el país presenta niveles más altos que el resto de América Latina. Según el especialista, esta situación es alarmante, ya que los niños de diferentes clases sociales no interactúan entre sí hasta llegar a la universidad o al ámbito laboral.
En un análisis comparativo, Cuba explicó que en los países desarrollados, como los de Europa del Norte, Japón y Estados Unidos, la segregación en las escuelas es significativamente menor. En contraste, América Latina se caracteriza por una alta segregación, con países como Chile, Brasil, Colombia y México también enfrentando este problema, aunque en menor medida que Perú.
El impacto de esta segregación se refleja en la experiencia educativa de los niños peruanos, quienes, debido a la falta de interacción con sus pares de diferentes contextos socioeconómicos, enfrentan un entorno limitado en términos de diversidad social. Esta situación, según Cuba, es una “vergüenza” para la región y requiere atención urgente.
Asimismo, Cuba subrayó la necesidad de mejorar la calidad educativa en Perú. Indicó que un preocupante 40% de los niños apenas comprende lo que lee, mientras que solo el 20% es capaz de resolver problemas matemáticos acordes a su edad. Estos indicadores reflejan deficiencias significativas en el sistema educativo, lo que limita las oportunidades de desarrollo para los estudiantes.
Para abordar estos desafíos, Cuba enfatizó la importancia de invertir en educación, sugiriendo que se deben concentrar todos los esfuerzos en mejorar este sector. La educación, según el economista, es fundamental para reducir la brecha socioeconómica y mejorar las perspectivas futuras de los niños peruanos.
Desigualdad en la educación
La segregación escolar en el Perú es un problema apremiante que afecta la calidad y equidad de la educación. Según el libro “El Perú pendiente: ensayos para un desarrollo con bienestar” editado por María Balarin, Santiago Cueto y Ricardo Fort, este fenómeno se ha incrementado con el tiempo y representa uno de los índices más altos de América Latina tanto en educación primaria como secundaria.
La publicación, impulsada por el Grupo de Análisis para el Desarrollo (GRADE), resalta que el entorno socioeconómico sigue siendo un determinante importante de los resultados educativos, revelando un sistema que tiende a ser homogéneo internamente y distinto entre escuelas.
Los autores del ensayo señalan que la segregación escolar no solo refleja desigualdades preexistentes, sino que las exacerba. “Durante los últimos años, se ha reunido evidencia sólida que sostiene que el Perú registra niveles altos de segregación escolar por situación socioeconómica”, indican, haciendo hincapié en la necesidad urgente de estudiar y abordar este problema. La obra subraya cómo esta crisis se debe tanto a factores externos, como la segregación residencial y tendencias demográficas, como a las políticas y prácticas dentro del sistema educativo que pueden fomentar o mitigar la desigualdad.
Un punto crucial que destaca la obra es la deficiencia en la elección escolar y las políticas de admisión, las cuales son reguladas de manera que las familias, especialmente las de clase media, ejercen más efectivamente su capacidad de elección. La normativa peruana permite una amplia discrecionalidad en la selección de alumnos por parte de las instituciones educativas, contribuyendo así a la segmentación social. “Las escuelas disponen de una amplia autonomía –y discrecionalidad– para elegir de qué manera difunden la información durante las primeras etapas del proceso de matrícula”, revelan los editores.
En el contexto de la pandemia de COVID-19, el texto resalta que esta crisis ha profundizado las desigualdades existentes en las oportunidades educativas. Resalta que aún no existe “información sobre cuál ha sido el efecto del cierre de las escuelas y de la educación remota en el acceso y continuidad educativa”. Añaden los impactos negativos de este contexto, mencionando estudios que muestran que, en algunos casos, los estudiantes que recibieron clases de manera remota lograron un menor porcentaje de aprendizajes comparados con los métodos presenciales.
La obra también aborda las medidas normativas que se han modificado durante la última década, como el retiro del criterio de zonificación, y la incorporación de métodos tecnológicos en los procesos de matrícula. Sin embargo, destaca que todavía existen restricciones significativas vinculadas a la capacidad económica y la falta de información transparente para las familias. “A las familias de menores recursos les falta o no tienen acceso a la información que les permitiría hacer un adecuado traslado”, puntualiza.
En términos de políticas públicas, propone que “el Minedu con mayor liderazgo y autoridad puede establecer sistemas de acceso a la información con una orientación explícita a favor de la educación estatal”. Este fortalecimiento supone un desafío político y social que exige un compromiso colectivo. “Reducir la falta de diversidad en el espacio escolar supone necesariamente fortalecer la educación pública”, afirman los editores, haciendo énfasis en la importancia de políticas nacionales robustas que apoyen la educación estatal.
Finalmente, la obra recalca que la segregación escolar es tanto un problema educativo como político. Para enfrentarlo, se necesitan “sistemas de elección controlada, flexibles y abiertos a las preferencias de las familias, pero reconociendo la necesidad de limitar la segregación”. El reto es urgente y requiere una actuación decidida por parte del Estado y la sociedad para avanzar hacia un sistema educativo más equitativo e inclusivo en el Perú.