El inicio de diciembre trae consigo un ambiente de celebración en el Perú. Las calles se llenan de luces, las casas se decoran con árboles navideños y nacimientos, mientras las familias se preparan para una de las tradiciones más representativas de la temporada: el Adviento. Este período litúrgico, que antecede la Navidad, combina elementos de espiritualidad, unión familiar y costumbres que reflejan tanto la fe como la historia.
El Adviento se celebra durante las cuatro semanas previas a la Navidad. En el calendario de este año, comenzará el domingo 1 de diciembre y concluirá el 25 del mismo mes. Este tiempo es marcado especialmente por la corona de Adviento, un símbolo cristiano compuesto por ramas verdes y velas que se encienden progresivamente cada domingo. La corona, además de ser un elemento decorativo, tiene un profundo significado espiritual: las velas representan la luz y la esperanza en la espera del nacimiento de Jesús.
En muchas familias peruanas, la celebración incluye lecturas bíblicas y oraciones al encender cada vela, en una tradición que mezcla la práctica religiosa con la unión familiar. Este ritual se inicia con una vela morada el primer domingo y continúa con otras dos velas del mismo color, una vela rosada el tercer domingo y, en algunos casos, una vela blanca en la Nochebuena, conocida como la “vela del Niño Jesús”.
Costumbres heredadas y adaptaciones locales
Las raíces del Adviento se remontan al siglo IV, cuando en el sínodo de Zaragoza se mencionó por primera vez un período especial de preparación antes de la epifanía. Más tarde, en el siglo VI, el Papa Gregorio Magno dio forma a la estructura actual del Adviento, estableciendo un marco litúrgico que aún se mantiene. Sin embargo, algunas tradiciones vinculadas a estas fechas también tienen orígenes paganos.
La corona de Adviento, por ejemplo, tiene antecedentes en los pueblos nórdicos, donde representaba el retorno del sol tras el invierno. Estas coronas se decoraban con velas y se utilizaban en celebraciones relacionadas con el ciclo natural de las estaciones. Con la expansión del cristianismo, este símbolo fue reinterpretado para alinearse con la narrativa de la venida de Cristo, conservando su forma circular y el uso de ramas verdes como símbolo de vida.
Cada vela del Adviento tiene un significado particular. Las tres velas moradas simbolizan el arrepentimiento y la preparación espiritual, mientras que la vela rosada, encendida en el tercer domingo, representa la alegría en medio de la espera. Este día, conocido como “Gaudete” (alegría, en latín), se caracteriza por un cambio de tono en las liturgias, invitando a los fieles a celebrar con entusiasmo la proximidad de la Navidad.
La costumbre de encender estas velas no solo tiene un carácter simbólico, sino que también refuerza el sentido de comunidad y fe entre quienes participan. En muchos hogares peruanos, este ritual se complementa con oraciones, cánticos y momentos de reflexión que reúnen a las familias en torno a un propósito común: prepararse espiritualmente para la llegada de Jesús.
Un calendario que marca el inicio
Originalmente diseñado como una herramienta para contar los días hasta la Navidad, este objeto ha evolucionado para incluir diversas variantes, desde los más simples, con imágenes alusivas a la temporada, hasta versiones más elaboradas con pequeños regalos o dulces en cada compartimento. En el Perú, los calendarios suelen tener un enfoque familiar, siendo especialmente populares entre los niños, quienes participan activamente en la cuenta regresiva hacia la Nochebuena.
El Adviento, como etapa previa a la Navidad, destaca no solo por su valor religioso, sino también por su capacidad para reunir a las personas en torno a tradiciones que han trascendido generaciones. En el Perú, esta temporada es un reflejo de la riqueza cultural y espiritual que caracteriza al país, donde cada práctica, desde el encendido de las velas hasta el montaje de belenes, fortalece los lazos familiares y comunitarios mientras se espera el 25 de diciembre.