Al caminar por las calles de Miraflores, los ojos no pueden evitar verse cautivados por las estructuras de madera laminada de Larcomar. Estas construcciones, que desafían la rigidez del concreto, se imponen sobre el paisaje urbano y captan la atención de los turistas. ¿Quién fue el visionario que decidió integrar de esta manera la madera amazónica (shihuahuaco) en un entorno tan moderno?
El peruano detrás de estas construcciones es Luis Takahashi Sato, arquitecto e ingeniero forestal, quien promovió el uso ecológico y responsable de la madera. El profesional desempeñó un rol medular en la integración sostenible de la madera amazónica en la arquitectura, destacándose por su visión innovadora y su firme compromiso con el medio ambiente.
Luis Takahashi: una vida dedicada a la madera y la sostenibilidad
Antes de la Segunda Guerra Mundial, los padres de Luis Takahashi emigraron a Perú, escapando de la severa crisis económica que azotaba Japón. Su travesía los llevó primero a La Oroya, una ciudad minera en las alturas andinas, y posteriormente a Tarma, donde encontraron un clima más amable, un refugio que simbolizaba la paz que tanto anhelaban. Fue en este rincón de los Andes donde comenzó a forjarse la historia de Luis, quien años después se convertiría en un referente de la arquitectura sostenible.
La niñez de Luis estuvo marcada por desafíos. Debido a una enfermedad que lo mantuvo en cama, no pudo asistir regularmente a la escuela durante los primeros cuatro años de primaria. En una entrevista con el canal de YouTube Archivo de Arquitectura PUCP, relató:
“Los primeros cuatro años de la primaria me los pasé en mi cama debido a una enfermedad. Mi madre logró que un colegio de Tarma me aceptara con la condición de que me tomaran exámenes dos veces al año. Yo tenía que estudiar por mi cuenta”.
Durante esas largas jornadas en casa, lejos de sus compañeros, Luis encontraba consuelo y creatividad construyendo aviones con madera, sin imaginar que este material se convertiría en el eje de su vida profesional.
Al terminar la secundaria, su interés por diseñar aviones lo llevó a postular a Ingeniería Mecánica. Sin embargo, al inscribirse en la universidad, descubrió que los arquitectos eran quienes se dedicaban al diseño, lo que lo hizo cambiar de rumbo. Al respecto, recordó:
“De todas maneras, me interesaba porque la carrera consistía, de alguna manera, en inventar cosas y construir. En aquella época, mi padre estaba construyendo una casa en la ciudad, así que me interesó el tema”.
Tras culminar sus estudios universitarios satisfactoriamente, Takahashi se graduó como arquitecto por la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). Poco tiempo después, obtuvo el título de ingeniero forestal en la Universidad Nacional Agraria La Molina. A lo largo de su carrera, se especializó en el uso de la madera en la construcción, su manufactura, conservación y el diseño de industrias forestales.
Su labor no se limitó al diseño y la construcción. Fue docente universitario en instituciones como la UNI, la Universidad Nacional Agraria La Molina, la Universidad Ricardo Palma y la Universidad Privada Antenor Orrego. Además, fue miembro del Comité de Maderas del ITINTEC.
En el ámbito de la consultoría, asesoró al Ministerio de Vivienda en proyectos relacionados con construcciones de madera y lideró el diseño, la fabricación y el montaje de estructuras de madera laminada en diversas regiones del Perú, defendiendo siempre el uso sostenible de los recursos naturales.
En un blog de Arquitectura de la PUCP, se mencionó el trabajo que realizó para el Ministerio de Salud en 1987. “En este proyecto se diseñó módulos básicos de salud en la selva peruana. En respuesta a un contexto, Takahashi siguió el diálogo que las viviendas colindantes y el entorno mostraban; empleó madera redonda y techos de hojas de palma. (Utilizó) materiales y mano de obra propia de la zona, pero añadió algunas mejoras basándose en su formación y conocimiento como arquitecto”, se lee.
En una charla disponible en el canal Archivo de Arquitectura PUCP, Takahashi reflexionó sobre la problemática de la deforestación de la selva peruana:
“Si todos los árboles fueran de caoba, nadie quemaría un árbol. Los que queman en la Amazonía no son los madereros; es el agricultor quien quema todo para sembrar un poco de maíz, y eso le dura uno, dos, máximo tres años. Luego se van a otro terreno y vuelven a quemar. Pero si todos los árboles tuvieran un valor cercano a la caoba o algo parecido, nadie estaría quemando”.
En los artículos que escribió también dejó clara su postura sobre la importancia de valorar la diversidad de especies maderables. En su texto El arquitecto y los bosques del Perú, señaló lo siguiente:
“Valorizar todas las especies maderables del bosque es la mejor opción para protegerlo. La viabilidad de este planteamiento ya está comprobada. Especies que hace 40 años se quemaban por inservibles, hoy se usan localmente o se exportan previo secado según las especificaciones de los compradores externos (tornillo, huairuro o shihuahuaco, etc.)”.
Finalmente, Takahashi Sato mencionó que las construcciones de madera pueden desmontarse por completo para ser reutilizadas en otros proyectos o con diferentes propósitos. Esto fomenta una arquitectura realmente sostenible, donde la producción del material, su transformación en elementos estructurales y su reciclaje minimizan el consumo de energía contaminante.
Es menester indicar que la madera captura carbono de manera eficiente durante todo su ciclo de vida, y su descomposición final se integra de forma natural al ecosistema, convirtiéndose en parte de otros organismos vivos.