El Ministro del Interior del Perú, Juan José Santivañez, ha tomado medidas decisivas en respuesta al caso de Sheyla Cóndor, ordenando la remoción de cuatro comisarios relacionados con el suceso. La compleja situación ha generado gran revuelo y desencadenado críticas al manejo policial de este y otros casos similares. Según información proporcionada en las recientes declaraciones del medio, la decisión del ministro se inscribe dentro de un proceso de evaluación y control interno más amplio destinado a erradicar la impunidad en las fuerzas policiales.
El fondo del asunto se remonta a irregularidades denunciadas por los padres de Sheyla, quienes acudieron a la comisaría de Santa Luz Mila para tramitar una denuncia solo para ser amenazados por el personal policial allí presente. Como se destacó en las declaraciones recopiladas, “No solamente no tramitan la denuncia, sino que la amenazan a los padres,” lo cual subraya un patrón inquietante y recurrente en estos espacios, según el informe presentado.
Esta situación no es aislada, ya que el medio de comunicación también informó sobre otras comisarías con acusaciones de mala praxis, lo que llevó a la solicitud del ministro para el cese de los funcionarios en cuestión. “Estamos tomando acciones de manera inmediata,” afirmó la autoridad ministerial en una clara señal de que se están aplicando medidas concretas y severas para abordar los fallos institucionales. El Ministro del Interior también enfatizó que “no habrá impunidad”, una declaración que refuerza el compromiso de llegar “hasta las últimas consecuencias.”
Por su parte, la investigación en torno a los involucrados continúa, y aunque el proceso disciplinario ha sido calificado como reservado, se ha corroborado la apertura de los procedimientos por parte de la Inspectoría General de la Policía. El foco está ahora en determinar si existen más oficiales vinculados a estos hechos delictivos. “Estamos en este momento en proceso de investigación,” se informó, añadiendo que todo oficial implicado será dado de baja.
Además, se reconoció la necesidad de esclarecer los procedimientos seguidos durante la investigación del cuerpo de Sheyla, hallado en un hotel de San Juan de Lurigancho. Las irregularidades en el manejo inicial del caso, reconocidas incluso por altos mandos policiales, han sido objeto de críticas tanto a nivel judicial como administrativo. En palabras del ministro, “El procedimiento estuvo mal hecho,” lo que deja entrever un posible ajuste en los protocolos bajo los cuales operan las unidades policiales.
A pesar de las fallas evidentes, el titular del ministerio defendió la integridad de la Policía Nacional de Perú, aclarando que no se puede generalizar en torno a sus miembros, destacando que “son más los policías buenos.” Sin embargo, el caso de Sheyla Cóndor se mantiene como una dolorosa ejemplificación de las deficiencias urgentes de corregir dentro de la institución.
El constante escrutinio al que está siendo sometida la policía peruana forma parte de un esfuerzo colectivo a nivel judicial. Con el respaldo del Consejo Supremo de Justicia Militar y el trabajo del Ministerio Público en los delitos de función, se busca que el esclarecimiento de los hechos avance con la debida celeridad.
Las medidas del Ministro del Interior respecto al caso de Sheyla Cóndor subrayan un compromiso con la transparencia y rendición de cuentas dentro de la fuerza policial de Perú. La serie de acciones tomadas y las declaraciones emitidas reflejan una determinación por garantizar justicia y erradicar raíces de corrupción e impunidad dentro de un sistema que se esfuerza por mantenerse a la altura de una sociedad que exige cada vez más de sus instituciones.