Este coloso de 11 pisos, ubicado en la cuadra 5 de la avenida Sáenz Peña, fue construido con una inversión de 40 millones de soles y alguna vez fue el centro de operaciones del Banco Central Hipotecario del Perú. En sus instalaciones se gestionaban créditos y se impulsaban proyectos. Se convirtió en un símbolo de una época de auge financiero. Sin embargo, hoy solo quedan paredes deterioradas, ventanas rotas y un eco que resuena con la desolación de su abandono.
La decadencia de esta estructura no solo es una pérdida arquitectónica, sino también un reflejo de decisiones políticas y económicas que marcaron su destino. La quiebra del Banco Central Hipotecario, junto a una serie de crisis internas y externas, dejó este coloso en el olvido. ¿Qué llevó a este emblemático edificio a pasar de ser un motor financiero a convertirse en un espacio estéril devorado por el tiempo? La respuesta yace en su historia.
El inicio de un sueño financiero: ambicioso proyecto del Banco Central Hipotecario
En 1970, el Perú fue testigo del nacimiento de un ambicioso proyecto que transformaría el panorama financiero del país: la creación del Banco Central Hipotecario del Perú. Esta institución nació con la misión de ofrecer préstamos respaldados por hipotecas, tanto de terrenos rurales como urbanos, para facilitar la adquisición, construcción y mejora de viviendas en todo el país. El banco no solo buscaba democratizar el acceso al crédito, sino también fomentar el desarrollo del sector inmobiliario y proporcionar estabilidad financiera a miles de familias peruanas. Con el respaldo de una considerable inversión, se proyectaba como un pilar fundamental en el crecimiento económico y social del país.
Para consolidar su visión, el Banco Central Hipotecario construyó un majestuoso edificio en el Callao, símbolo de modernidad y poder del sistema financiero nacional. Con una inversión millonaria, esta imponente estructura no solo albergaba la sede central del banco, sino que también se destinaba a ofrecer servicios financieros vanguardistas de la época.
Según el video del youtuber Greco, los tres primeros pisos del edificio estaban dedicados a las operaciones del banco, mientras que los pisos superiores se destinaban al alquiler de oficinas, convirtiendo este coloso en un epicentro de actividad financiera y comercial.
De centro de operaciones a centro de abandono: El ocaso del emblemático edificio
A lo largo de las décadas, el Banco Central Hipotecario sufrió un declive que afectó tanto su funcionamiento como la vida del emblemático edificio. Durante los años 80 y 90, el país vivió una época marcada por la violencia política y los atentados terroristas, lo que impactó directamente en las instituciones del estado, incluyendo al banco. Según relatos de algunos vecinos, el edificio fue víctima de varios ataques, lo que generó un ambiente de inseguridad en la zona. En esos años, los apagones eran comunes e incluso afectaban el servicio del banco, que se encontraba al borde del colapso en medio de una crisis social y económica.
El banco, que había sido concebido como una institución duradera, con un plazo inicial de 50 años, vivió un periodo de incertidumbre política que aceleró su caída. Años más tarde, el Congreso aprobó una prórroga antes de la expiración del tiempo estipulado, extendiendo su existencia por 50 años más. Sin embargo, la inestabilidad política, junto con los cambios en el contexto económico del país, desvirtuó su misión original. Mediante un decreto, el Banco Central Hipotecario fue integrado al Ministerio de Hacienda, lo que lo transformó en un organismo público descentralizado, perdiendo su independencia. A pesar de estos intentos de adaptación, el banco nunca volvió a recuperar la relevancia que tuvo en sus primeros años. Finalmente, la decisión de disolución definitiva marcó el cierre de su ciclo, dejando atrás el edificio que había sido un símbolo de progreso y modernidad.
De millones a ruina: ¿Qué pasó con los recursos invertidos?
El edificio, que en su momento representó una gran inversión de millones de soles, ahora es testigo de un triste contraste. A través del video del creador de contenido mencionado, se observan gallinazos que anidaban en los primeros pisos, lo que evidencia el abandono progresivo del inmueble. Las ventanas rotas y los pisos vacíos, sin ventanas y deteriorados por el paso del tiempo, muestran el deterioro que ha sufrido el complejo arquitectónico desde que dejó de ser un centro financiero activo. La falta de mantenimiento y la desatención han transformado lo que alguna vez fue un emblema de modernidad en una estructura en ruinas.
Sin embargo, a pesar del abandono generalizado, aún se pueden encontrar algunos vestigios de actividad. En el último piso, algunas oficinas todavía funcionan. Un abogado, un dentista y un guardián son las únicas personas que, de vez en cuando, dan señales de vida en un lugar que alguna vez estuvo lleno de empleados, clientes y actividad financiera. Estos pocos sobrevivientes se aferran a las últimas oportunidades que el edificio ofrece, pero el destino de la edificación parece sellado. La inversión millonaria que en su momento dio vida a este centro de operaciones hoy se ve desperdiciada, mientras la estructura sigue siendo una triste sombra del esplendor que alguna vez tuvo.