Mucho se ha hablado del poder que tiene Perú para trabajar en una regulación sobre Open Finance, pero pocos avances hemos visto en el tema. A hoy, podemos observar cómo el país ha optado por una aproximación más reflexiva y paulatina, empezando por un eje de interoperabilidad en el sistema de pagos. Esta etapa, trabajando de cerca en mi día a día en el mercado de Open Finance en Latinoamérica, puede ser estratégica, permitiendo a Perú observar los éxitos, avances y desafíos de sus pares regionales, como Brasil, Colombia , Chile y México, que ya avanzan en finanzas abiertas y en regulación. Hay primeros pasos y Perú, aunque rezagado, podría aprovechar su posición para aprender y adaptarse.
Debemos entender el importante y crucial rol que juega el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) al liderar la interoperabilidad y fijar estándares que tienen la posibilidad de ser la base de un sistema abierto de datos compartidos, con estrategias basadas en APIs. Esta estrategia de pagos abiertos, que hemos visto cómo ha avanzado en Latinoamérica, ha comprobado que los bancos, fintechs, y otros actores se conecten al sistema financiero a través de alianzas estratégicas como las APIs aportando a la innovación y la inclusión financiera.
Sin embargo, en Perú, Yape ya ha alcanzado un promedio de 15 millones de usuarios y si esto tiene un ritmo aún mayor, está claro que el país debe tomar cartas en el asunto y consolidar mesas de trabajo que permitan un trabajo público-privado para aterrizar las bases de lo que podría ser una posible regulación de Open Finance.
Traer más logros en la inclusión y la educación financiera es una gran oportunidad de avanzar en la misma dirección de los países vecinos, garantizando a los consumidores mayor control sobre sus datos y una oferta de productos financieros más competitiva.
Si tomamos los logros de los otros países y creemos en el potencial que tiene Perú en las finanzas abiertas y la interoperabilidad, que ya es un hecho, no solo se aceleraría la inclusión financiera, sino que también se construirían las bases para una economía más integrada y digital, preparada para enfrentar los retos de una era de servicios financieros interconectados.