De héroe a villano. El Ejército del Perú, sin saberlo, preparó e instruyó a un miembro clave de una red de narcotraficantes internacionales. Epifanio Montes, incluso, había sido condecorado por su loable labor en la lucha contra el terrorismo, sin embargo, decidió pasarse al lado oscuro, según la Fiscalía.
Gracias a un reportaje de Cuarto Poder, dominical de América Televisión, se pudo conocer el modo de operar de este exhéroe peruano luego de ser capturado por la Policía Nacional del Perú (PNP). Lamentablemente, durante su detención, disparó contra el alférez Marco Cosme, quien falleció en el acto.
La investigación de las autoridades determinó que Montes era el encargado de mover remesas de drogas a través de las fronteras. Asimismo, era quien recibía y trasladaba el dinero proveniente de la venta de grandes cantidades de cocaína hacia Bolivia.
Mientras realizaba estas tareas para el narcotráfico, el Estado lo condecoró por defender la democracia durante la época del terrorismo. Así lo estipula la Resolución Suprema N° 185-2023-PCM, documento que lleva la firma de la presidenta Dina Boluarte y el expremier Alberto Otárola.
“Tengo la complacencia de imponeros la Medalla Defensor de la Democracia en los grados de Gran Cruz, Comendador, Oficial y Caballeros, para que la llevéis con honor”, dijo Boluarte hace un año en una ceremonia oficial en la que estuvo presente Montes.
Así operaba la red de narcotráfico internacional
Epifanio Montes era una pieza importante dentro de esta red de narcotráfico internacional. Trabajaba para Edgar Valencia, alias ‘Gringo’, quien es el cabecilla y financista de toda la operación delictiva.
El exmiembro de las Fuerzas Armadas (FF. AA.) se encargaba de coordinar, ya por transporte aéreo o lacustre, la salida de la droga del país desde la selva central peruano hasta el territorio altiplánico de Bolivia.
En cuanto a la ruta terrestre, la PNP descubrió que esta red de narcotráfico utilizaba caletas hidráulicas para camuflar decenas de paquetes de cocaína en camiones de carga.
De acuerdo a Mongabay Latam, se han descubierto hasta la fecha 67 pistas de aterrizaje clandestinas dedicadas al narcotráfico en las zonas de Ucayali, Huánuco y Pasco. En cada uno de ellas se pueden hacer hasta cuatro vuelos diarios.
“Hay 15 pistas de aterrizajes clandestinas afectando a comunidades indígenas. Ocho de estas están dentro de dos comunidades indígenas y las otras 7, alrededor. Son dos comunidades que lidian con 15 pistas operando constantemente en su territorio”, declaró a Cuarto Poder la editora general de Mongabay Latam, Alexa Vélez.
“Todas las fuentes, policiales o locales, no dicen que van hacia Bolivia, a lugares como Beni o Santa Cruz. Que son a cinco horas de distancia en vuelo. Nos dicen que las avionetas aterrizan y se demoran cinco minutos en cargar la droga para que llegue la siguiente también a cargar”, agregó.
Los principales organizadores de estos traslados ya están tras las rejas, sin embargo, el narcotráfico sigue reinando en la selva peruana. Pese a los esfuerzos de las autoridades, este es un flagelo difícil de detener, principalmente, por casos como el de Epifanio Montes, que traicionan a la institución por servir al mejor postor.