En una ceremonia realizada este jueves 14 de noviembre, el líder del régimen chino Xi Jinping y la mandataria peruana Dina Boluarte inauguraron oficialmente el Megapuerto de Chancay, situado a 80 kilómetros al norte de Lima. Este ambicioso proyecto, controlado mayoritariamente por la empresa estatal china COSCO Shipping, ha sido presentado como una obra clave para impulsar el comercio entre Asia y América Latina.
No obstante, el imponente y nuevo terminal portuario consolida la creciente influencia económica de Beijing en la región, lo que ha despertado la preocupación de otras pontencias mundiales.
El Megapuerto de Chancay se inserta en la estrategia global de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, lanzada por China en 2013 para construir infraestructura clave en todo el mundo. Este proyecto refuerza la presencia de Beijing en Sudamérica al facilitar rutas comerciales más eficientes hacia Asia, reduciendo los tiempos de navegación hasta en 20 días en comparación con las rutas tradicionales.
Preocupación de Estados Unidos
En un contexto de crecientes tensiones con Estados Unidos y sus aliados, el puerto también responde a la necesidad de diversificar cadenas de suministro y asegurar rutas comerciales estratégicas que puedan operar independientemente de sanciones o conflictos con Occidente. Este megaproyecto es uno de los más de 40 puertos bajo control chino, reflejando una estrategia de influencia geopolítica a largo plazo en el mundo.
El avance chino no solo preocupa a Estados Unidos, sino que genera reacciones diversas en otras potencias regionales. Por ejemplo, Brasil, el mayor socio comercial de China en América Latina, se ha mostrado cauteloso respecto a integrarse plenamente en la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Aunque las exportaciones brasileñas de soja y mineral de hierro a China son significativas, persisten tensiones sobre el acceso limitado de productos brasileños al mercado chino.
México, más vinculado a la economía de Estados Unidos, también observa con atención la creciente influencia de China, aunque su relación comercial con Beijing es menos directa. En contraste, países como Argentina y Ecuador han adoptado un enfoque más cooperativo, integrando proyectos chinos como estaciones de telecomunicaciones y represas hidroeléctricas.
Megaproyectos del regimen chino en la región
El puerto de Chancay no es un caso aislado, sino parte de una serie de inversiones estratégicas de China en América Latina. En Argentina, la estación espacial en Neuquén ha sido objeto de críticas por su uso restringido al ejército chino. En Ecuador, la construcción de represas hidroeléctricas ha generado tensiones por su impacto ambiental y social. Mientras tanto, en Chile y Bolivia, las operaciones mineras para extraer litio han planteado preocupaciones sobre el control de recursos estratégicos.
Estos proyectos subrayan cómo Beijing combina infraestructura y tecnología para consolidar su posición como socio económico preferido en la región, desafiando el predominio histórico de Estados Unidos en Sudamérica.
Controversias locales y preocupaciones ambientales
En Perú, la construcción del puerto de Chancay ha desatado tensiones tanto políticas como sociales. La Autoridad Portuaria Nacional intentó sin éxito modificar los términos del acuerdo con COSCO Shipping, citando un “error administrativo” que otorgó a la empresa china derechos exclusivos de operación por 30 años. Además, grupos ambientalistas han denunciado posibles efectos negativos en el ecosistema costero y comunidades pesqueras locales.
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El impacto ambiental se suma a los cuestionamientos de organismos internacionales como la ONU, que han identificado efectos adversos en megaproyectos liderados por China en la región, especialmente en comunidades indígenas y áreas protegidas.
Geopolítica y seguridad
El puerto generará un impacto económico significativo, con la creación de 8.000 empleos directos y una actividad económica proyectada de 4.500 millones de dólares anuales. Sin embargo, el control de China sobre el Megapuerto de Chancay también despierta inquietudes en el ámbito de la seguridad geopolítica. Analistas como la general Laura J. Richardson, ex jefa del Comando Sur de Estados Unidos, han advertido que esta infraestructura podría ser utilizada en el futuro por buques militares chinos, consolidando un punto estratégico en Sudamérica.
Aunque Beijing insiste en que el puerto tiene fines exclusivamente comerciales, expertos señalan que esta capacidad dual es una característica recurrente de los proyectos chinos en todo el mundo. El puerto de Chancay simboliza no solo el avance económico de China en América Latina, sino también el desafío geopolítico que representa para otras potencias, destacando las tensiones entre comercio e influencia estratégica en el hemisferio sur.
Régimen consolida relación con Perú
La inauguración del puerto coincide con la firma de un acuerdo de libre comercio ampliado entre ambas naciones, consolidando a China como el principal socio comercial del Perú, con un intercambio bilateral que alcanzó los 36.000 millones de dólares en 2022. Las inversiones chinas en el sector minero peruano suman 11.400 millones de dólares, centradas en el acceso al cobre, esencial para la tecnología de energía limpia y productos electrónicos.
Para Beijing, el puerto de Chancay es una pieza clave en su estrategia para integrar económicamente América Latina a sus intereses, al tiempo que ofrece nuevas oportunidades para expandir su red global de comercio e influencia.