El líder chino Xi Jinping inaugurará este jueves un enorme puerto en Perú, el cual se espera atraiga más de 3 mil millones de dólares en inversiones, para crear una ruta directa a través del Océano Pacífico y ampliar la influencia de Beijing en América Latina.
Sus grúas de carga automatizadas son suministradas por Shanghai Zhenhua Heavy Industries, una empresa que, según investigaciones del Congreso de EE.UU., representa un riesgo de seguridad para los puertos estadounidenses: se utilizarán camiones eléctricos sin conductor fabricados por empresas chinas para manipular contenedores y carga.
El nivel de interés y participación de China en Chancay ha generado avisos de advertencias por parte de Estados Unidos debido a la posibilidad de que buques militares chinos utilicen al Perú como punto de apoyo en las Américas.
Laura J. Richardson, ex jefa recientemente retirada del Comando Sur del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, ha señalado, en una entrevista reciente con el Financial Times, que Chancay podría albergar “por supuesto” buques de guerra de la marina china siguiendo un “plan estratégico que hemos visto en otros lugares”. Beijing ha negado que el proyecto esté motivado por algo más que un interés comercial.
“Los chinos no están necesariamente interesados en una gran exhibición y en estacionar un buque de guerra allí, pero les agrada saber que es una opción”, señala Ryan Berg, director del Programa para las Américas del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) de EE.UU., a un grupo de expertos.
Funcionarios chinos y peruanos han celebrado el proyecto como una oportunidad transformadora para que el Perú se convierta en un eje central para los productos sudamericanos de su mayor socio comercial.
La presidenta Dina Boluarte, que dará a conocer el proyecto junto con Xi Jinping, lo ha calificado como un potencial “centro neurálgico” que unirá el continente con Asia, uno que podría crear 8 mil empleos y 4.500 millones de dólares en actividad económica anualmente.
Incluso si no se le da un uso militar, el puerto pone de relieve los vínculos cada vez más fuertes del continente con China.
Los intereses chinos en América Latina están evolucionando rápidamente más allá de la minería y otras industrias extractivas para incluir acuerdos para proporcionar tecnología de vigilancia y estaciones terrestres para satélites chinos.
Pero las preocupaciones estadounidenses sobre el uso del puerto por el ejército chino no han resonado en Perú, que ha acogido con agrado la promesa de un centro de alta tecnología que atraiga inversiones a la región, dijo Leolino Dourado, investigador afiliado al Centro de Estudios sobre China y Asia-Pacífico de la Universidad del Pacífico de Lima.
“América Latina, y el Sur Global en general, quieren vender sus productos a quien pueda, por lo que es poco probable que este tipo de alarmismo funcione”, señaló Dourado.
Cuando esté concluido, los 15 muelles del puerto lo convertirán en el primer lugar en Sudamérica capaz de albergar buques de transporte demasiado grandes para pasar por el Canal de Panamá.
Los investigadores chinos han dicho que la ruta reducirá los costos y acortará los tiempos de navegación entre 10 y 20 días, atrayendo negocios de otros centros de la región.
También podría convertir al Perú en un destino atractivo para las empresas chinas que buscan nuevos mercados de exportación o incluso espacios para instalar fábricas en las Américas. En una visita a China en junio, Boluarte señaló a Chancay como una razón para que el gigante chino de automóviles eléctricos BYD considerara instalar una planta de ensamblaje en el país.
Sin embargo, la toma de control de Chancay por parte de China no ha estado exenta de controversias en el Perú.
La Autoridad Portuaria Nacional peruana intentó este año alterar los términos del acuerdo de inversión de Cosco, citando un “error administrativo” cuando se acordó otorgar a la empresa china derechos exclusivos de operación sobre el puerto marítimo durante 30 años. La demanda fue retirada en junio, días antes de que Boluarte viajara a China para reunirse con Xi Jinping.
Chancay se unirá a una red global en expansión de más de 40 puertos bajo la Iniciativa de la Franja y la Ruta, un plan de 1 billón de dólares para construir infraestructura de transporte y tecnología lanzado por el líder chino en 2013.
Pese a las afirmaciones de que Chancay realizará actividades económicas puramente comerciales, los expertos en política exterior china han escrito sobre el proyecto como una victoria geopolítica para Beijing que deberá defenderse de la interferencia estadounidense.
La importancia geopolítica del puerto hace que sea “inevitable” que Estados Unidos intente debilitar el control chino una vez que se complete el proyecto, advierten investigadores de la Universidad Fudan en Shanghai en un artículo reciente.
También se espera que Xi Jinping y Dina Boluarte firmen un acuerdo de libre comercio ampliado. China ha sido el mayor socio comercial del Perú durante una década. Los países intercambiaron 36 mil millones de dólares en bienes el año pasado, en comparación con el intercambio comercial de 21 mil millones de dólares del Perú con Estados Unidos.
Para Beijing, el puerto promete reunir una serie de inversiones existentes en el Perú y países vecinos.
China tiene la ambición de construir una línea ferroviaria que conecte Chancay con Brasil, su mayor socio comercial en América Latina, y empresas chinas están en proceso de hacerse cargo de la distribución de electricidad para Lima.
Las inversiones chinas en el sector minero peruano suman 11.400 millones de dólares. La mayor parte de ese monto se centra en asegurar el acceso al cobre, que es esencial para la fabricación de productos electrónicos y tecnologías de energía limpia.
Dado que casi toda la refinación de cobre del mundo se realiza en China, el puerto de Chancay ayudará a Beijing a mejorar su acceso a las minas del segundo mayor productor de cobre en bruto de América del Sur.
“Esa asfixia de la cadena de suministros es absolutamente crítica y dominante”, señala Berg, el analista del CSIS.