En América Latina y el Caribe, la productividad laboral ha mostrado una evolución desigual en las últimas décadas, con un aumento promedio del 40% en los países de ingresos altos, mientras que los de ingresos medianos bajos han tenido un crecimiento más modesto, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). En este escenario, Perú se encuentra entre las 10 economías con menor PBI por hora trabajada de la región.
En su informe “Panorama de las Políticas de Desarrollo Productivo en América Latina y el Caribe 2024″, la CEPAL destaca que, para superar esta situación, es esencial que los países de la región implementen políticas a largo plazo que mejoren los fundamentos económicos y promuevan un cambio estructural en sus economías. Este enfoque busca no solo acelerar el crecimiento, sino también transformar la estructura productiva de manera sostenible.
Para el organismo multilateral, esta disparidad ha contribuido a que la región se mantenga en una trampa de bajo crecimiento y baja productividad, lo que ha empeorado su situación relativa frente a economías más avanzadas y emergentes.
“La brecha en la región ha aumentado en las últimas dos décadas: mientras que en 2005 la productividad de los países de la región que podían considerarse de ingreso alto era de US$25 por hora trabajada y la de los de ingreso mediano bajo ascendía a US$5 por hora trabajada, en 2024 dicha productividad era de US$34,4 por hora trabajada y de US$6,5 por hora trabajada, respectivamente”, revela CEPAL.
A nivel internacional, CEPAL observa una gran heterogeneidad en los niveles de productividad. Por ejemplo, países como Estados Unidos y las naciones europeas han mantenido altos niveles de productividad laboral, incrementándolos de manera constante en las últimas décadas.
En contraste, países como la República de Corea han logrado cerrar significativamente su brecha de productividad desde los años cincuenta, superando incluso a algunos países de América Latina y el Caribe.
En 2023, la productividad laboral en Estados Unidos era cuatro veces mayor que la de América Latina y el Caribe, una relación que casi se ha duplicado desde 1950. Según datos de la OCDE, la productividad laboral promedio de países latinoamericanos como Chile, Costa Rica, México y Colombia representa solo el 41% del promedio de los países de la OCDE y el 30% de los niveles de productividad de Estados Unidos.
En términos absolutos, el país con mejor nivel de productividad en la región en 2024 es Panamá, con más de U$45 por hora trabajada, y el de peor desempeño es Haití, con US$3,4 por hora trabajada. Perú está más cerca de este segundo:
- Panamá: US$45,81
- Uruguay: US$30,9
- Chile: US$29,57
- Trinidad y Tobago: US$28,13
- Argentina: US$28
- Costa Rica: US$24,4
- República Dominicana: US$22,85
- México: US$20,55
- Cuba: US$18,51
- Brasil: US$16,97
- Colombia: US$16,04
- Paraguay: US$14,03
- Perú: US$12,55
- Venezuela: US$11,54
- Ecuador: US$11,48
- Guatemala: US$11,23
- El Salvador: US$9,83
- Jamaica: US$9,06
- Bolivia: US$8,46
- Nicaragua: US$7,12
- Honduras: US$6,83
- Haití: US$3,39
Recuperar los índices de productividad en el Perú: partir por la educación
El exministro de Economía, Alfredo Thorne, señala que la caída de la productividad se registró a partir del gobierno del expresidente Ollanta Humala, pues antes “Perú era uno de los campeones en la productividad de la región”. Una serie de reformas impulsadas desde entonces, explica, han supuesto una menor contribución del capital y el trabajo para la eficiencia a nivel país.
Dentro de la región, sostiene CEPAL, la evolución de la productividad ha sido diversa. Panamá experimentó un aumento del 151% en su productividad laboral entre 2005 y 2024, impulsado por fuertes flujos de capital y un auge en la construcción. En contraste, la República Bolivariana de Venezuela sufrió una caída del 52% debido a contracciones significativas del PIB.
Para el director de Thorne & Associates, se abre una gran oportunidad con la instalación de nuevos puertos, pero también se necesitan cambios que le permitan al Perú aprovechar al máximo esa infraestructura. Para comenzar, se necesita una reforma educativa, uno de los elementos más importantes para generar productividad.
“Durante el gobierno de Pedro Castillo se aprobó la Agenda 19, que le quitó muchos beneficios a los trabajadores. Es importante respetar los derechos laborales, pero hay que darles la oportunidad de que puedan migrar a puestos más productivos, pues muchos están en pequeñas y medianas empresas que tienen poca productividad. Entonces, permitir su rotación es muy relevante”, remitió para Infobae Perú.
Otros países que han mostrado un desempeño positivo en el análisis de CEPAL incluyen a Costa Rica, República Dominicana y Uruguay, con incrementos superiores al 50% en el mismo período. Por otro lado, países como Jamaica, Honduras y Ecuador han registrado crecimientos más modestos o incluso decrecimientos en su productividad laboral.
“También se tiene que cambiar la política tributaria, pues el sistema local es muy deficiente. Cada sector tiene un régimen distinto y es impide que el capital fluya entre sectores en función a la rentabilidad y no sobre la base de los incentivos tributarios. Por supuesto, eso no quita que el Estado también se tiene que hacer eficiente para ello”, sentencia Thorne.
La informalidad en el Perú, una tara para la productividad
La CEPAL señala que, “detrás del fracaso en lograr un crecimiento significativo y sostenido de la productividad”, la región presenta un panorama en materia de productividad caracterizado por una gran heterogeneidad en, al menos, tres dimensiones: sectorial, empresarial y a nivel de territorios subnacionales. A nivel empresarial, el Perú figura entre las cuatro economías más informales de la región, solo por encima de Guatemala, Honduras y Bolivia.
El organismo multilateral destaca que las microempresas y pequeñas y medianas empresas (mipymes) constituyen el 99% de las empresas formales y el 66% del empleo formal en América Latina y el Caribe.
Sin embargo, la productividad laboral de estas empresas es considerablemente inferior a la de las grandes empresas. En 2018, la productividad de las empresas medianas fue solo el 65% de la de las grandes, mientras que las pequeñas alcanzaron el 38% y las microempresas apenas el 17%. En comparación, en la Unión Europea, estos porcentajes fueron del 76%, 58% y 42%, respectivamente.
Estas microempresas, que incluyen a trabajadores por cuenta propia, representan aproximadamente el 86% del empleo informal en la región. Este fenómeno no solo afecta a los ingresos, que muestran una diferencia del 40% entre los sectores formal e informal, sino que también contribuye a la baja dinámica productiva de la región.
La diferencia en productividad es aún más pronunciada cuando se compara a nivel de países individuales. Por ejemplo, en Brasil, la productividad de las microempresas es solo el 4% de la de las grandes empresas, mientras que en Francia alcanza el 74%.
Estos datos subrayan la brecha significativa en la eficiencia laboral entre las empresas de diferentes tamaños en la región y en comparación con economías desarrolladas.