En pleno centro histórico de Lima, la calle Capón se alza como un rincón peculiar de la ciudad, una mezcla de cultura china y peruana que atrae a cientos de visitantes y residentes cada día. Entre los restaurantes, tiendas y negocios que dan vida a este barrio, se esconde una historia que ha trascendido en el tiempo y marcó la zona: la historia de Lom Tom, conocido como el “barbero asesino de la calle Capón”. Este relato, que remonta a principios del siglo XX, mezcla realidad y mitos alrededor de un personaje envuelto en misterio y tragedia.
La migración china al Perú comenzó en 1849, cuando grupos de trabajadores llegaron para suplir la mano de obra en las haciendas de la costa peruana. Con el paso de los años, muchos se establecieron en Lima, formando lo que hoy se conoce como el Barrio Chino. En este entorno cultural, Lom Tom abrió su barbería, un lugar que rápidamente se hizo conocido en la antigua Lima, no solo por los servicios de cortes y afeitados, sino por su dueño, cuya personalidad reservada y mirada enigmática.
La historia cuenta que Lom Tom recibía a diario a hombres que buscaban un corte de cabello o una conversación ligera. En un contexto donde la barbería funcionaba como espacio de socialización, los clientes hablaban sobre sus problemas, mientras el barbero los escuchaba en silencio, concentrado en afilar su navaja. Sin embargo, poco a poco, el negocio se transformó en el escenario de una serie de asesinatos que conmocionaron a la ciudad y terminaron en una investigación policial que dejó a la comunidad en shock.
Una serie de desapariciones inexplicables
A inicios de 1918, las familias de algunos clientes de Lom Tom comenzaron a notar la ausencia prolongada de sus seres queridos. Las desapariciones inquietaron a los vecinos, especialmente cuando se supo que todos los desaparecidos habían visitado la barbería antes de perderse el rastro. A pesar de las preocupaciones, la comunidad seguía sin comprender qué ocurría detrás de las puertas del negocio.
La policía organizó un operativo para inspeccionar la barbería de Lom Tom y determinar la veracidad de las sospechas. Al ingresar al establecimiento, encontraron una escena perturbadora: varios cadáveres escondidos en el local. Lom Tom utilizaba su navaja, aparentemente en el curso de su trabajo, y en el momento menos esperado, la dirigía hacia el cuello de sus clientes, quienes fallecían de inmediato.
Al verse acorralado, Lom Tom se suicidó el 27 de junio de 1918, dejando a la policía sin la posibilidad de interrogarlo o comprender las motivaciones que lo llevaron a esos actos. Los agentes hallaron su cuerpo en el suelo, y con él, un macabro rastro de las vidas que había arrebatado.
Infobae Perú visitó la tumba de Lom Tom en el Pabellón San Joaquín o popularmente conocido como el ‘pabellón de los suicidas’, en el Cementerio Presbítero Maestro. Durante su visita, conversamos con Aldo Tomatis, guía del cementerio y miembro de la Sociedad de Beneficencia de Lima Metropolitana. El experto relató que “Lom Tom era una persona que trabajaba en la calle Capón... se comenta que se volvió loco y cada cliente que atendía terminaba muerto”. Además, los detalles del caso incluyen que, al verse acorralado, el barbero tomó la decisión de quitarse la vida en su propio negocio, dejando atrás un registro de alrededor de diez cadáveres ocultos en el local.
El legado oscuro en el Pabellón San Joaquín
Es así que Lom Tom llega al ‘pabellón de los suicidas’ en el Cementerio Presbítero Maestro. Inaugurado en 1924, este espacio se destinó a quienes fallecieron en condiciones que la sociedad consideraba como tabú, tales como el suicidio o duelos de honor. Este pabellón, separado del resto del cementerio, se convirtió en un lugar simbólico para aquellos cuyos fallecimientos rodearon controversia o misterio.
El Cementerio Presbítero Maestro, que data de 1808, guarda en su interior una colección de historias y tumbas que reflejan las diversas épocas de Lima, desde la colonia hasta la era republicana. Los monumentos y mausoleos narran historias visuales de personajes importantes, y en el caso de Lom Tom, conservan una parte sombría de la memoria colectiva limeña.
El Cementerio Presbítero Maestro, que ocupa 20 hectáreas en el jirón Áncash, representa uno de los puntos de referencia histórica de la ciudad. Este cementerio alberga más de 220 mil nichos, tumbas y mausoleos, que lo posicionan como uno de los cementerios más relevantes en América Latina. En 1999, fue declarado Museo Cementerio Presbítero Matías Maestro, debido a la riqueza artística y arquitectónica que contiene. A lo largo de su extensión, se encuentran esculturas y monumentos que van desde el neoclásico hasta el art déco, un reflejo de la evolución de Lima en términos sociales y culturales.
Además de ser un lugar de descanso, el camposanto se convirtió en un sitio de interés turístico y cultural. Las visitas guiadas permiten a los visitantes adentrarse en la historia de Lima y explorar las transformaciones que vivió la ciudad a lo largo de los siglos.