La próxima guerra será por el agua. Se sabe que solo el 2.5% de agua en este planeta es dulce. Según datos de la FAO, el riego para realizar tareas ligadas a la agricultura y ganadería se lleva en promedio el 70% del agua dulce provenientes de ríos y reservas subterráneas a nivel mundial. En países industrializados, es aún peor: la cifra puede llegar hasta el 90%. La analogía es sencilla: si el agua está altamente correlacionada con la producción de alimentos, y este líquido es escaso, cada vez será más caro producir los alimentos. Por ende, el precio que el consumidor debe pagar será mayor. El caso más grave de crisis hídrica es la que están viviendo nuestros hermanos de Piura. En principio partimos por dos componentes clave respecto al agua:
1) existe una mala gestión y planificación del agua. Los pequeños agricultores no pagan lo que realmente cuesta el agua de reservorio (que no es un agua barata). Al utilizar agua cuyo costo es ínfimo resulta en un irresponsable y pésimo manejo del recurso hídrico e incluso despilfarro de este líquido elemento. El pago del agua se hace a la junta de usuarios que no invierten en una construcción y/o mantenimiento de un sistema hidráulico. En estos 50 años, no ha habido una debida descolmatación de las represas ni tampoco mantenimiento, así como tampoco ha habido prevención respecto a construcción de reservorios. Y esto ha sucedido por años antes de llegar a esta situación de un mayor calentamiento global, donde hay que orar para que en Piura llueva. Por otro lado, a nivel agrícola
2) en Piura no debería sembrarse arroz. Piura es una zona desértica, con pocas lluvias. El arroz consume aproximadamente 40,000 m3 de agua por hectárea porque se hacen dos campañas al año. Por ejemplo, la FAO, reportó que, para producir un kilogramo de arroz se necesita aproximadamente 3400 litros de agua y por su parte, la Autoridad Nacional de agua ANA ha reportado un consumo de hasta 6 m3/kg de arroz producido en Piura. En contraste, muchas agroexportadoras han transformado zonas áridas en campos de uvas y arándanos utilizando sistema de agua presurizado (riego por goteo, microaspersión, etc.) cuyo consumo es aproximadamente 13,000 m3 por hectárea/año. El ingeniero Nesky López, al frente de la consultora TallanSpace SRL, explica que la huella hídrica del arroz varía entre 2.5 a 6 metros cúbicos de agua por kilogramos de arroz. Asimismo, López menciona que el consumo de arroz per cápita en Perú es de 60 kg (el más alto en América) y que la preferencia del peruano es el arroz costeño sobre el arroz de la selva. Si solo en Lima somos aproximadamente 12 millones de personas, sacar un cálculo con matemáticas simples de cuánta agua se consume por el cultivo de arroz norteño usando agua de reservorio, que es un agua cara, es bastante alto.
Para contextualizar la situación hídrica en Piura, es necesario mencionar que existen dos represas en Piura: San Lorenzo (que da agua al Valle de San Lorenzo, donde se produce el 80% del mango que se exporta al mundo, además de paltas y bananos) y el de Poechos (este último irriga al bajo y medio Piura). Poechos es el que presenta mayores problemas de sedimentación. Los agricultores del bajo Piura argumentan que si las autoridades de la Empresa Prestadora de Servicio Grau del Proyecto Chira Piura, hubieran cumplido su palabra de abrirles las compuertas para regar sus cultivos en setiembre, no se tendría este problema. Sin embargo, si se les abría las compuertas, la situación de falta de agua hubiese sido peor que la actual, pues es lógico que la empresa priorice el consumo humano sobre el agrícola. Para colmo de males, en el río Piura son depositados aguas residuales, desechos hospitalarios y hasta metales pesados como arsénico y plomo, ya que más del 15% de sus aguas se destinan a la minería ilegal (Ecured, 2024). Si se hacen mediciones de la esperanza de vida de las personas es bastante precario pues presentan enfermedades de los riñones u otras tantas por la falta de calidad de agua. La situación de falta de agua a nivel doméstico tampoco es reciente. Por ejemplo, en zonas como la Arena en el bajo Piura, el agua es insalubre, pues tiene carbonatos que hacen que esta no sea potable. Además, solo está disponible de 4:30 am hasta antes de las 6 am. Las personas deben de comprar agua dulce para cocinar.
Toda esta crisis hídrica en el norte tendrá fuertes repercusiones en el mercado. Y no solo hablamos del arroz. Muchas amas de casa ahora pueden ver el mango edward en los mercados locales a 6 soles el kilo. Sin embargo, actualmente el mango kent que se exporta ya completó su segunda floración y se ha quedado de tamaño pequeño. La tercera floración va a causar que el mango se “caiga” por estrés hídrico. En el caso del limón, el ingeniero Renato Calle, ingeniero agrónomo y profesor de la Universidad Católica Sedes Sapientiae, estima que el rendimiento va a caer en un 40%. En los meses de verano se verá un limón amarillo, pequeño y por supuesto, caro. Todo esto impactará, por supuesto, no solo en las amas de casa, sino en la industria restaurantera y hotelera donde se sirve nuestro popular ceviche y pisco sour.
Mientras muchos compatriotas piuranos pagan exorbitantes sumas de dinero por el líquido elemento esperando cisternas y cavando huecos para encontrar tuberías ante existentes enfermedades diarreicas y una alta probabilidad de dengue, una serie de medidas deben de realizarse a través de un trabajo en conjunto. Voluntad política es lo que se necesita porque urge impulsar proyectos de Santa Rosa y Vilcazán para afrontar la crisis hídrica también en la zona de San Lorenzo. Los ingenieros Calle y López sugieren la colocación de reservorios satélites como lo hace Ecuador para reservar agua en época de lluvias de verano o fenómeno del niño. Las capacitaciones a los pequeños agricultores deben de conformarse por equipos multidisciplinarios que los concienticen a reconvertir los cultivos de arroz a otros cultivos con menores consumos hídricos y sistemas de riego más eficientes. La academia también debe de realizar sus aportes en cuanto a investigaciones ligadas a la adopción de tecnologías, así como al tratamiento de aguas residuales y/o la conversión de aguas saladas de forma más eficiente. Finalmente, es importante que las personas de a pie tengamos conocimiento de cuál es la huella hídrica del arroz norteño y se pueda ver alternativas de un consumo responsable como el arroz de la selva que se riega con agua de lluvia u otros productos como la papa, camote, kiwicha y yuca.
Lo que a muchos nos sobra, a miles les falta, y pequeñas acciones hacen grandes cambios. Por tanto, si tenemos la suerte de tener agua potable, es nuestra responsabilidad revisar las fugas (si es que las tuviéramos) dentro de nuestros hogares y racionar el recurso hídrico lo más que podamos al cepillarnos los dientes, enjabonarnos, al lavarnos las manos hay que cerrar bien el caño. Al lavar la ropa en la lavadora, hay que usar esa agua para limpiar pisos y patios. La crisis hídrica es un tema muy sensible para todos y es nuestro deber entender el problema que tenemos y ser solidarios al respecto.