Las cifras de denuncias por violencia familiar en el país durante el 2024 son alarmantes. Según el Sistema Informático de Denuncias Policiales de la Policía Nacional del Perú (PNP), hasta octubre de este año se han registrado más de 200 mil denuncias por violencia familiar, lo que indica que el total podría superar las 202.219 denuncias reportadas al cierre de 2023.
A dos meses del cierre del año, se han registrado 200.501 denuncias por violencia familiar, cifra que se aproxima al total del año anterior. Si bien tanto hombres como mujeres son afectados por la violencia familiar, estudios revelan que las mujeres la padecen con mayor frecuencia y gravedad, lo que aumenta su riesgo de sufrir lesiones graves o fatales. Sin embargo, las consecuencias de esta violencia no solo afectan a los adultos, sino también a los niños, niñas y adolescentes que crecen en estos entornos violentos. Para estos menores, la violencia deja una huella imborrable que impacta negativamente en su desarrollo psicológico y emocional, especialmente cuando son testigos de los abusos ocurridos en su hogar.
Infobae Perú se comunicó con la psicóloga Cristina Alarcón Acevedo, quien explicó que los hijos que crecen en ambientes violentos no solo experimentan dificultades en su rendimiento académico, sino que también enfrentan problemas en su comportamiento, en la percepción que tienen de sus padres, e incluso pueden desarrollar adicciones a sustancias.
La psicoterapeuta enfatizó que la violencia familiar afecta a todos los miembros de la familia, pero los niños, como “observadores pasivos” (aquellos que son testigos de la violencia sin involucrarse físicamente), también son profundamente impactados. Los efectos varían según la edad del menor, pero los cambios en su comportamiento suelen ser evidentes.
Niños pequeños adoptan actitudes violentas
Los niños de hasta cinco años presentan manifestaciones visibles de estrés, como cambios en su conducta y relaciones con los demás. Según la especialista, algunos se retraen en la escuela y participan en juegos violentos o incluso destruyen sus juguetes. Además, pueden desarrollar síntomas como enuresis (orinarse en la cama), provocados por el miedo hacia el agresor. Esta respuesta emocional también puede observarse en niños hasta los 11 años.
“Pueden sentirse culpables también por el abuso que han observado. La violencia familiar repercute y hiere su autoestima y su autoconcepto”, comentó.
En el ámbito académico, es común que los niños expuestos a violencia familiar experimenten un descenso en sus calificaciones y pierdan interés por participar en actividades escolares. Físicamente, también pueden manifestar dolor de cabeza y de estómago.
Cambios de conducta y riesgo en adolescentes
Los adolescentes que crecen en hogares violentos también experimentan cambios significativos en su comportamiento, como un mayor distanciamiento de sus amigos y una actitud más rebelde, que, aunque es común en esta etapa de transición hacia la adultez, suele ser más intensa de lo habitual. Además, los jóvenes expuestos a violencia familiar tienden a desarrollar una visión negativa de sus padres, especialmente del agresor, lo que puede generar sentimientos de enojo y resentimiento.
En el ámbito educativo, además de la caída en el rendimiento académico, estos adolescentes pueden ser víctimas de bullying o, en algunos casos, convertirse en agresores. La deserción escolar es también una consecuencia frecuente en este contexto. A nivel social, los jóvenes están más expuestos a caer en el consumo de sustancias como alcohol y drogas, e incluso a involucrarse en comportamientos sexuales de riesgo, sin protección ante enfermedades de transmisión sexual o embarazos no deseados.
“La violencia que presencian los niños desde pequeños repercute a lo largo de su vida. De una u otra forma, generará consecuencias emocionales en su salud, tanto física como mental. También puede desencadenar trastornos como ansiedad, depresión, y el consumo de alcohol y drogas a lo largo de su vida”, advirtió la psicoterapeuta.
La especialista agregó que esta violencia también puede dar lugar a una “ruptura en la personalidad” del menor, y si existen antecedentes familiares de trastornos psicológicos, como el Trastorno de Personalidad Límite (TLP) o el Trastorno Esquizoafectivo, los hijos podrían desarrollar estas condiciones en la adolescencia.
“Si ha existido antecedentes familiares sobre este tipo de problemas, los jóvenes pueden desarrollarlos en la adolescencia”, acotó.
Canales de ayuda
Si eres víctima de violencia de género o eres testigo de algún caso, puedes comunicarte a los siguientes canales para recibir asistencia y reportar la situación. Recuerda que nunca es tarde para denunciar.
- Chat 100
- Línea 100
- Centro de Emergencia Mujer (CEM)
- Servicio de Atención Urgente