+El sistema de medicinal legal en Perú enfrenta una crisis sin precedentes. La morgue de Lima y la de Chiclayo, dos de los principales centros de medicina legal en el país, atraviesan una situación de colapso que refleja no solo la falta de recursos, sino también un contexto social marcado por el incremento de la criminalidad y la carencia de condiciones mínimas de trabajo para el personal de estas instituciones.
Los trabajadores del Ministerio Público reportaron que la Morgue Central de Lima ya no tiene capacidad para recibir más cadáveres. Este desbordamiento de cuerpos, producto del aumento de la violencia y la inseguridad en la capital, ha superado las capacidades de almacenamiento y conservación de la morgue, generando un problema de salud pública latente. En el norte, en Chiclayo, la situación es similar: tras dos años de abandono en la Unidad de Medicina Legal, las autoridades ordenaron el entierro de cadáveres no identificados, en estado de descomposición, que permanecían en las instalaciones sin condiciones adecuadas para su preservación.
“Realicé las gestiones en Lima para que estos cuerpos fueran enterrados en un cementerio de Pomalca. Desde el lunes ya se venían haciendo las gestiones para sepultar cuatro cadáveres adultos, junto con restos óseos”, señaló.
El entierro de cadáveres NN en Chiclayo, una medida realizada recientemente para aliviar la saturación en las cámaras de conservación, evidencia las acciones urgentes que las autoridades han tenido que tomar ante la falta de infraestructura y recursos. En un cementerio en Pomalca, cuatro cadáveres adultos y restos humanos óseos fueron finalmente sepultados en una fosa común, tras varias gestiones realizadas en coordinación con la ciudad de Lima.
Falta de recursos y condiciones insalubres
El técnico necropsiador en la Unidad Médico Legal de Chiclayo, Carlos Capuñay, reveló en Exitosa la gravedad de las condiciones en que se encuentra el recinto. Desde hace años, el personal enfrenta una escasez de equipos e insumos básicos para llevar a cabo las necropsias de manera adecuada. El experto explicó que la morgue dispone de una única cámara de conservación, con capacidad para almacenar solo cuatro cuerpos, mientras que actualmente hay nueve cadáveres acumulados en espera de ser sepultados. Estos cuerpos, que incluyen restos de adultos, fetos y recién nacidos, llevaban más de dos años en las instalaciones debido a la falta de presupuesto.
Según el técnico necropsiador, la situación de los equipos en la morgue es deplorable, con una cámara de conservación que apenas se mantiene funcional y equipos de protección personal prácticamente inexistentes. “No contamos con sierras adecuadas para las necropsias, usamos cuchillos de cocina y sierras de corte de fierro que traemos de nuestras casas para abrir los cuerpos”, declaró Capuñay, quien precisó que muchos de los insumos básicos, como mascarillas y guantes, deben ser adquiridos por los propios trabajadores.
Aumento de cadáveres por la criminalidad en Chiclayo y Lima
El incremento en el número de cadáveres almacenados en las morgues de Chiclayo y Lima no es un fenómeno aislado, sino que responde al aumento de la criminalidad en el país. En Chiclayo, la cifra de cadáveres se ha duplicado en los últimos meses, pasando de unos 30 cuerpos al mes a entre 60 y 80. Muchos de estos casos corresponden a muertes violentas, principalmente homicidios atribuidos a actividades de sicariato y otros delitos graves.
David Hereña, secretario de la Federación Nacional de Trabajadores del Poder Judicial (FNTP), advirtió que en Lima, los índices de criminalidad han sobrepasado la capacidad de la Morgue Central para manejar adecuadamente los cadáveres que ingresan diariamente. Según el experto, se registran hasta dieciocho cuerpos diarios por muertes violentas en la capital, lo que genera un atraso en los plazos de las autopsias y dificultado el cumplimiento de los procedimientos legales establecidos.
La situación en Lima también está marcada por la falta de personal médico legista y técnicos en necropsia, lo que agrava la sobrecarga en la morgue y limita las posibilidades de cumplir con las normas de bioseguridad necesarias para el manejo de los cuerpos.