En Lima, los misterios se ocultan entre los muros antiguos del cementerio Presbítero Maestro, el camposanto más histórico de la capital peruana y en Sudamérica. Entre sus nichos, una ‘historia de amor’ desafiante persiste en el cuartel San Joaquín, o más conocido como el pabellón de los suicidas. Aquel rincón del cementerio, de más de dos siglos de antigüedad, guarda la memoria de amores contrariados, encuentros trágicos y, en este caso, un romance digno de ser comparado con la tragedia shakesperiana de Romeo y Julieta.
Los protagonistas de esta historia de amor trágico, Alejandrino Aparicio Subiria y María Subiria Briceño, eran primos y decidieron luchar contra el peso de las normas familiares. El lazo que los unía los llevó a desafiar las restricciones y vivir su amor en secreto, lejos de la mirada de sus parientes que, según las versiones populares, se opusieron firmemente a su unión. Entre encuentros ocultos y decisiones radicales, tomaron un veneno como símbolo de amor eterno. Alejandrino murió el 12 de octubre de 1959 y, un mes después, María lo siguió el 2 de noviembre de ese mismo año. Solo en la muerte, la familia cedió y los enterró juntos en el cementerio más antiguo de Lima.
Infobae Perú estuvo en el lugar y entrevistó al un guía del cementerio y miembro de la Sociedad de Beneficencia de Lima Metropolitana, Aldo Tomatis, quien contó la historia y un detalle que muy pocos conocen o notan.
“Un dato curioso que se puede observar al visitar el cementerio Presbítero Maestro es que las lápidas tienen un efecto reflejo. Es decir, la cruz y las flores, en su pálida, al verlas juntas, se perciben como si estuvieran invertidas, reflejándose una en la otra”, contó el experto.
¿Qué tan real es esta historia o solo son leyendas de Lima?
La narrativa popular encontró un giro con los documentos oficiales. De acuerdo con los registros de nacimiento, María Subiria Briceño no era prima de Alejandrino Aparicio Subiria; en realidad, era su madre. Alejandrino, según las actas, falleció de tuberculosis a los 53 años en el distrito de Bellavista, Callao. María murió poco después, a los 88 años, debido a una bronconeumonía en una residencia ubicada en la Av. Grau, en La Punta. Sin embargo, esta versión documentada no ha logrado borrar la leyenda de los amantes, que sigue en boca de guías y visitantes del Presbítero Maestro.
El guía del cementerio y miembro de la Sociedad de Beneficencia de Lima Metropolitana menciona la historia de madre e hijo, dejando en claro que cada quien es libre de creer lo que desee. Aunque la leyenda persiste en el imaginario popular, continúa atrayendo a quienes buscan un atisbo de romanticismo trágico entre las frías paredes del cementerio.
Un museo de memorias
Fundado en 1808 y ubicado en el jirón Áncash, el cementerio Presbítero Maestro se extiende a lo largo de 20 hectáreas y cuenta con más de 220 mil nichos, tumbas y mausoleos, lo que lo convierte en uno de los cementerios históricos más importantes de América Latina. Además de su función original, el cementerio fue declarado Museo Cementerio Presbítero Matías Maestro en 1999 como parte de un esfuerzo por preservar el patrimonio artístico y arquitectónico que alberga.
El Presbítero Maestro guarda más que solo restos; alberga la historia visual y cultural de Lima y sus habitantes, desde las épocas de la colonia hasta la era republicana. Las esculturas y monumentos funerarios son parte de su atractivo, que incluye una diversidad de estilos arquitectónicos, desde el neoclásico hasta el art déco. El cementerio, además de ser un lugar de descanso eterno, es un reflejo de las transformaciones sociales y artísticas de la capital peruana.
El cementerio también forma parte de los circuitos turísticos que impulsan el turismo cultural en Lima. Las visitas guiadas, especialmente las nocturnas, son populares entre los limeños y turistas que desean conocer el lado menos conocido de la historia de la ciudad. El cementerio, que en 2006 fue incluido en la lista de los 100 monumentos en peligro del mundo de la World Monuments Fund, recibe cada año a miles de visitantes, atraídos por el misticismo y la historia que se esconden en sus muros.
Desde la restauración hasta la inclusión de rutas temáticas, como la Cripta de los Héroes y el pabellón de suicidas, el Presbítero Maestro ha evolucionado en un espacio de encuentro entre la cultura, la historia y el turismo.
El Presbítero Maestro se enfrenta a desafíos importantes en cuanto a su conservación y cuidado. Las esculturas, criptas y mausoleos han resistido el paso del tiempo, pero requieren mantenimiento constante para preservar su valor histórico y cultural. La Sociedad de Beneficencia de Lima, encargada de su administración, implementa medidas de restauración y conservación para asegurar que las futuras generaciones puedan seguir accediendo a este espacio, que no solo cuenta con relevancia histórica, sino también con un potencial educativo y cultural único en la región.