Habernos convertido en uno de los países líderes en el mundo por tener el mayor número de días de descanso remunerados anuales (46), no parece ser una condecoración y, menos, un motivo de orgullo. Es más bien un motivo de preocupación y de reflexión. Según el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), el Perú se ubica solo después de Irán (53 días) en días libres remunerados, empatando con la isla San Marino, seguido de Yemen (45 días), Andorra (44 días), Bhutan (44 días), Bahrain (44 días), Togo (43 días), Níger (43 días), Madagascar (43 días) y Mónaco (42 días).
Por muchas décadas, tuvimos 12 feriados anuales pagados, pero nuestros congresistas aprobaron 4 nuevos y lo elevaron a 16: Día de la FAP y del capitán José Abelardo Quiñones (23 de julio); Batalla de Arica y Día de la Bandera (7 de junio); Batalla de Junín (6 de agosto) y de Ayacucho (9 de diciembre). Si a ello le sumamos los 30 días de vacaciones anuales, llegamos a los famosos 46 días, sin sumar los feriados regionales (“Festival de la Primavera”) o gremiales (“Día del Trabajador Municipal”) que también existen.
Diversos economistas ya han comentado que todo esto afecta la productividad, tiene un impacto en el crecimiento económico y en el empleo formal y, a la larga, impacta en los ingresos de los propios trabajadores. No hay lonche gratis. Alguien paga la cuenta. Por ejemplo, la caída del PBI del mes de junio a 0.2%, tuvo entre sus razones que ese mes se efectivizó el nuevo feriado del 7 de junio, que no lo era hasta el 2023. Sin embargo, más allá del impacto económico, es importante ver si existe alguna razonabilidad en estas decisiones y cuál sería el objetivo para añadir nuevos feriados y qué podemos hacer para ordenar el caos.
La norma principal de feriados en el Perú tiene más de 30 años: es el Decreto Legislativo 713, de noviembre de 1991. Dicha norma no señala ningún objetivo de los feriados ni fija criterios para definirlos, solo se limita a establecer una lista de días feriados y deja la puerta abierta para añadir otros días más: “…los que se determinen por dispositivo legal específico”.
Se entiende que el objetivo principal de un feriado es celebrar un acontecimiento de gran impacto nacional, sean estos religiosos, cívicos o históricos y que son relevantes para la identidad del país y que los ciudadanos (no solo los trabajadores) puedan participar activamente en dichas festividades. Indirectamente, se buscaría también promover actividades como el turismo y el comercio, pues las personas tendrán tiempo para comprar, visitar centros comerciales o hacer actividades de ocio o recreativas, lo cual está bien. Así, se beneficiarían restaurantes y negocios y destinos turísticos por la gran afluencia. Por ello, en algún momento, la regulación estableció “los feriados puente” y los “días no laborables, recuperables” para fomentar el turismo o facilitar eventos especiales. A diferencia del feriado que es obligatorio para todos, los “días no laborables” son voluntarios y son recuperables en otra fecha.
Es importante que las decisiones de nuestras autoridades tengan el mayor sustento y la mayor razonabilidad posible, pensando en el interés colectivo y en la mayoría. Añadir irracionalmente más feriados solo beneficiaría a muy pocas actividades y afectaría al resto. Según el BCR, si bien hay impactos positivos en el turismo, el efecto es negativo en la manufactura, electricidad, construcción y otros. Además, la gran mayoría de trabajadores informales e independientes viven del “día a día” y pierden ingresos si no trabajan.
En ese sentido, algunas preguntas importantes: ¿tenemos como medir si se está cumpliendo algún objetivo con más feriados? ¿Celebran y participan los peruanos en estas festividades? ¿Para un trabajador es solo un día más de descanso o eleva su conciencia e identidad nacional con relación a la fecha festiva? ¿Es necesario que sea no laborable para que se genere identidad nacional? ¿Cuál es el aporte real de tener más feriados en generar más bienestar en la mayoría?
Sería importante que el gobierno ordene los feriados y escuche al sector privado. Los actores económicos requieren reglas más razonables y previsibles y que no se declare un nuevo feriado más sin el debido sustento. Además, debería revisarse si los feriados establecidos están cumpliendo con algún objetivo, más allá de la costumbre o la tradición. Hay fiestas religiosas importantes en el país, pero son laborables. Es fundamental aspirar como país a tener un calendario ordenado, consensuado y razonable de feriados nacionales, que nos permita claridad para planificar nuestras actividades y logremos salir de esa poco honorable lista de países que no se caracterizan precisamente por su eficiencia y productividad.