En octubre, Lima se pinta de morado para celebrar la tradicional festividad del Señor de los Milagros. El culto a la imagen de un Cristo crucificado que pintó un esclavo de casta angola, en la pared de abobe en la zona conocida como Pachacamilla, se inició hace más de tres siglos y es una de las devociones más antiguas y multitudinarias del continente.
Desde mediados del siglo XVII, al Cristo Moreno o Cristo de Pachacamilla, se le atribuyeron milagros relacionados a los sismos que padecía la capital del Perú. El muro donde se encontraba la imagen del Señor se mantuvo en pie luego del devastador terremoto de 1655, que causó muerte y desolación en Lima y el Callao.
En 1671, Andrés de León decidió construirle una modesta ermita y, gracias a su devoción, se curó milagrosamente de una enfermedad incurable. Sin embargo, frente a los desórdenes que se suscitaban en torno a la imagen, en 1671, se dio la orden de borrar la pintura mural. En ninguno de los tres intentos se pudo borrar la imagen. Conmovido por estos hechos, el virrey Conde de Lemos autorizó que se diera culto a la imagen del Cristo crucificado y se ofició la primera misa.
La devoción limeña crecía cada día y, por disposición directa del virrey, el célebre pintor José de la Parra insertó en la parte superior del mural la palabra “INRI” y se añadió el retrato del Padre Eterno y la paloma del Espíritu Santo. También se repintaron las imágenes de la Virgen María y María Magdalena. El culto público al Señor de los Milagros lo inició el destacado capitán español Sebastián de Antuñano y Ribas, quien dedicó su vida y fortuna a la tarea de mejorar la capilla y afianzar la veneración de la sagrada imagen.
El 20 de octubre de 1687 ocurrió un sismo de grandes proporciones que conmocionó a la ciudad. Gracias al fervor religioso de Antuñano se realizó la primera procesión, con una copia de la pintura original hecha sobre el lienzo, para aplacar la “ira de Dios”. De esta manera, no solo se contaban sus milagros bajo la forma de sanación de enfermos y otros hechos inexplicables, también se le comenzó a invocar para detener los movimientos sísmicos. Este acto se repitió todos los años siguientes en memoria de aquel destructivo terremoto.
Más adelante, hacia 1688, las madres nazarenas se trasladaron a la zona aledaña a la capilla del Santo Cristo de los Milagros. Desde su fundación en 1730, el monasterio nazareno continuaría siendo, principalmente, un espacio de veneración de la sagrada imagen. La tradición cuenta que el Señor se le apareció a Antonia Lucía del Espíritu Santo, fundadora del Instituto Nazareno, y le concedió un hábito morado, una cuerda para llevarla en el cuello y una corona de espinas. A raíz de esto, es tradición que los fieles vistan con un hábito morado durante el mes de octubre como signo de devoción. Las mujeres usan un cordón blanco en la cintura y los hombres una corbata morada.
El 28 de octubre de 1746 Lima padeció el sismo más destructor de su historia. Una réplica de la imagen del Señor de los Milagros salió en procesión y la tierra dejó de temblar. Esto acrecentó la devoción del pueblo limeño. Un año después, el lienzo de Nuestra Señora de la Nube, advocación ecuatoriana, fue colocado en la parte posterior de la imagen procesional. Y el famoso himno “Al Señor de los Milagros” fue compuesto en 1954 por Isabel Rodríguez Larraín Pendergast (1903-1991).
Actualmente, la Hermandad del Señor de los Milagros de Nazarenas (H.S.M.N) es la asociación religiosa que se encarga de organizar los recorridos procesionales. Sus miembros llevan en hombros la sagrada imagen por las principales calles de Lima. La hermandad está integrada por cargadores, cantoras, sahumadoras y hermanos honorarios. Durante sus multitudinarios recorridos procesionales, el Señor de los Milagros recibe los homenajes de distintas instituciones eclesiásticas y civiles como la Municipalidad de Lima, el Palacio de Gobierno, el Congreso de la República, entre otros.
Para las procesiones del Señor de los Milagros se elaboran artísticas alfombras de flores, que indican por dónde pasará la sagrada imagen. Son una manifestación de fe por parte de organizaciones e instituciones privadas y estatales. En las calles, ventanas y balcones de la ciudad se adornan con guirnaldas, globos y flores a manera de tribunas para rendir homenaje al Señor de los Milagros al verlo pasar. Durante la festividad se presentan bailes típicos, grupos musicales y fuegos artificiales. Entre los platillos preferidos y más tradicionales de la celebración del Señor de los Milagros se tiene: El turrón, los picarones y los anticuchos. Durante los largos recorridos procesionales, los devotos suelen disfrutar de la comida que se vende en las calles de la ciudad.
La procesión del Señor de los Milagros es una expresión de profunda devoción. La imagen es venerada en Lima, en el Perú y en diversas partes del mundo. Nueva Jersey, Roma, Madrid, Milán, Sao Paulo, Barcelona, Hamburgo, Cuidad de México, Suecia y Japón son algunos de los lugares donde el Señor de los Milagros sale anualmente en procesión, donde miles de peruanos y de extranjeros renuevan su fe al Cristo moreno.
Es la principal celebración católica de nuestro país y una de las procesiones más grandes del orbe. El Cristo Moreno es Guardia y Custodio de la ciudad de Lima, Patrono de la Espiritualidad Católica del Perú y Patrón de todos los peruanos residentes e inmigrantes. Asimismo, la festividad del Señor de los Milagros es Patrimonio Cultural de la Nación desde el 27 de octubre de 2005. La inquebrantable fe de sus fieles se manifiesta cada año en una festividad llena de historia, arte, fervor y cultura popular.