Un nuevo estudio revela que más de 200.000 familias peruanas han caído en las garras del ‘gota a gota’, una modalidad de préstamo informal que aplica tasas que pueden superar el 1.000% ante la imposibilidad que tienen los prestatarios de acceder al mercado formal de créditos.
El mercado de créditos informales en Perú ha mostrado un crecimiento notable en los últimos años, según el reciente informe “El mercado del crédito informal en el Perú”, del Instituto Peruano de Economía (IPE), preparado por encargo de la Asociación de Bancos del Perú (Asbanc).
El estudio del IPE revela que aproximadamente el 9,3% de los hogares urbanos, lo que equivale a cerca de 605.000 familias, han recurrido a créditos informales en los últimos 12 meses.
Esta cifra es ligeramente superior al 8% registrado en 2022, lo que indica una tendencia al alza en la demanda de este tipo de financiamiento.
Además, el 66% de los prestatarios informales encuestados ha solicitado más de un crédito a lo largo de su vida, lo que sugiere una dependencia creciente de estos mecanismos financieros.
Este fenómeno se refleja en el aumento de la popularidad de los créditos de pago diario, conocidos como ‘gota a gota’, que han pasado de representar el 22% del total de créditos informales en 2022 al 35% (unas 212.000 familias) en 2024.
La expansión del mercado de créditos informales en Perú se debe, en parte, a la accesibilidad y rapidez con la que se pueden obtener estos préstamos, en contraste con las opciones ofrecidas por las instituciones financieras formales.
Sin embargo, esta modalidad también conlleva riesgos significativos, como tasas de interés elevadas y condiciones de pago estrictas, que pueden llevar a los prestatarios a dirimencias financieras que ponen en riesgo su vida.
‘Gota a gota’ cobra tasas de hasta 1.000%
El informe de IPE revela que el 51% de los prestatarios paga tasas de interés superiores al 500%, un incremento de dos puntos porcentuales respecto al año anterior. Este fenómeno se debe a la necesidad de obtener dinero de manera rápida y con menos requisitos, aunque implique costos elevados.
A pesar de las altas tasas, un 36% de los prestatarios que enfrentan intereses anuales superiores al 1,000% considera que las condiciones del préstamo fueron favorables.
Muchos de ellos desconocen o ignoran las prácticas intimidatorias que algunos prestamistas utilizan para asegurar el pago de la deuda. Estas prácticas incluyen amenazas y represalias, afectando al 16% de los prestatarios, de los cuales el 78% terminó pagando más de lo acordado.
Además, el infrome muestra cómo entre el 73% y el 88% de los créditos informales tienen tasas mayores a las cobradas en el sector formal.
“Ello demuestra que los prestatarios desconocen o están dispuestos a enfrentar peores condiciones de crédito con el fin de obtener un préstamo rápido o en la medida que se les exijan menos requisitos”, señala el IPE.
Dominio colombiano del ‘gota a gota’ en la selva peruana
En Iquitos, una ciudad en la región amazónica de Perú, el panorama de los préstamos informales presenta una particularidad notable: dos de cada tres prestamistas son extranjeros, principalmente de Colombia, según el informe del IPE.
Este fenómeno contrasta con otras ciudades peruanas como Lima, Arequipa, Cusco y Trujillo, donde la mayoría de los prestamistas son peruanos.
Además, el uso de créditos informales varía significativamente en diferentes regiones del país. En la zona oriental de Perú, el 31% de las personas encuestadas por el IPE afirmaron haber recibido un crédito informal en los 12 meses anteriores a la encuesta, una cifra que triplica el promedio nacional.
Esta tendencia se ha mantenido constante desde 2022, reflejando una persistente dependencia de estos mecanismos financieros en ciertas áreas. En contraste, en la zona central del país, el uso de créditos informales es menos frecuente.
Más peruanos recurren al ‘gota a gota’ para cubrir necesidades básicas
Otro detalle relevante del estudio del IPE es la evolución del destino de los fondos obtenidos mediante los préstamos informales en nuestro país, que ahora tienen una fuerte predominancia para cubrir, en algunos casos, servicios básicos que deberían ser provistos por el Estado peruano.
En 2024, la principal motivación para solicitar un crédito informal es el pago de otras deudas. Este fenómeno refleja una continuidad con los datos de 2022, donde el 36% indicó que recurría a este tipo de financiamiento para saldar compromisos financieros previos.
El estudio del IPE revela que entre quienes eligen esta opción, al menos un tercio enfrenta dificultades con entidades financieras debido a un mal historial crediticio o están reportados en centrales de riesgo. Estos factores limitan su acceso a créditos formales, empujándolos hacia prestamistas informales.
Por otro lado, el 22% de los encuestados señala que la segunda razón más común para recurrir a créditos informales es la inversión en negocios. Sin embargo, la importancia de esta motivación ha disminuido desde 2022. Esto se debe a que un número creciente de personas utiliza estos préstamos para cubrir gastos esenciales como salud, educación, ropa y alimentos.
¿Qué hacer para desaparecer el ‘gota a gota’?
El IPE sugiere que para combatir el fenómeno de los préstamos informales, como el conocido ‘gota a gota’, es crucial derogar la Ley N° 31443, conocida también como la ‘ley anti usura”. Esta normativa, implementada hace casi tres años, permitió al Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) establecer límites a las tasas de interés en el sistema financiero.
Sin embargo, según el BCRP, la ley ha tenido el efecto de excluir a 218 mil deudores del sistema financiero y ha impedido que otros 325 mil se integren al mismo.
“Si el objetivo de establecer un tope a la tasa de interés fue el de evitar préstamos a tasas por encima de ese tope, se observa que no lo impide, sino que los prestatarios se prestan a tasas cada vez más elevadas en el sector informal, con los riesgos que ello conlleva”, destaca el informe.
La promoción de la innovación financiera es otra recomendación del IPE para reducir la dependencia de los préstamos informales. Las billeteras electrónicas se presentan como una herramienta clave para atraer a los usuarios hacia los servicios financieros formales, especialmente en un contexto donde el 70% de los prestatarios en 2024 no recurrieron a entidades formales.