Martín Adán entra al Bar Cordano como un fantasma que encuentra su morada. Se desliza hasta una mesa, donde el murmullo del lugar se funde con el aroma de una cerveza negra recién servida. La madera desgastada de la mesa cruje suavemente bajo su codo, y él, con gesto distraído, toma una servilleta.
El poeta no se detiene en cuentas ni en las deudas que arrastra con el mundo; sus cálculos son otros, aquellos que solo los versos pueden desentrañar. Los números, esos, los deja para quienes miden el peso del día a día. Martín, en cambio, mide las sombras de la tarde y el silencio entre las voces. La servilleta se convierte en un espejo silente de su genio, mientras su pluma danza sobre el papel con un ritmo que evoca tempestades y nostalgias.
El ambiente a su alrededor se transforma en un murmullo lejano. Las conversaciones giran en torno a la política y a la última crónica del diario. Aunque pueden surgir otros temas, lo cierto es que en este bar, los diálogos políticos adquieren un nuevo matiz, especialmente cuando los políticos ingresan a comer y beber. Tras cruzar el umbral de la puerta, no presagian que terminarán hablando de asuntos públicos de manera tangencial.
Ubicado en una localización estratégica, vecino del Palacio de Gobierno y de la antigua Estación Desamparados, el Bar Cordano se ha convertido en un espacio frecuentado por políticos, entendiendo por “político” a aquel que ejerce un cargo en la administración pública. Esta aclaración es pertinente, ya que, según el filósofo Aristóteles, el ser humano es un “animal político”.
Bar Cordano, el lugar donde se conocían los secretos mejor guardados de la política
En enero de 1905, los inmigrantes italianos Virgilio Boitano y los hermanos Fortunato y Andrés Cordano fundaron el Restaurante Bar Cordano que, con el tiempo, se convertiría en un punto de encuentro para políticos, intelectuales y artistas de renombre. Este negocio surgió como una típica pulpería de italianos, una especie de bodega multifuncional. Allí, diariamente, se vendían productos para el hogar, además de ofrecer algunos platos de comida y café.
El historiador Juan Luis Orrego Penagos se refirió a este bar en su artículo “Más sobre bares antiguos de Lima”, el cual fue publicado en una página de la Pontificia Universidad Católica del Perú. “Durante más de 100 años, ha sido el rincón de políticos, intelectuales y trasnochadores. Incluso, varios presidentes cruzaron la calle para degustar legendarios platos que aún se sirven en las mesas de mármol y granito, como los riñoncitos al vino o los sesos a la romana; asimismo, los sánguches de jamón del norte o los chilcanos de pisco”, indicó.
Este bar no es el más antiguo de la capital. A finales del siglo XIX se fundó la Antigua Taberna Queirolo (Pueblo Libre). Con la llegada del siglo XX, surgieron otros establecimientos, entre los que figura el bar Jardín Estrasburgo (Centro Histórico de Lima), que funcionó desde 1900. Aunque no es el más antiguo, posee una distinción que lo hace atractivo para los amantes de la tertulia y el buen comer y beber.
“Injustamente, omitimos al bar más antiguo que hoy funciona en Lima, el célebre Cordano, ubicado en la esquina de Pescadería y Desamparados”, escribió Orrego Penagos.
Este establecimiento era un sitio al que se accedía casi como si se estuviera cruzando el umbral entre el cielo y el infierno, ya que quienes acudían al bar no lo hacían únicamente en busca de alegría, sino también para escapar de sus penas.
Con el paso de los años, este establecimiento fue dirigido por los sobrinos Antonio y Luis Cordano. Sin embargo, a finales de los años setenta, en 1978, los Cordano tomaron la decisión de ceder el negocio a sus empleados.
Es menester señalar que, antes de que surgieran los bares a principios del siglo XX en Lima, las chucherías eran los establecimientos más comunes. Estas tiendas, que ofrecían una variedad de productos, desde golosinas hasta bebidas, tienen sus raíces en la época colonial. Las chucherías eran lugares de encuentro donde se podía disfrutar de una merienda ligera, conversar y socializar.
Los políticos que visitaron el Bar Cordano
En Palacio de Gobierno del Perú, el ambiente está impregnado de solemnidad y decisiones de gran trascendencia, donde se discuten asuntos de Estado y se trazan planes que pueden alterar el rumbo del país. En contraste, el Bar Cordano ofrece un refugio, donde las conversaciones fluyen entre risas y anécdotas, y la política se aborda en un tono más informal y accesible.
Sin embargo, ambos lugares comparten una coincidencia: son espacios donde se forjan conexiones. En el Palacio, las alianzas políticas y los acuerdos se construyen en medio de la formalidad; mientras que en el bar, las amistades y los lazos entre políticos, periodistas y ciudadanos se nutren de charlas y confidencias.
Ahora bien, entre los políticos que visitaron el Bar Cordano, figuran Fernando Belaúnde Terry, Alan García, Manuel A. Odría, Luis Alberto Sánchez, Ántero Flores-Aráoz y Alejandro Toledo.
Rafael Cerna, uno de los mozos más antiguos del establecimiento diurno y nocturno más importante de Lima, conversó con Gastón Acurio sobre las historias detrás de los políticos. “Belaúnde almorzaba su hamburguesa de lomo con papas batalla, eso le gustaba”, señaló. En otro momento de la entrevista, elogió al antiguo expresidente de la República, considerándolo como el más caballero, y narró que un día llegó al local sin sus guardaespaldas para disfrutar de una Coca-Cola directamente de la botella.
Otro destacado político que ocupó una de las sillas del icónico bar fue Ántero Flores-Aráoz, quien ofreció declaraciones ante las cámaras de La Ventana Indiscreta. “Veníamos muchos compañeros de la universidad a comer unos riquísimos sándwiches”, expresó el expresidente del Congreso.
Según el programa ‘Sucedió en el Perú’ de TV Perú, el general Manuel Odría solía cruzar con todo su séquito desde el Palacio para disfrutar de sus platos favoritos en el Bar Cordano. Luis Alberto Sánchez también era un visitante frecuente, conocido por venir a saborear las exquisitas lentejas que se preparaban aquí.
Respecto a lo que solía comer Alan García, el señor Cerna reveló que él pedía su porción de jamón del norte, acompañado de un tacu tacu con apanado y una crema volteada. Esto ocurrió durante su primer gobierno.
Finalmente, Alejandro Toledo también estuvo por estos lares. “El edecán era amigo nuestro y lo trajo. Nosotros le preparamos un pisco sour y unos bocaditos. Apenas los probó, se fue rápidamente, diciendo que tenía mucho trabajo. Desde entonces, no ha vuelto a venir”, relató.
Sin embargo, no todo fue felicidad para los propietarios. En una entrevista concedida a La Ventana Indiscreta, Rafael Cerna relató que Alberto Fujimori intentó desalojar el Bar Cordano, pero fue el apoyo del pueblo lo que evitó que eso ocurriera.
Como epílogo de esta historia, es pertinente señalar que en 1989, este establecimiento fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación. “El Restaurante Bar Cordano desde la época de sus fundadores supo mantener su originalidad y sencillez de los potajes tradicionales, conquistando los paladares más exigentes. Hoy en día; somos el atractivo, un acierto de seducción para los turistas de todas las nacionalidades que nos visitan”, se lee en la página de Facebook del Bar Cordano.