La inmigración en el Perú ha sido un viaje plagado de contrastes y contradicciones, donde cada grupo ha enfrentado desafíos particulares. Los africanos, por ejemplo, llegaron al país a través de caminos forzados, enfrentándose a una vida de trabajos arduos en las plantaciones y en las casas de los poderosos, una realidad que se dibujó en el sufrimiento y el sacrificio.
Por otro lado, la llegada de los inmigrantes chinos al Perú también estuvo marcada por un ciclo de promesas incumplidas y arduas jornadas laborales. Al igual que sus predecesores africanos, se les requirió para tareas que requerían resistencia. A pesar de las condiciones desfavorables, estos ciudadanos extranjeros lograron formar comunidades que, con el tiempo, se fusionaron en el panorama cultural peruano.
La llegada de los chinos a suelo peruano se remonta a 1849, cuando Ramón Castilla estaba en el poder. Sin embargo, la historia nos dice que la primera ‘visita’ de estas comunidades en esta parte del continente americano ocurrió durante el periodo del virreinato. Sobre el particular, el historiador Richard Chuhue dio detalles al programa ‘Sucedió en el Perú’ de TV Perú.
“En el padrón de indios de 1613 del marqués de Montesclaros, se delimita claramente la presencia de inmigrantes asiáticos, que podrían ser japoneses o chinos. También está registrado en la documentación que, en la construcción del Puente de Piedra, que une Lima con el Rímac, participaron personajes chinos contratados como albañiles”, contó.
Habiendo delineado este contexto, es menester detallar la llegada masiva de inmigrantes chinos al Perú, especialmente considerando el trato injusto que sufrieron los africanos durante el virreinato.
Pormenores de la llegada masiva de chinos al Perú
Con la independencia del Perú, se interrumpió la importación de esclavos africanos, lo que llevó al país a buscar alternativas de mano de obra, especialmente para el sector agrícola en la costa. Durante la década de 1860, la situación se tornó crítica, ya que la demanda de algodón aumentó considerablemente, especialmente por parte de países como Estados Unidos.
Esta necesidad impulsó la llegada de inmigrantes chinos, quienes fueron contratados para cubrir las ‘vacantes laborales’ dejadas por la ausencia de esclavos.
El investigador Ricardo La Torre Silva escribió un artículo académico sobre inmigración china, el cual fue publicado en un portal web de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. “En 1849 se inició la llegada de los culíes chinos, originada por la escasez de mano de obra en la agricultura debido a la abolición de la esclavitud por el presidente Ramón Castilla”, señaló el académico.
“El destino no fue exclusivamente agrícola, en los primeros años se les destinó tanto a la agricultura como al trabajo en las islas guaneras y en la servidumbre urbana”, agregó.
La llegada de ciudadanos extranjeros al Perú se facilitó gracias a la ‘Ley China’, que permitió el ingreso masivo de trabajadores chinos. Esta norma resultó beneficiosa para hacendados, políticos y comerciantes, quienes se enriquecieron a expensas de la mano de obra barata de los semiesclavos.
El historiador Humberto Rodríguez también dio declaraciones en el programa del canal del Estado, espacio televisivo donde se abordó este tema. “A lo largo de 25 años, llegaron al Perú aproximadamente 100.000 ciudadanos chinos, en su mayoría jóvenes varones. Estos inmigrantes fueron destinados a trabajar en latifundios de la costa, dedicados a la producción de azúcar y algodón”, indicó.
Es preciso señalar que estas personas también jugaron un papel medular en la extracción de guano y en la instalación de los rieles de los ferrocarriles.
Aunque existía un contrato formal para los trabajadores chinos, en la práctica se instauró un sistema de semiesclavitud. Los culíes, como se les conocía, solían acumular deudas con sus patrones, especialmente para complementar la escasa ración alimentaria que recibían. Esta situación se convertía en una trampa, ya que les obligaba a extender el tiempo de trabajo estipulado en el contrato, que normalmente era de ocho años.
Respecto a este asunto, La Torre Silva escribió lo siguiente: “La contratación era la forma jurídica legal para obtener y utilizar la fuerza de trabajo de un culí. Consistía en un papel, por lo general impreso, donde se precisaba los términos que se comprometían a cumplir tanto el chino como el contratista. Mediante esta forma jurídica el chino aceptaba, con su firma, trasladarse a otro país”.
“Con evidentes engaños y por necesidad, el culí daba su firma en China al contratista o a uno de sus empleados y al momento de hacerlo recibía un dinero de adelanto. Con esta aceptación lo trasladaban al Perú donde debía trabajar para el propietario de una hacienda u otro establecimiento en las condiciones precisadas dentro de las cláusulas del contrato”, agregó.
Durante las dos décadas de intensa inmigración, miles de chinos perdieron la vida en los barcos, víctimas del abuso por parte de los capitanes y de una alimentación deficiente. La desesperación llevó a más de uno a suicidios.