En un nuevo episodio de la relación entre Dina Boluarte y la fiscal Patricia Benavides, Jaime Villanueva Barreto, conocido como ‘el filósofo’, se convierte en una figura clave. Quien fue la mano derecha de la exfiscal suprema, Patricia Benavides, busca ser colaborador eficaz y se presenta como testigo crucial en investigaciones que involucran a altos funcionarios del Estado. En sus declaraciones a Cuarto poder, Villanueva describe un supuesto pacto entre la exfiscal de la Nación y la actual presidenta, Dina Boluarte. Según su testimonio, este acuerdo habría impedido que la presidenta de la República sea investigada por los hechos ocurridos durante las protestas al inicio de su mandato, que dejaron decenas de fallecidos.
Los detalles de sus declaraciones revelan un presunto uso de influencias políticas para asegurar favores, involucrando a personajes clave como la propia presidenta Boluarte, vinculada al caso de ‘Los dinámicos del centro’. Esta red de corrupción, relacionada con el gobierno regional de Junín, es de investigación por lavado de activos y tráfico de influencias.
Favor por favor
En una reciente entrevista relató cómo fue contactado para interceder en la investigación que involucraba a Boluarte en el caso de ‘Los dinámicos del centro’. “En octubre de 2022, conocí a Óscar Nieves, quien entonces era abogado de la ministra Dina Boluarte”, dijo Villanueva. “Me pidieron hablar con Rafael Vela, sabían de mi amistad con él, para que no se solicitara prisión preventiva contra Boluarte. La intención era dejar el camino libre para que, tras la destitución de Pedro Castillo, ella asumiera la presidencia”.
La que fue la mano derecha de Benavides continuó describiendo cómo Vela, jefe del equipo especial Lava Jato en Perú, tenía aspiraciones de ser fiscal supremo y que se habría prestado a estos favores a cambio de que su nombramiento fuera considerado. “Vela quería ser fiscal supremo, eso pidió a cambio de intervenir en la investigación”, agregó.
La relación entre Boluarte y Benavides
Villanueva también detalló cómo la relación entre Boluarte y Benavides se habría estrechado en los primeros meses de 2022, consolidándose durante las turbulencias políticas que siguieron al gobierno de Pedro Castillo. Según su testimonio, ambas mantenían una comunicación fluida y habrían intercambiado favores en beneficio mutuo. “Lo que puedo decir es que había una buena relación entre ellas”, afirmó Villanueva, sin entrar en mayores detalles.
El testigo relató un episodio ocurrido tras las matanzas en Juliaca, cuando la presidenta Boluarte supuestamente pretendía remover de su cargo al general Alfaro, responsable de la policía en ese momento. Según Villanueva, Benavides solicitó una reunión urgente con la presidenta para evitar que Alfaro fuera destituido. Este encuentro se habría producido en una oficina privada del Ministerio de Defensa, bajo la excusa de una reunión sobre las protestas. El aspirante a colaborador eficaz estuvo presente en la coordinación de la cita, aunque abandonó el lugar antes de que Boluarte y Benavides entablaran su conversación privada.
“Acompañé a Patricia Benavides en su vehículo después de la reunión”, relató Villanueva. “Me comentó que ya había hablado con la presidenta, quien accedió a no remover al general Alfaro. La reunión duró alrededor de media hora”. Según su versión, este no fue un encuentro aislado. Villanueva señala que ambas autoridades habrían mantenido varias reuniones en eventos públicos, buscando momentos de privacidad para tratar asuntos delicados.
Coordinación directa con Boluarte
En otro tramo de su testimonio, Villanueva describió cómo mantenía comunicación directa con Boluarte en más de una ocasión. “Yo coordinaba directamente con la presidenta, hablábamos por teléfono en varias oportunidades”, afirmó, sin especificar la naturaleza de dichas conversaciones. Según sus palabras, este tipo de comunicaciones eran frecuentes, aunque Villanueva no quiso ofrecer detalles sobre el contenido de las llamadas.
“La ayuda entre ellas no era tanto institucional, sino entre personas”, concluyó, refiriéndose al vínculo personal que, según él, Boluarte y Benavides habían cultivado durante los momentos más tensos de la política peruana.