Con una carrera musical que resonó más allá de las fronteras de su Perú natal, el talentoso Caitro Soto dejó un legado imborrable en el panorama artístico internacional.
Este destacado músico, recopilador, cajonero y cantautor afroperuano, es conocido por obras que han sido interpretadas por reconocidos artistas de renombre mundial, convirtiéndose en un embajador de la rica herencia musical de su país.
Hizo de todo
Pedro Carlos Soto de la Colina nació el 23 de octubre de 1934 en San Luis. Desde joven, su vida estuvo marcada por la agricultura, ayudando en la recolección de productos en haciendas del valle cañetano.
A pesar de la adversidad que enfrentó, incluido el fallecimiento de su padre cuando tenía solo 17 años, Soto perseveró y se trasladó a Lima. Allí, trabajó en diversas labores, incluyendo el mundo del espectáculo, donde se destacó como «stripper».
Pronto se unió a grupos como Tropical Estrella, Cuadrilla Morena y Mana, comenzando su carrera musical. A los 22 años, se convirtió en parte de Estampas de Pancho Fierro, el primer grupo de folklore afroperuano, donde tuvo la oportunidad de debutar en el Teatro Municipal y realizar giras en Arequipa y Chile.
En 1957, su vida daría un giro decisivo al conocer a la reconocida cantautora Chabuca Granda, lo que catapultó su carrera a nivel internacional.
Cambio de vida
La conexión con Granda fue fundamental. Juntos formaron la asociación cultural Perú Negro en 1969, lo que llevó a Soto a viajar por el mundo y recibir reconocimientos como el Festival Hispanoamericano de la Danza y la Canción en Argentina y los Premios OTI en España.
Además, su música resonó en la producción de la famosa cantante cubana Celia Cruz, quien incluyó su obra “Toro mata” en su álbum “Celia & Johnny”.
A finales de la década de 1970, Caitro grabó “Canto a Cañete”, un homenaje a su tierra natal, y en 1995 lanzó “De Cajón”, que incluía un CD y un libro titulado “El duende en la música afroperuana”. En esta obra, colaboró con reconocidos músicos como Álex Acuña y Giovanni Hidalgo, consolidando su posición en el ámbito musical.
El cajón, el instrumento que lo definió, ganó notoriedad internacional gracias a una anécdota memorable. En una fiesta organizada por el embajador de España en Perú, Caitro vendió uno de sus cajones al famoso guitarrista Paco de Lucía, quien quedó fascinado por su portabilidad y sonoridad. Este instrumento se convirtió en la base para la creación del cajón flamenco en España.
Fama y reconocimiento
Entre 1984 y 1986, Caitro realizó una gira de conciertos llamada “El Encanto de Chabuca”, donde acompañó a otros artistas en un homenaje a la famosa cantautora. Su talento fue reconocido con numerosos galardones, incluyendo el título de Gran Maestro otorgado por el Ministerio de Educación de Perú y las llaves de la ciudad de San Vicente de Cañete en 1995.
A pesar de los éxitos y el reconocimiento, la vida de Caitro estuvo marcada por la lucha contra la diabetes, enfermedad que lo aquejó durante sus últimos años. A los 69 años, el 19 de julio de 2004, falleció en su hogar en Lima, dejando tras de sí un legado musical que perdurará en el tiempo.
Su obra es rica y variada, con canciones que se han vuelto clásicas en el repertorio afroperuano. Entre las que más destacan se encuentran las famosas “Toro Mata”, “Alcatraz quema tú”, “Negro libre” y “Negrito de San Luis”.
Su discografía incluye títulos emblemáticos como “Canto a Cañete” (1975) y “De Cajón” (1995), así como participaciones en la película “Un mulato llamado Martín” (1975) y en “Diarios de motocicleta” (2003).
Caitro Soto es recordado no solo por su maestría en el cajón, sino también por su capacidad de transmitir la riqueza cultural afroperuana a través de su música, dejando un legado que continúa inspirando a nuevas generaciones.