Harland Sanders tenía 65 años cuando, con una receta de pollo frito y un sueño persistente, fundó Kentucky Fried Chicken (KFC), hoy una de las cadenas de restaurantes más grandes del mundo. Bernie Marcus, a los 50, abrió la primera tienda de Home Depot, revolucionando el mercado de productos para el hogar. Y Arianna Huffington, a los 55, fundó The Huffington Post, un periódico digital que marcó un antes y un después en el periodismo digital global. Estas historias son prueba de que la innovación y el emprendimiento no tienen edad; al contrario, la experiencia acumulada puede ser el impulso necesario para triunfar en una economía cada vez más dinámica.
En un contexto donde la esperanza de vida se ha incrementado gracias a los avances científicos, y la tasa de natalidad se ha reducido drásticamente en muchas partes del mundo, el rol de la “generación plateada”, que son los mayores de 50 años, cobra relevancia especial. Esto nos enfrenta a un dilema para el que nuestra estructura económica, empresarial y laboral no está preparada: una población mayor que se topa con una fuerza laboral joven en declive.
Impacto global y regional
Tal realidad no solo impacta en el primer mundo, sino también en América Latina, donde ya se vive esta situación. Por ejemplo, el Banco de Desarrollo Interamericano ha identificado que la tasa de desempleo para mayores de 50 años en la región oscila entre el 30% y más del 60%. En Perú, el INEI encontró que, en 2023, los mayores de 45 años constituyen el grupo con la segunda tasa más alta de desempleo, y alarmantemente, solo tres de cada diez peruanos de más de 45 años en áreas urbanas tienen empleo formal.
Esta situación empuja a muchos seniors a emprender, como sucedió con Sanders, Marcus y Huffington. La necesidad de generar ingresos y la falta de oportunidades laborales formales actúan como catalizadores para que busquen caminos alternativos, donde su experiencia y habilidades juegan un papel crucial.
A pesar de las dificultades, esta generación posee ventajas al emprender. La experiencia adquirida tras años de carrera profesional les otorga una capacidad única para tomar decisiones estratégicas, anticiparse a problemas y gestionar equipos con inteligencia emocional. Además, los seniors suelen contar con una red de contactos bien establecida, un recurso invaluable para cualquier nuevo emprendimiento.
Mitos y realidades
No obstante, persisten mitos que deben ser derribados. Uno de ellos es que los mayores de 50 años carecen de energía o no pueden adaptarse a los avances tecnológicos. En realidad, los estilos de vida más saludables y los avances médicos han incrementado su vitalidad. Una encuesta de la CEPAL reveló que más del 60% de los mayores de 50 años llegan en buen estado a esa edad.
Otro mito es que no cuentan con habilidades tecnológicas. Sin embargo, cada vez más seniors se están capacitando y adaptando a las nuevas herramientas digitales. La misma encuesta reveló que más del 70% de los latinoamericanos mayores de 50 años utilizan sus teléfonos inteligentes para consultar correos, buscar información en internet, acceder a redes sociales y realizar transacciones bancarias.
Retos por superar
Existen, sin embargo, retos importantes que enfrentar. El edadismo en el sector corporativo y la falta de políticas públicas que integren a los trabajadores mayores en la vida productiva son problemas estructurales que dificultan esta transición. Se necesita un cambio de mentalidad, similar al que ocurrió durante la pandemia cuando muchas empresas se vieron obligadas a adaptarse al trabajo remoto. Ahora, debemos integrar a la “generación plateada” de manera efectiva, aprovechando sus fortalezas y creando espacios donde puedan desarrollarse.
Una posible solución sería que las instituciones públicas, como las municipalidades, desarrollen programas específicos para este grupo etario, desde centros de formación tecnológica hasta incubadoras de startups. Estos espacios podrían convertirse en laboratorios donde los seniors, con su vasta experiencia, lideren proyectos innovadores que generen valor para la sociedad y nuevas fuentes de empleo.
En resumen, ignorar el potencial de la ‘generación plateada’ no solo es un desperdicio de talento, sino que también nos pone en desventaja frente a países que ya están implementando programas para abordar el envejecimiento poblacional. La experiencia, la inteligencia emocional y la capacidad estratégica que caracterizan a los trabajadores mayores deben ser vistas como activos esenciales en una economía que busca adaptarse a los retos del futuro.