La madrugada del domingo 20 de octubre, Gilmar Rengifo, un joven de 21 años, fue asesinado a tiros en el distrito de Comas, en Lima, Perú. Según informó Exitosa Noticias, el crimen ocurrió en un pasaje cercano a su vivienda, donde dos sicarios lo sorprendieron y le dispararon más de diez veces. Este acto de violencia se produjo en medio del estado de emergencia decretado para combatir la creciente ola de criminalidad en la capital peruana.
Testigos del incidente relataron que Rengifo estaba sentado cuando los atacantes, sin mediar palabra, abrieron fuego a quemarropa. A pesar de intentar huir, las balas lo alcanzaron, acabando con su vida. La madre de la víctima, en declaraciones a Exitosa Noticias, sugirió que el asesinato podría estar vinculado a una deuda de 300 soles que su hijo tenía por la venta de drogas. Un día antes del homicidio, Rengifo había sido herido con un cuchillo por un ciudadano extranjero, lo que podría haber sido un preludio del trágico desenlace.
La Policía Nacional del Perú (PNP) ha iniciado una investigación para esclarecer los hechos y determinar si se trató de un ajuste de cuentas. Realizan las diligencias respectivas para esclarecer los hechos y el móvil del crimen. Como parte de las pesquisas, los peritos de criminalística revisarán las cámaras de seguridad de la Municipalidad de Comas para identificar a los responsables.
Este asesinato se suma a una serie de crímenes violentos que han sacudido a Lima en las últimas semanas, generando preocupación entre los habitantes y las autoridades locales.
La situación de inseguridad en la ciudad ha llevado al gobierno a implementar medidas extraordinarias, como el estado de emergencia, en un intento fallido por frenar la escalada de violencia. Sin embargo, casos como el de Rengifo ponen de manifiesto los desafíos que enfrenta el país en materia de seguridad ciudadana.
Desborde de homicidios
Este año, el país ha registrado 1.493 homicidios en los primeros diez meses, superando ya el total de 2023, que fue de 1.431, según informó La República. Las proyecciones sugieren que 2024 podría cerrar con la mayor cantidad de homicidios en los últimos ocho años, lo que ha generado preocupación entre expertos y autoridades.
Juan Carbajal, especialista en datos, ha destacado que en Perú se producen, en promedio, cinco asesinatos diarios, lo que evidencia una tendencia alarmante. Esta situación ha sido calificada por el exministro del Interior, Rubén Vargas, como la peor crisis de inseguridad en la historia republicana del país. Vargas ha señalado que el incremento de estructuras criminales urbanas y economías ilegales, como la minería ilegal, el narcotráfico y el contrabando, han contribuido al aumento de la violencia, a pesar de los esfuerzos del gobierno por imponer estados de emergencia en zonas críticas.
Los recientes homicidios en diferentes regiones del país subrayan la magnitud del problema. El pasado 7 de octubre, un hombre fue asesinado dentro de una botica en Villa El Salvador, un incidente que refleja la creciente ola de violencia que azota a Perú.
El 13 de octubre, Óscar Tambrad, comerciante en el mercado de Andahuaylas, fue asesinado por sicarios en su puesto de trabajo. Al día siguiente, un profesor fue abatido a las afueras de una escuela en Ate, y el 15 de octubre, Christofer Rubén Castañeda fue atacado en su vehículo en Bellavista, Callao. También se reportó el asesinato de un mototaxista en San Juan de Lurigancho.
Estos incidentes son solo algunos ejemplos de la ola de crímenes que afecta al país, que enfrenta una crisis de inseguridad sin precedentes. Las autoridades y expertos continúan buscando soluciones para frenar esta tendencia y garantizar la seguridad de los ciudadanos.