En pleno corazón de la ciudad de Lima, una arteria crucial late al ritmo de los transeúntes y vehículos que la recorren a diario.
Se trata de la avenida Tacna, una vía emblemática que, desde mediados del siglo XX, ha experimentado un notable proceso de ensanchamiento, respondiendo a las necesidades urbanas que trajo consigo el crecimiento de la capital del Perú. Y esta es la historia de su evolución.
Calle de la manita
Antiguamente, la primera cuadra de esta avenida no era más que una pequeña callejuela con un nombre insólito: “Calle de la Manita”. El origen de esta denominación se remonta a una leyenda relatada por el cronista Ricardo Palma.
Según su narración, en tiempos coloniales, los habitantes de la zona hablaban de una mano negra, peluda y con garras, que desde las sombras atraía a los curiosos hacia una casa sombría.
El fenómeno, que levantó no pocas sospechas, terminó siendo desmitificado cuando se descubrió que la mano no era más que la sombra proyectada por un papel mal colocado sobre el vidrio de un farol roto. Pese a la explicación racional, el nombre perduró, y así quedó bautizada la “Calle de la Manita”.
En la misma cuadra, se erige uno de los lugares más venerados de la capital: el Santuario de Santa Rosa de Lima. Este templo fue levantado sobre la casa donde nació Isabel Flores de Oliva, la santa limeña que construyó una pequeña ermita para sus largas horas de oración. Hoy, miles de fieles visitan este lugar, impregnado de devoción y espiritualidad.
Negocio y movilidad
Avanzando hacia la segunda cuadra, conocida en tiempos coloniales como “Borriqueras”, nos encontramos con una estampa que habla de otro tipo de necesidad: el transporte. Aquí, en los tiempos de antaño, funcionaban comercios dedicados al alquiler y venta de burros y asnos, indispensables para el traslado de mercancías por las estrechas calles de Lima.
En la misma zona, todavía se alza, aunque en ruinas, el edificio Cavero Dubois, testigo mudo de los años dorados de la radiodifusión peruana. Fue allí donde Radio Victoria, y más tarde el canal de televisión homónimo, comenzaron a emitir.
Incluso el rock and roll dejó su huella en este lugar: en 1960, la llegada de Bill Haley y sus Cometas causó sensación, aunque el evento fue empañado por el robo sufrido por el famoso músico.
La tercera cuadra de la avenida también guarda historias pintorescas. Conocida en el pasado como “Calle de Comesebo”, la razón de este curioso nombre se ha perdido en el tiempo, pero las leyendas populares aseguran que hace referencia a un extravagante personaje que vivió allí.
Actualmente, destaca el edificio San Reinaldo, diseñado por el célebre arquitecto Enrique Seoane. Además, en esta cuadra se encuentran las famosas tiendas de turrones, que cada octubre reciben multitudes atraídas por la cercanía de la iglesia de Las Nazarenas y la celebración del Señor de los Milagros.
La más morada de Lima
La cuarta cuadra, en tiempos lejanos llamada “Calle de la Pileta de Las Nazarenas”, revela otra faceta de la vida cotidiana en la Lima colonial. En ese lugar, una fuente pública abastecía de agua a los aguadores, quienes recorrían la ciudad llevando este bien preciado a las casas.
A pocos metros de allí, la iglesia de Las Nazarenas se alza como uno de los templos más importantes del país. Construida en 1771, su historia se entrelaza con el terremoto de 1655, que devastó la ciudad, dejando en pie solo la imagen de un Cristo crucificado, pintada por un esclavo de origen angoleño.
Así nació la veneración al Señor de los Milagros, cuya procesión, cada mes de octubre, convierte a la avenida Tacna en el epicentro de la fe limeña.
Siguiendo el recorrido, la quinta cuadra revela otro nombre curioso: “Calle del Huevo”. Según las tradiciones compiladas por Ricardo Palma, la denominación surgió tras el descubrimiento de un misterioso cascarón en un corral de gallinas, del que, según se decía, había salido un basilisco. Sea cual fuere el origen real de esta leyenda, la calle fue así conocida durante años.
Aquí también encontramos el icónico cine Tacna, un hito de la arquitectura Art Deco limeña, que abrió sus puertas en 1949. Aunque actualmente está en venta, su imponente fachada y la vieja taquilla todavía evocan los días en que era uno de los cines más lujosos de la capital.
Recuerdos del Nobel
Finalmente, llegamos a la sexta cuadra, donde se encuentra el histórico edificio del diario La Crónica. Este lugar fue una fuente de inspiración para el escritor Mario Vargas Llosa, quien en su novela Conversación en La Catedral inmortalizó el momento en que su protagonista, Zavalita, se planta frente a la avenida Tacna y se pregunta: “¿En qué momento se jodió el Perú?”.
La escena refleja la complejidad del país y de la ciudad, atrapada entre el bullicio del tráfico y la constante transformación urbana.
Así, la avenida Tacna se extiende como un reflejo del pasado y presente de Lima, una ciudad que respira historia a cada paso, desde las antiguas leyendas hasta los edificios que han marcado generaciones.