Cuando un paro irrumpe en la sociedad, se revela el verdadero rostro de un país que, por lo general, se esconde tras una fachada de normalidad. Es el momento en que la ciudadanía, cansada de promesas vacías y de la arrogancia de quienes se sientan en sus tronos de poder, decide alzar la voz y paralizar el funcionamiento cotidiano. Las calles, de repente, se convierten en el escenario de una obra teatral donde se escenifican los gritos de la indignación, los lamentos de la frustración y la risa sarcástica de aquellos que creyeron que el sistema podría seguir ignorando su sufrimiento.
Mientras algunos intentan desestimar el paro como un mero “inconveniente”, otros reconocen que es una convulsión indispensable que agita los cimientos de una sociedad adormecida.
En Perú, una serie de paros ha surgido como respuesta a la acumulación de frustraciones de la ciudadanía, que clama por cambios urgentes en un sistema que parece ignorar sus necesidades. Estas manifestaciones han aparecido en torno a demandas por mejores condiciones laborales, el acceso a servicios básicos como salud y educación, y la búsqueda de justicia social.
De todos los paros que han sacudido al país, hay uno que destaca con fuerza: el que puso un punto final a la dictadura militar de Francisco Morales Bermúdez. Este movimiento brotó de las entrañas de un pueblo hastiado que ya no podía soportar la opresión. La lucha, que estalló en las calles, simbolizó el grito de un país que exigía justicia y libertad.
El paro nacional del 19 de julio de 1977
La paralización histórica del Perú tuvo lugar durante la dictadura militar de Francisco Morales Bermúdez, un político y militar que asumió el cargo de presidente de facto desde 1975 hasta 1980. Este período estuvo marcado por la represión y el descontento social, que culminaron en una serie de paros que reflejaron la creciente insatisfacción de la población ante la falta de libertades y la crisis económica.
Morales Bermúdez ascendió al poder mediante un golpe de Estado contra el general Juan Velasco Alvarado el 29 de agosto de 1975. Lanzó un manifiesto abierto que contaba con el respaldo de los jefes de todas las regiones militares, así como de la Marina de Guerra, la Fuerza Aérea y las Fuerzas Policiales. Este acontecimiento tuvo lugar en Tacna. Pocas horas después del accionar del militar, Velasco abandonó el Palacio de Gobierno y se retiró pacíficamente a su residencia en Chaclacayo.
Al día siguiente, el político se autoproclamó presidente de la República, sin presagiar que sería el último régimen militar. Es preciso señalar que asumió el cargo de jefe de Estado en la “segunda fase” del Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas.
Durante su gobierno, se impulsó la privatización de diversos sectores económicos, se implementaron políticas de flexibilización laboral (se recortaron varios derechos de los trabajadores). A su vez, se promovió una mayor apertura al capital extranjero, con la esperanza de revitalizar la economía.
Estas políticas provocaron una inflación descontrolada, lo que alimentó un creciente descontento social. Pero el verdadero detonante de las manifestaciones en diversas regiones del Perú, que rápidamente se transformó en un histórico paro nacional, fue el ‘paquetazo’ de Piazza. Este conjunto de medidas económicas, que muchos consideraron un golpe a la ya frágil economía de las familias peruanas, encendió el fuego de la protesta popular.
De esto dio cuenta el investigador Manuel Valladares Quijano, quien escribió un artículo para la Universidad Nacional Mayor de San Marcos titulado “Movimientos sociales y dictadura militar. La experiencia política del Paro Nacional del 19 de julio de 1977″.
“El descontento popular por las medidas económicas y por la política general del gobierno, fue haciéndose cada vez más amplio, expresándose fundamentalmente en los centros mineros y en las ciudades: en especial en las capitales de departamentos y provincias”, indicó.
Respecto a las medidas tomadas por el entonces ministro de Economía y Finanzas, Walter Piazza, se sabe que incluyeron un aumento de hasta el 30% en los precios de los alimentos, tanto importados como nacionales, así como un fuerte incremento en el precio de la gasolina y otros combustibles. Cabe señalar que estas no fueron las únicas.
Debido al descontento popular, surgieron movilizaciones desde el 16 de junio. Así lo dio a conocer el ministro del Interior, Luis Cisneros Vizquerra. “Los sucesos se inician en el Cusco el 16 de junio y continúan en forma escalonada y elaborada en las ciudades de Puno, Juliaca, Sicuani, Arequipa, Moquegua, Ilo y Tacna, y continúan en las ciudades de Huancavelica, Áncash y Cajamarca para terminar en las ciudades de Huancayo y Trujillo”, expresó el político un día antes del paro nacional.
Por su parte, Valladares Quijano indicó que durante ocho o diez días, en Cusco, Puno y Arequipa se llevaron a cabo paralizaciones gremiales, las cuales desencadenaron enfrentamientos con la policía. Con el paso del tiempo, se sumaron otras regiones que, en conjunto, alzaron su voz de protesta el 19 de julio durante el paro nacional.
Incidencias del paro nacional
El jueves 21 de julio de 1977, el diario El Peruano publicó un comunicado oficial emitido por el Ministerio del Interior el 20 de ese mismo mes. “El día de ayer se llevó a cabo, en forma parcial, en el país, el paro convocado por la CGTP”, se lee.
Esta declaración no se condice con lo que documentó el académico Manuel Valladares Quijano, quien señaló que el paro fue acatado con igual rotundidad en el resto del Perú. “En el resto del país, el paro fue acatado con igual rotundidad. El éxito fue más notorio en las principales ciudades de la Costa, Sierra y Selva. Volvieron a parar los pueblos convulsionados en semanas anteriores como el Cusco, Puno, Tacna, Moquegua, Arequipa, Huamanga, Huancavelica y Huancayo. Pararon los pueblos de Tumbes, Piura, Chiclayo, Trujillo, Chimbote, Cajamarca e Iquitos”, mencionó.
Las ciudades se vieron inundadas por manifestaciones en las calles. En Lima, por ejemplo, se evidenció la casi total paralización del transporte urbano, atribuida en parte a los bloqueos de avenidas. En este contexto, los estudiantes universitarios, maestros, trabajadores bancarios y residentes de pueblos jóvenes desempeñaron un papel medular en estas protestas.
La respuesta del Gobierno ante el paro que puso fin a su gestión
Al día siguiente del paro nacional, la cartera del Interior sostuvo que la interrupción de actividades del día anterior no se basó en motivos laborales, sino que tenía un objetivo principalmente político, dirigido a alterar el orden público y generar circunstancias que propiciasen la desestabilización del Gobierno Revolucionario.
También se implementaron medidas radicales, como la facultad otorgada a las empresas, tanto del Estado como del sector privado, para rescindir los vínculos laborales con sus trabajadores. A través del Decreto Supremo N.º 10-77-TR, se materializó ello.
DECRETA:
Artículo 1. Los centros de trabajo en los que se hubiera efectuado paralización de labores el día 19 de julio del presente año, se sujetarán a las normas siguientes:
- Facúltase a las empresas del Estado, con autorización del Titular del Sector respectivo, a rescindir el vínculo laboral con los dirigentes sindicales, instigadores u organizadores comprometidos con la paralización de labores.
- Facúltase a las empresas del Sector No Público a rescindir el vínculo laboral con los trabajadores dirigentes sindicales responsables de dicha paralización.
Artículo 2. Las empresas a que se refiere el artículo anterior deberán comunicar a la Autoridad Administrativa de Trabajo de la despedida de trabajadores que efectúe en aplicación de la facultad que se otorga por el presente Decreto Supremo, acompañando la carta notarial de despedida.
En el documento también se señaló que la Autoridad Administrativa de Trabajo queda encargada de velar por el estricto cumplimiento de la norma dentro de los límites de las facultades que se le otorgan; y que el plazo para ejercer dichas facultades, establecidas en el artículo 1, será de 15 días calendario contados a partir de la fecha.
El Decreto Supremo fue publicado en El Peruano el viernes 22 de julio de 1977. Pocos días después, específicamente el 28 de ese mes, Francisco Morales Bermúdez anunció la convocatoria a elecciones para la conformación de una asamblea constituyente para la redacción de una nueva Constitución, proceso que se materializó mediante Decreto Ley N.° 21949 del 4 de octubre. De este modo, se inició el fin de la dictadura militar.
Finalmente, es pertinente dar a conocer lo que publicó El Peruano el 5 de noviembre de 1998. “El desgaste del gobierno militar y la protesta social, condujo a una convocatoria para elecciones constituyentes. El 4 de octubre de 1977, el gobierno promulga el decreto ley 21949 que formalizaba esta convocatoria, incorporando algunas particularidades al sistema del sufragio”, se lee.